La pluma profana de El Markés

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“Vejez, la barbarie final”

¿Alguna vez has subido una alta montaña? Si así ha sido podrás darte cuenta que entre más subes, más la expansión del panorama se abre; es cierto, el cansancio es cada vez mayor, pero del mismo modo la recompensa aumenta. Tan igual así es la vejez. Llegará un momento en el que no se podrá avanzar más, porque se ha llegado al cenit de nuestra vida, sin embargo, desde allá arriba siempre se podrá mirar mejor, aconsejar y advertir mejor sobre las diversas rutas de viaje para quienes apenas empiezan.

Tú que ahora lees ¿estás preparado para esa nueva generación que arremeterá contra ti apenas llegues a la senectud? Aunque pareciera un tema para una película dramática de Hollywood, el abuso en sus diversas modalidades contra las personas mayores es una realidad tan cruel que ni el más experto guionista o productor cinematográfico podría revelar en película alguna su cruenta realidad.

La vejez es la suma de un todo, una larga travesía en la que se han vivido diversas épocas, tiempos durante los cuales se ha verificado la transformación en modas y costumbres. Llegado ese tiempo de senectud puede ver, ahora desde arriba y con todo el conocimiento adquirido, cómo las nuevas generaciones dan de topes aquí y allá. Sabe que no pasará mucho tiempo antes de que recapacite y tome el rumbo basado en las decisiones tomadas.

Los viejos son una especie auténtica y en extinción. Sus vastos conocimientos y sabiduría que de seguirse conducirían a una mejor vida, se van diluyendo como agua entre las manos conforme las nuevas generaciones van tomando el curso de la tecnología. Para los que nacimos en décadas anteriores al dos mil, nuestro google eran los mayores, esos que de seguro podrían expresarnos, sentados en la sala, junto  a una fogata, a la orilla de un río o sentados al frescor de la tarde un día de verano, todo lo que nos hiciera falta, o mejor todavía, que nos hiciera sentirnos seguros.

Si bien es cierto que los viejos desconfían de la juventud porque ellos mismos han sido jóvenes, existe un enlace lo bastante cercano con ellos, tal vez sea por el hecho de que miran en ellos aquel entusiasmo que ellos mismos tuvieron en ese tiempo rosa en el que la vida y el mundo podría colocarse en la palma de su mano.

Viviendo en el año 2021, una gran diversidad de conjuntos se ha levantado en defensa de esos grupos llamados vulnerables. Las denominadas feministas han creado grupos lo bastante nutridos y hasta podríamos decir que poderosos. Su lucha ha ido despuntando en la sociedad haciendo que el gobierno y ciertas organizaciones sociales volteen a mirarlas. Y es que el abuso contra la mujer es un fenómeno social que fue de menos a más, causando el enojo de un género que optó por oponerse a ser denominado el “sexo débil”. Igual podríamos decir de quienes protegen a la infancia contra abusadores.

Existen muy pocos grupos o podríamos decir que hasta nulos, que se dediquen a pelear por los derechos de los adultos mayores; me atrevería decir que son los grandes olvidados de la sociedad.

Una de las situaciones más tristes hoy en día, es cuando los hijos, esos que fueron educados lo más que se pudiera para que tuvieran una buena inserción en la sociedad demandante del nuevo siglo, deciden que esos que fueron el motor de sus vidas, sean llevados a sitios de reposo, asilos, casas de asistencia o simplemente, dejarlos solos en casa. En verdad es lo bastante incomprensible el enfriamiento en el corazón de hijos cuando piensan que la presión de una actualidad tan peticionaria, justifica el que sientan que sus padres o abuelos son una carga a su apresurada existencia. La tecnología y el mundo virtual ha causado el embobamiento de una nueva generación que busca en lo virtual quien lo guie en las decisiones de vida. Y así, mientras sus comunidades en redes van en aumento, su comunidad real, esa con la que convive día a día, se va tornando cada vez más extraña.

Las estancias de descanso, por más particulares que sean, nunca brindarán el calor tan necesario para una vida que se extingue, necesita. Se ha evidenciado en redes sociales una centena de videos en los que se revela la barbarie final de los viejos; videos vergonzosos en los que el sobrino, el tío, la hija, el hermano, trata de un modo inhumano al anciano.La fragilidad de un anciano es tan igual a la de un bebé, y por ende necesitan de una atención especial. Pareciera increíble que son los nietos quienes se han convertido en el consuelo de los abuelos. Los hijos muchas veces se encargan de darles ese peso extra que ya no merecen al dejarles de encargo a los hijos.

No hay nada mejor para un ser humano que ir cerrando sus ojos de apoco al final de sus días. Cerrarlos y que ahí, junto a su cama, los rostros desencajados de la familia muestren que se ha amado mucho. En nuestras manos está el que nuestros hijos no conviertan nuestra vida en un juego de Nintendo, esos en los que te persiguen, te abusan, te azotan y al final, te dan de balazos sin sentir pesar alguno.

Mira a tu alrededor. Esos que ves ahí son tus hijos, tus hijas. Algunos son niños, otros adolecentes y tal vez otros adultos… ¿has pensado en cómo sobrellevaran tu vejez? Tal vez te niegues a pensarlo, sin embargo, el final de tu film está en sus manos. Adieu.

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