Pese a Covid-19, cientos acuden a altar gigante de la Santa Muerte en Tultitlán

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ESTADO DE MÉXICO.- Mientras los panteones fueron cerrados para evitar aglomeraciones y contagios de Covid-19 durante la celebración del Día de Muertos, el altar de la Santa Muerte estuvo en funcionamiento y recibió a cientos de sus seguidores este domingo.

Desde temprana hora, residentes de municipios metropolitanos del Valle de México acudieron al recinto ubicado en el municipio mexiquense de Tultitlán a honrar a la también llamada “Niña Blanca”.

Decenas de conductores estacionaron su vehículo sobre la avenida José López Portillo, en la colonia Fuentes del Valle, para dejarle arreglos florales y cantarle las mañanitas.

Esa canción y otras de la cultura mexicana fueron entonadas por varios mariachis, que también se dieron cita en uno de los templos a esa deidad más concurridos del Valle de México.

“Hoy recibimos a nuestros difuntos y celebramos a la Santa Muerte porque ella viene y acompaña a nuestros difuntos para que puedan llegar a la tierra y decirles todo eso que no pudimos decirles en vida”, dijo Crisel Legaria, hermana del fundador del santuario.

La imagen de la Santa Muerte de 22 metros de altura impresiona a los visitantes que la ven por primera vez y los que ya la conocen le muestran un ferviente respeto.

Muchos de los asistentes llegaron temprano para evitar aglomeraciones, pues conforme avanza el día aumenta el número de creyentes provenientes de muchos rincones de la zona conurbada.

“Es gran cantidad de gente que viene en un solo día; no nos damos abasto para que la gente visite el altar, por eso hasta el día de mañana lo mantenemos abierto”, contó Crisel.

Para ingresar al sitio los administradores exigen que los asistentes usen cubrebocas y respeten la sana distancia. Les toman la temperatura y les proporcionan gel antibacterial. Sólo permiten que entren por grupos para evitar que grandes concentraciones de personas y deben estar sólo unos minutos en el recinto.

El templo fue fundado hace 13 años por el hermano de Crisel, Jonathan, conocido como “Padrino” o “Comandante Pantera”.

Un año después de abrir el santuario, Jonathan fue asesinado. Su mamá se hizo cargo del lugar, pero hace dos años murió y ahora Crisel es la responsable.

“Yo tengo 10 años de ser devoto de la Santa Muerte. Tuve un problema con mi papá, quien tuvo un malestar en el pecho, a punto de la muerte y le pedí el favor y fue ella la que me ayudó y mi papá ahora anda como si nada. Cada año acudo y además le hacemos ofrenda en casa”, narró Jorge, uno de los adoradores de la Niña Blanca, vecino de Cuautitlán Izcalli.

En agradecimiento por los favores recibidos, algunos de los simpatizantes de la Santa Muerte regalan tacos de carnitas, barbacoa, tamales y bebidas.

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