Alcalde destruye la historia de TorreA?n

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TORREA�N.-A�Bajo un cielo cenizo, el jueves 9 de marzo en TorreA?n, una maquinaria manejada por el hombre descuartizaba el A?ltimo intestino del a�?TorreA?na�?, una obra edificada en 1974 y cuya figura es representativa de la ciudad. Eran las 18:06 cuando mA?s de un centenar de ciudadanos empezaron a entonar el Himno Nacional como sinA?nimo de patriotismo ante la decisiA?n de un gobierno que no consultA? a sus ciudadanos para quitar el monumento. El A?ltimo de los 16 pilares estaba moribundo colgando de la maquinaria. Lentamente fue recostado en tierra.

El TorreA?n estaba desmembrado. Lo habA�an mutilado con saA�a, apresurados; con alevosA�a y ventaja. Al TorreA?n lo torturaron descarnadamente frente a los ojos de los laguneros y ante el eco de muchos ciudadanos que pedA�an detener la ejecuciA?n.

Patrimonio histA?rico. En este sitio de la ejecuciA?n, estuvo el primer TorreA?n en 1850, mandado construir por don Leonardo Zuloaga, un hacendado que escribiA? cartas donde explicaba que mandA? erigir el torreA?n para defenderse de los bA?rbaros.

Desde la esquina Ramos Arizpe y bulevar ConstituciA?n, el paisaje del asesinato era atropellado dA�as antes del A?ltimo hachazo. La Plaza CA�vica donde habA�a sido edificado el TorreA?n, habA�a sido destruida. QuizA? fue acondicionada de una manera medieval para el latigazo final. Andamios y maquinaria estaban en el A?rea; un gran pozo, como una gran fosa comA?n, estaba a otro costado. HabA�an preparado el escenario.

El 6 de marzo, el historiador Carlos CastaA�A?n, el presidente del Colegio de Arquitectos, Aldo Villarreal y el miembro del colectivo Moreleando, ElA�as AgA?ero, colocaron una cinta amarilla alrededor del TorreA?n para tratar de evitar la pena de muerte. Uno de los autores intelectuales, el alcalde de la ciudad, Jorge Luis MorA?n, pidiA? a los manifestantes, en un tono de rey obnubilado por el poder, a�?que se pusieran a trabajara�?. El fallo ya era ley.

El 7 de marzo, integrantes del Colegio de Arquitectos de La Laguna reclamaron la pena de muerte del TorreA?n.

El TorreA?n fue construido por el alcalde JosA� SolA�s Amaro, quien convocA? a un grupo de arquitectos para hacer un monumento representativo.

Explicaron que la sentencia violentaba el decreto del 29 de noviembre de 1996, donde se describA�a el Reglamento de ProtecciA?n y ConservaciA?n del Conjunto HistA?rico y Patrimonio Construido del Municipio de TorreA?n, el cual establece la protecciA?n de 241 manzanas que abarcaban la Plaza CA�vica, el espacio donde el TorreA?n estaba construido. Otra vez, el gobierno hizo oA�dos sordos las peticiones de sus gobernantes.

El gobierno argumentA? que el TorreA?n no era un edificio histA?rico. Que era pues, nada. El mensaje estaba en el aire: una obra de 43 aA�os era tan desechable como los principios de un polA�tico. a�?Si no cuidamos lo nuevo nunca vamos a tener lo antiguo, Queremos pensar que hay que cuidar lo que tiene 100 aA�os cuando TorreA?n es una ciudad muy nueva. AquA� tenemos que cuidar lo que tenemosa�?, criticA? Silvia Castro, historiadora y responsable del Museo de la RevoluciA?n en TorreA?n.

Pero una ciudad donde hace mucho tiempo los monumentos amanecieron decapitados, tiene una historia de desechar su patrimonio. Uno de los mA?s traumA?ticos fue cuando tiraron en 1981 la a�?Casa Alhambraa�?, una alegorA�a mudA�jar. La casa fue tirada clandestinamente por la noche. En 2003, con motivo de la construcciA?n del Sistema Vial RevoluciA?n, se retirA? a�?El Centinela del desiertoa�?, una escultura de 26 metros que simbolizaba la tenacidad y visiA?n de los fundadores de la ciudad, segA?n se leA�a en la placa. Fue removido bajo la promesa que se reinstalarA�a. Nunca se hizo. La Casa del Cerro estuvo a punto de ser derrumbada e inclusive el Teatro Isauro MartA�nez, uno de los mA?s bellos de MA�xico, estuvo a punto de ser demolido porque su dueA�o, un banquero, pensA? que el teatro no tenA�a ningA?n valor arquitectA?nico. El kiosko porfiriano de la Plaza de Armas tambiA�n se perdiA?, el antiguo panteA?n con monumentos y lA?pidas viejas talladas con escritos en chino, alemA?n o A?rabe, fueron destruidas. Igual hay casas antiguas y viejos chalets convertidos en estacionamientos.

En este sitio de la ejecuciA?n, estuvo el primer TorreA?n en 1850, mandado construir por don Leonardo Zuloaga, un hacendado que segA?n Silvia Castro, escribiA? cartas donde explicaba que mandA? erigir el torreA?n para defenderse de los bA?rbaros. Aunque hay quienes aseguran que hubo otro torreA?n en 1838 que tambiA�n sirviA? como protecciA?n contra un ataque de indios a una expediciA?n cientA�fica exploradora del rA�o Nazas.

a�?En un libro de Gildardo Contreras toma fotografA�as de vestigios de construcciones en la zona y encuentra varios torreones. No eran rarosa�?, explicA? la historiadora Silvia Castro. Sin embargo, el libro Historias de la Laguna, de 1932, de Eduardo Guerra, asegura que el TorreA?n de 1850 fue el primero y que por entonces a�?no existA�an vestigios de obra alguna semejante a un TorreA?n ni en el lugar donde se construyA? ni en muchas leguas a la redondaa�?.

AA�os despuA�s, por ahA� de la dA�cada de los sesenta o setenta del siglo XIX, se construyA? otro TorreA?n, el torreoncito. Aparentemente, segA?n se relata en el libro Historias de la Laguna, a�?varios vecinos se establecieron en la falda Norte del cerro de la Cruz, donde construyeron una pequeA�a fortaleza denominada TorreA?na�?.

SegA?n los archivos, aA�os despuA�s la familia AlarcA?n comprA? el casco de la a�?Hacienda TorreA?na�? a Antonio Morales Barreda. Supuestamente la familia AlarcA?n querA�a destruir el torreA?n en la dA�cada de los setenta para construir un cine, pero Antonio Morales nunca vendiA? ese pedazo por lo que se pudo preservar. A la fecha ese torreA?n persiste y estA? anexo al Museo del AlgodA?n en la zona del mercado Alianza de la ciudad.

El TorreA?n sentenciado a muerte fue construido por el alcalde JosA� SolA�s Amaro, quien convocA? a un grupo de arquitectos para hacer un monumento representativo. a�?Lo hizo pensando el honrar el viejo torreA?n de 1850, el de adobe, el que se llevA? el rA�oa�?, recordA? Carlos CastaA�A?n sobre lo histA?rico del lugar y del monumento.

 

La construcciA?n de la Plaza CA�vica y el TorreA?n, representaron la primera etapa de urbanizaciA?n del canal El Coyote. a�?La gente de la A�poca lo vio como una manera de dignificar la entrada de TorreA?n. La entrada era horrenda y fue un primer elemento de hermosear la entrada a la ciudada�?, recordA? Silvia Castro.

El TorreA?n de 43 aA�os fue testigo del nacimiento y ocaso de la mA�tica zona de tolerancia, a unos metros de la ejecuciA?n, donde ahora se halla el Parque Fundadores. MirA? el crecimiento urbano. VigilA? las carreras de maratA?n. SoportA? los balazos entre narcos, observA? los muertos tirados en las banquetas. Pero siguiA? de pie.

El TorreA?n condenado tuvo como testigo de honor la escultura del coronel Carlos GonzA?lez, el primer alcalde electo popularmente en TorreA?n y un gran agricultor lagunero. Al fondo, como de escenografA�a, estaba la a�?Casa Coloradaa�?, la primera construcciA?n hidrA?ulica en la regiA?n y que tambiA�n sirviA? como fortA�n en la RevoluciA?n. Un poco mA?s atrA?s estaba el puente plateado que une a TorreA?n y GA?mez Palacio, inaugurado en 1931. AquA�, hace aA�os, era el antiguo tajo del Coyote.

El 8 de marzo, Francisco Javier Medina, un comerciante de 47 aA�os, estaba mirando al condenado desde un bloque de concreto alrededor del lugar donde asesinarA�an al TorreA?n. a�?Representa mucho para todos, no es posible que lo quiten. Tengo 25 aA�os viviendo en esta zona, se va a ver muy raro. Mucha gente venA�a a descansara�?, dijo cuando el TorreA?n, desahuciado, seguA�a de pie. Juan Medina, un mecA?nico, saliA? de su taller para asomarse a observar la preparaciA?n de la ejecuciA?n pA?blica: a�?Era la vista de la gente. Si miraba mA?s bonito con A�l.

La gente que venA�a de GA?mez lo veA�a, era aire puro aquA�, se arrimaba uno al lugara�?. Un policA�a que resguardaba la zona se acercA? y dijo que la obra tenA�a su edad, que por eso estaba en contra de la sentencia de eliminar al TorreA?n: a�?Porque tiene historiaa�?, opinA?.

Las cenizas. La gente que sA� valora este monumento, aprovechA? para llevarse unos trozos de historia.

Al mediodA�a, el sonido de los generadores de luz y el hilo diamantado aturdA�an el ambiente. No se escuchaban los motores de coches circulando de TorreA?n a GA?mez Palacio o viceversa. Era el sonido que estaba acabando con 43 aA�os de historia. El hilo diamantado fue la herramienta para torturar, para desprender los brazos del TorreA?n. Minuto a minuto taladraban hasta despedazarlo, con tirria.

Un estudiante de la Universidad La Salle llegA?, se sentA? y dibujA? el retrato del sentenciado antes de pasar a la pena capital.

Algunos curiosos se sacaban fotos con el exangA?e monumento detrA?s, todavA�a de pie.

a�?Hay cosas que debemos mantener y respetar y en especial las cosas que nos dan identidad y A�sta era una de esasa�?, opinA? la historiadora Silvia Castro.

Sin previo aviso, el 9 de marzo a mediodA�a, el verdugo empezA? a desmembrar uno a uno los pilares del TorreA?n. La proyecciA?n era que el espadazo final se darA�a por la tarde.

La gente empezA? a acercarse a la horca. a�?Ya llegamos tarde. No tienen cultura cuando la cultura la hace la gente. Una cultura se distingue por sus sA�mbolos. Ya no hay garantA�a de nada. Se pisotean todo. Es una vergA?enzaa�?, reprochA?, embriagado de coraje, Alfredo Ledesma de 53 aA�os y de oficio vigilante de seguridad.

Alfredo llegA? desde la colonia Segunda Rinconada la UniA?n y recordA? que en los ochentas ganA? una carrera pedestre en el vado, a unos metros del TorreA?n: a�?para sentir a TorreA?n hay que haber crecido aquA�, hay que haber mamado el sufrimiento. EstA?n matando un sA�mbolo, como matar a las personasa�?.

El sA�mbolo mA?s representativo de TorreA?n, cayA? en pedazos.

En la ciudad, el TorreA?n es emblema del escudo armas, el torreA?n estA? en imagen del maratA?n LALA que el prA?ximo aA�o cumple 30 ediciones, estA? en playeras, llaveros, gorras, logotipos, en sA�mbolos de escuelas. Aunque, paradA?jicamente, no estA? como sA�mbolo de identidad segA?n el libro a�?Referentes Identitarios de los Laguneroa�?, realizado hace unos aA�os por acadA�micos de la Facultad de Ciencias PolA�ticas y Sociales de la Universidad AutA?noma de Coahuila.

A las 17:45, el escenario estaba preparado. Hasta el sacerdote Rafael LA?pez habA�a llegado a la escena del crimen, como si se hubiera presentado para darle los santos A?leos al TorreA?n antes de la sentencia de la guillotina. TambiA�n protestA?. Decenas de vecinos y curiosos se acercaban. Una seA�ora acompaA�ada de un niA�o soltA?: a�?Vienen y tiran lo que quierena�?. a�?Basta de impunidad, nosotros somos TorreA?na�?, dijo alguien mA?s. Un grupo de muchachos tomaban fotografA�as de la obra incompleta. Algunos automovilistas que pasaban tocaban el claxon. a�?Urge que respeten nuestros monumentosa�?, le dijo un seA�or a su pareja.

Es historia e identidad coinciden ciudadanos e historiadores.

El historiador Carlos CastaA�A?n arribA? a la zona y condenA?: a�?El gobierno tiene la obligaciA?n de conservar el patrimonio y hoy le dio la espalda a su propio patrimonio. Integrar arquitectA?nicamente lo nuevo con lo viejo se ha hecho en muchas ciudades. FaltA? imaginaciA?n, faltA? voluntad, no escucharon ni quisieron hacerloa�?.

A las 17:49 el penA?ltimo gajo del TorreA?n estaba siendo amputado. a�?Es un derroche de dineroa�?, se escuchA? decir a alguien. a�?EstA?n firmando el acta de divorcio con la gentea�?, acusA? una seA�ora con bastA?n. a�?No quiero vera�?, comentA? alguien casi de broma. a�?CA?mo no van y ponen alumbrado y pavimento en las coloniasa�?, se quejA? un viejo. a�?Hacen y deshacen porque nosotros no hacemos nadaa�?, lamentA? una seA�ora.

Alicia GarcA�a, vecina de la colonia TorreA?n y Anexas acusA? que el gobierno quiere descomponer toda la ciudad. a�?Hacen y deshacen a su antojoa�?. Alguien se acercA? y se sumA?: a�?creen que es de ellos pero el TorreA?n es de nosotrosa�?.

La gente empezA? a entrelazarse con los brazos y formar una especie de valla humana. Empezaron a gritar a�?A?TorreA?n, TorreA?n, TorreA?n!a�?. a�?A?Nosotros somos TorreA?n, no el gobierno. Nosotros somos los indignados porque no nos toman en cuenta!a�?.

Una mujer con lentes obscuros vino con su hija adolescente desde la colonia RincA?n La Merced y empezA? a reclamar: a�?A?QuA� nos van a dejar para mostrarle a nuestros hijos! Tengo mucho coraje y ganas de llorar. Que chingue a su madre el presidente. No nos pelana�?.

Marisela GA?mez de 41 aA�os jugaba de chica alrededor del TorreA?n. Recuerda que era la A?nica plaza que tenA�an cuando pequeA�os. a�?Saber que ahora ese lugar donde jugaba ya no va a estar me da coraje. Estoy triste porque perjudican un emblema. Somos una ciudad con historia. No nos sorprendamos si ahA� ponen un Oxxoa�?.

El A?ltimo pilar estaba siendo removido cuando la gente empezA? a entonar el Himno Nacional. El A?ltimo brazo del TorreA?n estaba en el aire. a�?Muera el mal gobiernoa�?, gritA? alguien. a�?Asesino, asesino de la historiaa�?, gruA�A? alguien mA?s.

Cuando el A?ltimo pilar caA�a, la gente empezA? a entonar el Himno Nacional. El A?ltimo brazo del TorreA?n estaba en el aire. a�?Muera el mal gobiernoa�?, a�?Asesino, asesino de la historiaa�?, gritaban.

A las 18:06, los presentes dieron fe: el TorreA?n estaba muerto.

Nombre comA?n: TorreA?n o torreoncito. MA?vil: la supuesta modernidad disfrazada de una estaciA?n del MetrobA?s. Peso aproximado: 130 mil kilos. Estatura aproximada: 13 metros. Causas de muerte: policontudido, descuartizado hasta desangrar.A� Autor material: Constructora Regional de la Laguna (Corela), verdugo favorito del gobierno municipal. Entre sus antecedentes estA? la construcciA?n del estacionamiento y explanada de la Plaza Mayor.

Autores intelectuales: Jorge Luis MorA?n Delgado, un policA�a con placa de alcalde de TorreA?n, famoso porque se le escaparon 129 reos del penal de Piedras Negras en 2012; Gerardo Berlanga GotA�s, director de Obras PA?blicas del municipio y quien en los A?ltimos aA�os ha construido bares en el Centro HistA?rico. Miguel A?ngel Riquelme SolA�s, alcalde con licencia que busca ser gobernador.

El TorreA?n se habA�a convertido en una mole de concreto esparcida en 16 pedazos, 16 pilares que el gobierno desprendiA? con lujuria dantesca, con una barbarie codiciosa. El cielo cenizo aventaba algunas gotas de agua.

Los dA�as posteriores

Al mediodA�a del 13 de marzo, cuatro dA�as despuA�s de la ejecuciA?n, las 16 extremidades seguA�an tiradas en la tierra. Hasta ahA� llegA? Brenda y empezA? a hurgar el TorreA?n muerto. TomA? restos del monumento, trozos de piedra. a�?Siento nostalgia, siento feo y mA?s porque decA�an que estaba abandonado y que estaba bien feo pero habA�amos un montA?n que sA� venA�amosa�?. Brenda daba talleres a niA�os en colonias aledaA�as y llegaban hasta el pie del TorreA?n a practicar circo, fotografA�a, malabares. a�?Voy a guardarlo en la cajita de los recuerdosa�?, dijo sobre los restos que recogiA?.

Brenda acompaA�aba a su madre, la arqueA?loga Leticia GonzA?lez Arratia, investigadora del Museo Regional de La Laguna. LlegA? a reclamar por posibles daA�os al Canal El Coyote, un monumento que forma parteA� de los inicios de TorreA?n en el siglo XIX. a�?TorreA?n tiene una historia muy rA?pida. Es joven pero tiene mucha historiaa�?, comentA?.

Esa tarde, los 16 pilares fueron enviados a la morgue de la Unidad Deportiva TorreA?n.

El 14 de marzo, el TorreA?n desmembrado era cubierto por enormes plA?sticos negros, como un cadA?ver sin reconocer. Estaban abandonados frente al edificio donde se practica halterofilia. AsA� permanecerA? por cerca de siete meses, hasta que el gobierno, supuestamente, lo reclame y lo erija nuevamente.

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