La pluma profana de El Markés

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“Se murió mi amigo Bronco”

Se murió mi amigo Bronco, se fue a ver qué hay más allá… pero más allá de las rejas.

Jaime Rodríguez Calderón no sólo creyó que su “divinidad” basada en sus desvaríos y extraños poderes lo catapultaría a la inmortalidad, igualmente soñó con que nadie lo tocaría y que al final de sus días lograría ser recordado como “El gran Bronco” el gobernador del pueblo, el que luchó con todas sus fuerza por una sociedad que confió en él al grado de darle su voto y su confianza… pero al igual que otros muchos personajes de la “polaca” mexicana, terminó siendo una vergüenza tan letal que las fotografías que circularon ya no sólo en la prensa escrita, sino en redes, terminaron por ridiculizar a un hombre que solía burlarse de las niñas gorditas y que anhelaba con cercenarle las manos a quienes osaran tomar lo ajeno, lo que no les pertenecía. Verlo sentado en una celda, con grilletes en sus muñecas, mirando al suelo y sabiéndose perdido, me hizo recordar al momento en aquel personaje, también exgobernador, para variar, de otro estado de la república, Humberto Moreira Valdés que al ser extraditado y llegado a México, igual su expresión de vergüenza era tal que mucho y pesado le era enfrentar a una prensa ávida de confesiones.

México es un país tan acostumbrado a que cuando un gobernador termina su mandato, en poco tiempo sea perseguido, ya no dentro de su patria, sino por el orbe entero a donde van a esconderse para no pagar aquello de lo que seguramente se les perseguirá. Dan risa, tal cual, pues ya no existen sitios secretos en el mundo donde esconderse. Los exgobernadores de nuestro país son tan brutos que creen que sólo existe España para guarecerse. Hasta el día de hoy son muchos los exgobernadores que han avergonzados a sus partidos políticos, comúnmente son tricolores, aunque no podemos dejar de lado a los blanquiazules. Y es que ahora, la política es un juego tan sucio que el menos afortunado siempre es el electorado. Es triste ver la pobreza de un país rico, y vaya que es un ridículo juego de palabras porque siendo México un país colmado de riquezas, está subyugado por la pobreza de un montón de hombres que no saben trabajar la política para una verdadera democracia. Hace tanto tiempo que Porfirio Díaz se fue a la tumba y muchos hablan de aquel tiempo como una dura dictadura, sin embargo, si abrimos bien los ojos, ese tipo de gobierno es el que se ejecuta en muchos estados. Vivimos en una dictadura casi casi perfecta. Es pues Jaime Rodríguez Calderón un ejemplo perfecto de esa dictadura, de ese gobierno que parecía a todas luces un gobierno perfecto y en el que se vislumbraba un relevo honorable… pero de pronto, puuuum, que le cae encima como una tarraya el peso de la ley acusándolo por malos manejos y muchas cosas más. Y mientras nuestro mocha manos se la vivía perturbado en prisión, diciendo que estaba enfermo y que en tal condición no podía estar encerrado, su familia simplemente lo olvidó y se fueron a pasar unas ricas vacaciones al extranjero.

Vida y obra de un hombre que se creyó poderoso en el estado más fuerte y rico de la nación. Nadie desconoce que el estado de Nuevo León es un pináculo económico y que para liderarlo era necesario un hombre con visión de súper poderoso y no de un ladronzuelo de barrio… pero como ocurrió en mi querido pueblo natal, del cual quisiera omitir su nombre para no avergonzarlo ante las honorables pupilas de mis buenos lectores, que un día eligieron a un mentado Temo González, que con su porte de hombre de pueblo y campechano con la gente, creyeron que les daría, si no todo, si muchos beneficios. Comúnmente los alcaldes empiezan llenos de energía, y es con el paso de los meses cuando esta se va perdiendo. Temo González, el vaquero del pueblo que le daría mucho a su gente, nunca dio el primer arrancón y al año de su ayuntamiento ya era catalogado como el alcalde más borracho de Sabinas, Upss, ya dije su nombre, pero bueno, ya el poblado anhelaba que terminaran los tres años de gobierno para aventarlo como puerco al chiquero.Ya se presentaba en actos cívicos con un terrible tufo a cerveza, ya se le veía gritar viva México sin poder sostener el asta de la bandera y así, vergüenza tras vergüenza terminó finalmente su período.

Luego de una serie de escándalos, el llamado Bronco, esperanza y sueño de muchos, terminó siendo ya no sólo su propia vergüenza, también de su familia y del electorado que un día habían creído en él. Entonces la gente comenzó anegarlo, a decir que ni lo conocían y que tampoco habían votado por él. Trato de imaginar que hubiera sido del país si territorio azteca hubiera caído en sus manos y el pueblo hubiera decidido que hubiera sido él el que liderara la nación. Ya no sólo le hubiera mandado cortar las manos a los diversos líderes de los cárteles, también a los curas, vedetes, cadetes y hasta boleros.

Se murió mi amigo Bronco, dice Guadalupe Esparza en una de sus muy famosas canciones, se fue a ver qué hay más allá… hasta el momento el Bronco no nos ha contado qué es lo que hay más allá y qué se siente estar haciéndole compañía a muchos de los que él mismo mandó encerrar. Esa es otra historia y ojalá que lo dejen vivo los otros reos para que algún día, en sus memorias, pueda contárnosla. Adieu.

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