La pluma profana de El Markés

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“Periodismo sangriento”

Es triste ser periodista y vivir en territorio donde eres una ficha de feria que está destinada a recibir el certero golpe de una carabina de balines. En territorio mexicano ser portador de noticias, principalmente que estén relacionadas con personalidades del mundo de la política o del narcotráfico, te condena a estar en el ojo del huracán del que nadie puede salvarte. Decir nadie es que es así, nadie. Se vive como un migrante con destino a los Estados Unidos, se anda en una travesía en la que nadie es más responsable de tu ruta que tú mismo. Se vive o se muere. Desafortunadamente, como le sucede al migrante, el periodista difícilmente puede cumplir con su sueño americano, que es informar con claridad y sin ser vapuleado por nadie.

Hace unos días nos encontramos en redes sociales la terrible noticia de que Yesenia Mollinedo y Sheila Johana García fueron baleadas en las afueras de un centro comercial en un poblado veracruzano. Como reporteras de un portal de noticias en línea no supieron ni cómo ni de donde les llegó el ataque. La primera murió en el hospital dejando una estela de tristeza en el mundo del periodismo en ese estado, pero también en el país donde las cifras de mortandad se elevan de un modo escalofriante.

Ser juglares de la noticia, de historias o de sucesos que competen a todos es un oficio tan noble, pero al mismo tiempo peligroso. Aquí no importa que sólo lleves una cámara, te encargues de la iluminación o seas el afanador del sitio desde donde se imparte la noticia. Son muchos los casos en los que los delincuentes simplemente llegan al sitio y dejan caer granadas, balean o dejan explosivos hechizos. Los muertos muchas veces son, como dijimos, personas no conectadas directamente al mundo de la noticia.

Fue durante el gobierno del Presidente Benito Juárez, cuando la libre expresión, hablando de periodismo en sí, fue impulsada de tal modo que hasta se creó una legislación que apoyaba e impulsaba esta práctica en bien de la sociedad. En esos tiempos los pueblos bien podían estar tan bien informados de todo cuanto acontecía en el mundo y con todo y que las noticias tardaban un poco en llegar, cuando esto sucedía, la sociedad podía confiar en que era algo veraz. Considerando que para muchas personalidades de su tiempo era algo incómodo ser revelados por la prensa, el oficio se mantenía respetuoso, cosa que no se aceptaba, por ejemplo, en Francia y otros países europeos donde el que divulgaba la vida secreta de los reyes o emperadores, era condenado de inmediato a la guillotina por traición. Fue durante la Ilustración cuando se vivieron tiempos de terror y en los que con todo y que eran tiempos de mucho progreso, el campo del periodismo no era muy bien visto por la realeza.

Con la llegada de Porfirio Díaz al gobierno, todo lo que Juárez había hecho en pro de la libre expresión se vino abajo. La dictadura Porfirista convirtió al país en un territorio fértil en muchos aspectos, pero de miedo en otros. Los que se dedicaban a la prensa se convirtieron en fugitivos. Hablar mal de una dictadura que era más que evidente, era una condena segura.

A la llegada de Madero a la presidencia la prensa se había relajado tanto, que los caricaturistas llegaron a mofarse de la figura del recién llegado presidente y del que había terminado su mandato. La nueva libertad que obtuvieron les permitió hablar sin reserva de todo cuanto se les antojaba.

Hoy México presume ser un país supuestamente democrático, pero somos más los que sabemos que esto no es más que una mascarada. El país posee un enorme antifaz con el que presume diversión, libertad, autonomía y una relación extraordinaria con el exterior, ya lo escribí antes, una escandalosa mascarada.

Las cifras cada vez más altas de mujeres desaparecidas y posteriormente encontradas muertas y violentadas ha causado que la visión que se tenía del país vaya cambiando; si a eso se le agrega la masacre producto de las guerras entre cárteles, y claro, lo que sucede con los periodistas, el turismo se ido a la baja de un modo lo bastante escandaloso… ¿Qué nos resta? ¿Doblar las manos y ver al país sumirse en la peor de sus miserias? Solo espero que usted que ahora lee no sea de esas personas que cree que aquí el único culpable de este caos sea el presidente de la república, y lo digo porque como mexicanos y por décadas hemos sido de esa idea de que todos son culpables menos nosotros y el más indicado para ir a la guillotina, es a quien nosotros mismos hemos elegido, y claro, estoy hablando de gobiernos que por sexenios nos han sojuzgado.

Ha pasado casi una semana del homicidio de Yesenia y Sheyla, ¿noticias? Nada… ¿se le hace conocido el panorama? A mí sí… me hace recordar a otros periodistas cuya muerte fue escandalosa y muy sonada, pero sólo por unos días, después, el olvido, el silencio, la injusticia. Adieu.

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