El riesgo de acudir a la quinceañera de Rubí (VIDEO)

La casa de la quinceañera se encuentra justo al lado de la carretera, ahí no hay un estacionamiento ni un lugar específico para que los carros se puedan estacionar

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Foto: Agencia

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Para llegar a La Joya, el lugar donde vive Rubí y donde se llevará a cabo su fiesta de quince años, a la que medios internacionales como la BCC o el periódico News de Australia aseguran podrían arribar hasta 1.2 millones de personas, hay que tomar el camino que lleva a Charcas (San Luis Potosí), si uno va desde el norte como la ciudad de Monterrey o Saltillo habrá que tomar la carretera federal 57 rumbo a Matehuala. Si se dirige desde San Luis Potosí se toma la carretera federal 63.

El camino (Charcas-Matehuala) que conecta diversas comunidades, entre ellas La Joya, Zaragoza de Solís, Tinajuela, El Leoncito y Villa de Guadalue (la cabecera municipal), cuenta solamente con dos carriles, y ahí el peligro real son los animales. Los vecinos, aseguraron a VANGUARDIA que en dicha población no hay robos, tampoco han sido amenzados por el crimen organizado, no hay peleas o asesinatos, ahí hay que prestar atención al camino, pues caballos, burros, chivas, coyotes y vacas atraviesan la carretera, “uno quiere sacarle la vuelta a los animalitos, y suceden muchos accidentes”, comentó José, quien atiende un carro de comida en Villa de Guadalupe y estará presente en el baile de Rubí.

La casa de la quinceañera se encuentra justo al lado de la carretera, ahí no hay un estacionamiento ni un lugar específico para que los carros se puedan estacionar, y si bien la carretera está en buenas condiciones (con algunas curvas peligrosas) los caminos de La Joya son empedrados y de terracería. La comunidad, donde viven unas cien personas, no tendría cabida para tantos automóviles, eso si tan sólo decidieran ir cientos de personas, no miles y mucho menos millones.

Para llegar al lugar a la interperie, donde se celebrará el baile, hay que bajar un camino empedrado desde la casa de Rubí (así que las mujeres deberían olvidarse de usar tacones, no quieren lastimarse ni echar a perder su calzado). Este pedazo de tierra, en su mayoría cubierto por pasto, mide unos 120 por 185 metros, no hay alumbrado público (podrían colocarse plantas de luz), tampoco hay baños, no hay agua (aunque una pila de agua se encuentra a unos metros) y la temperatura podría descender hasta los ocho grados o menos.

En La Joya no hay hoteles ni hostales. El único hotel cercano es el de Dona Benaya en Valle de Guadalupe (se ubica a unos quince minutos de La Joya), ahí sólo están disponibles cuatro habitaciones con dos camas. Quien piense en acampar debería primero pedir permiso a los vecinos, y llevar provisiones, sí hay tienditas, una justo en frente de casa de Rubí y la otra a unos cuentos metros del lugar del baile, sin embargo podrían cerrar por la noche para acudir a la fiesta. No hay hospitales y tampoco farmacias, por ello los asistentes deben tener en cuenta que si llegara a pasar un accidente no habría auxilio inmediato.

Otra historia es la de la capilla, donde el próximo 26 de diciembre se va a llevar a cabo la misa de quince años de Rubí. La capilla de Guadalupe se encuentra dentro de la ex Hacienda de Solís, ahí el administrador José Luis ya se prepara para recibir a todos los que lleguen, va a impedir el paso a los automóviles, pero las personas podrán acceder, sin embargo la capilla apenas podría albergar a 300 personas, muchos de pie, y ante la amenaza de que lleguen miles José Luis pondrá en resguardo algunas de las imágenes de la capilla (traídas desde Italia), como lo es la Virgen de la Dolorosa.

José Luis se mostró preocupado por la cantidad de visitantes, “me tengo que poner de acuerdo con él”, dijo refiriéndose a Cresencio Ibarra, el papá de la quinceañera. Recordó que la comunidad de Villa de Guadalupe fue noticia hace diez años, cuando un camión de pasajeros se volteó al cruzar un vado sobre un tramo en la carrtera conocido como Arroyo Seco.

Por ese lugar no suele pasar agua, por ello nadie creyó que la noche del 14 de agosto del 2006 unas 15 personas perderían la vida. “Llovió mucho y hubo una crecida, el autobús quiso pasar pero en eso se le apaga el motor, crece la corriente y lo arrastra. Hubo personas que se salvaron, como el señor Luis que vive aquí muy cerca”, contó el administrador.

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