“Ninis… plaga anti militar mexicana”

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Hoy los jóvenes varones mexicanos no tienen heroísmo. Se lee muy generalizado, lo sé, pero las estadísticas son como cartas en la mano de un tahúr y fríamente así lo revelan. Lo peor del caso es que entre los estados salpicados con estos padrones vergonzantes está Tamaulipas.  Por lo menos eso es lo que dicen los últimos registros que Agustín Chapa Herrera, titular de la Oficina de Reclutamiento Militar en Nuevo Laredo tiene en su poder. Sin embargo, analizando al resto del país puede advertirse una desidia casi generalizada por parte de los adolescentes en edad de cumplir con esta importante obligación. Las causas son de una variedad impresionante, pero la que más salta a la vista es tan simple como pusilánime: Apatía.

Mientras en otros países, el servicio militar nacional en los hombres es inculcado como una política que se lleva desde la niñez hasta la edad madura, países como el nuestro se caracterizan, como ya se escribió antes, por una notable pereza por inculcarles a los niños desde temprana edad el amor a la patria. Desafortunadamente el país vive de glorias de un pasado heroico que con el paso del tiempo se va perdiendo en las páginas de los libros de texto que los estudiantes cada vez leen menos. No hay heroísmo moderno simplemente porque desde edades lozanas se conforman y se abrazan a la idea de que la corrupción no los dejará soñar. Todavía en los años ochenta, noventa y en la década de los dos mil, en ánimo juvenil por cumplir con esa noble responsabilidad que tiene mucho de honorable, todavía conservaba esa característica pura de congregación asistiendo a los llamados para recibir su cartilla militar.

¿Su origen? El presidente de México Manuel Ávila Camacho en 1942 y ante el cobarde ataque a los buques mexicanos: Potrero del Llano y Faja de Oro, creyó prudente entrenar a todos los jóvenes en el país para la posible intervención en la Segunda Guerra mundial. Gracias a que el gobierno siempre ha buscado la paz nacional y la internacional, en el México moderno no ha sido necesario un entrenamiento urgente y masivo para una injerencia marcial, sin embargo, siempre será excelente el que un país engendre hombres de valor y siempre dispuestos al servicio nacional.

Aun y cuando la emisión de este documento es de suma importancia como un medio de identificación personal, eso va mucho más allá que una certificación sellada y firmada por altos mandos militares de México. Es un instrumento oficial que hasta podría decirse, de mucho más valía que la mismísima credencial emitida por el Instituto Nacional Electoral. Cierto es que la identificación emitida por el INE te determina como ciudadano del país y da la importante oportunidad de pronunciarse por medio de un voto secreto a favor de tal o cual partido político; sin embargo, la Cartilla Militar tiene una dualidad tan preponderante que no sólo te distingue como residente de una nación democrática, sino como un hombre que tras de todos esos datos que la colman, está la presencia de un hombre que dispuesto está a luchar por una patria humana y generosa que, como dicta el juramento a la bandera, entrega su existencia.

La cartilla no sólo trasmuta al varón en un ser humano validando su honor hombruno, sino en un caballero que exalta a su patria y la glorifica. Y esto va mucho más allá que sentir esa fiebre enloquecedora cuando se gana un partido de fútbol ante un país extranjero, cuando se triunfa en una competencia de atletismo o cuando el ingenio científico de un joven sobresaliente destaca allende las fronteras. Es un documento que te cataloga como un hombre dispuesto a servir incondicionalmente al país cualquiera que sea su situación. Te valida como soldado de tal o cual reserva y cede la confianza que ante tal o cual inesperada contingencia bélica o social, se tenga que dar tiempo y en el peor de los casos, hasta la vida.

Nuestro tiempo, atiborrado de una bendita y al mismo tiempo maldita y abrumadora tecnología ha generado la creación y evolución de una enorme y embarazosa sociedad de llamados “ninis”. Son como una comunidad aparte en la que no existen ni las ideas ni las propuestas, mucho menos el honor ni la redención de nada. Es justamente ese sector social el que no le da la menor importancia al ya mencionado llamado militar. Otro sector que podríamos llamar indolente, es aquel que aún cuando siendo jóvenes, empiezan a ver al gobierno como un enemigo, un algo que no concuerda con sus ideas de libertad o simplemente llegan a tomarlo como discrepante de sus ideales. Relacionan la supuesta bestialidad de un gobierno que oprime, con el mencionado caso Ayotzinapa, cediendo a una negatividad que los lleva de a poco en desbandada hacia sitios de comodidad como criticar cobardemente desde las redes sociales al gobierno imperante.

Son muchos los países, como ya se mencionó líneas atrás, que se rigen por una cultura tan elevada que los impúberes saben lo que han de hacer en el devenir de los tiempos sin necesidad de ser compelidos a hacerlo.

La epopeya homérica de la Ilíada es un ejemplo claro y nos habla de un gobierno espartano de una rigurosa enseñanza bélica en los varones. Igual lo mencionó Heródoto en sus Nueve libros de historia. Cuando el niño nacía y era destetado, sin discusión iba a parar a campos de entrenamiento de los que no salían hasta que estuviesen preparados como excelente soldados que sirvieran a un país ávido de héroes. De pequeños se les enseñaba de inicio, lo más mínimo que tuviese que ver con el honor, la valentía y la entrega; luego venía la enseñanza guerrera, la lucha cuerpo a cuerpo en exhaustivos entrenamientos en los que la deserción o la cobardía se pagaba con la vida. No se iba a la batalla si no hubiera un causa para hacerlo, esto era, proteger al país, a la familia o a la persona misma… ridículamente hoy nuestros jóvenes tienen pavor de que en el sorteo frente a los militares, les toque la ya famosa Bola blanca, que los confinará, ya no lejos ni en campos de batalla, sino en actividades sabatinas de servicio a la comunidad. A tal grado ha llegado la cobardía y vulgaridad de muchos de nuestros jóvenes varones que se le ha hecho una carga servir a otros. Con todo y que a últimas fechas el gobierno ha optado por enseñar a los jóvenes seleccionados actividades militares, éstas no son tan pesadas como para evitar cumplir con el llamado.

La ciudad de Nuevo Laredo planeaba la visita de más de 1800 candidatos a la cartilla, pero según los registros, muy apenas se llegó a los 1386. Cierto es que la fecha límite es el mes de septiembre, sin embargo, la presencia de los llamados es muy lenta. Agustín Herrera Chapa ha dicho así mismo que faltan más de 400 cartillas para liberar y que se teme que la apatía vuelva a ser el fantasma que agobie nuevamente a la nación como ha sucedido en estados como Chihuahua y otros.

¿Cuál es uno de los orígenes de este tremendo mal nacional?… es sencillo, hoy en día muchos infantes son educados en casa, pero ya no por los padres, sino por las redes sociales o aparatos de video juegos que les desecan el cerebro y tras la idea de que simplemente los hacen ágiles en sus movimientos, los convierten en seres inútiles para sí mismos, para la sociedad y para la patria… en pocas palabras, el hogar con hijos con estas costumbres, sólo abortan seres humanos cobardes, temerosos, asustadizos o cualquier otro sinónimo que aplique a la falta de cumplimiento a esta regla social como lo es el trámite y sellamiento de la cartilla militar nacional.

Mucho se ha criticado a los grupos extremistas por educar militarmente a los niños y jóvenes. Lo mismo hace países como Corea del Norte y otros más, sin embargo, van inculcando no sólo el amor por el país, sino una responsabilidad y un deber civil. Las causas o fines que se tengan o se propongan, esa es otra historia, pero  lo que sí es cierto es que hoy nuestros jóvenes mexicanos están más embutidos en un deseo egoísta de satisfacciones personales y momentáneas antes que servir a su país… por eso se dijo al inicio que hoy muchos jóvenes varones mexicanos no tienen heroísmo y que lo peor del caso es que también los tamaulipecos se aceleran por llevar la delantera atosigando, incomodando y preocupando a la Secretaría de la Defensa Nacional.

Ante el colosal avance de la ciencia y la negra nebulosa que se avista en el mundo egoísta de los países siempre bélicos, a los jóvenes les urge madurar emocionalmente para que en el devenir de los tiempos cualquier conflicto insospechado no los tome por sorpresa porque, al final, son ellos los que manejarán el México del mañana… Adieu.