“Florence Cassez y la vergonzosa mutilación de la justicia mexicana”

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Si usted que ahora lee lo que está saliendo de mi tintero es de los que fácilmente olvidan los bofetones que ha sufrido la dignidad de nuestro país a lo largo de su historia, habremos muchos que no… quizá se podrá decir que el caso de Florence Cassez, la francesa mutiladora de secuestrados mexicanos, es caso viejo, pero no es así. En pleno comienzo de año la dama de la tortura resurge nuevamente ahora con una denuncia en mano contra aquellos que en el 2007, según su propia voz, le causaron un irreparable daño moral. Acusa directamente al ex secretario de seguridad pública Genaro García Luna así como contra el entonces presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa.

Ezequiel Elizalde, una de las víctimas de la integrante de la banda delictiva de Los Zodiacos, dijo al enterarse de la liberación de su secuestradora:

“Soy mexicano, pero es una porquería de país”

Por muchas razones algunos de nosotros podríamos pensar exactamente lo mismo que este hombre que, luego de estar bajo el filo de la daga por casi dos meses, fuese liberado sano y salvo de las garras de la delincuencia organizada. A medio mundo sorprendió que dentro de los delincuentes capturados estuviese una mujer que pasó a ser tan célebre a nivel mundial como cualquier actriz de Hollywood. Tan conocido y mediático su caso que terminó por enemistar muy delicadamente las relaciones de dos países que desde tiempos ancestrales había sido muy cordial. Estamos hablando, claro, de Florence Cassez, una ciudadana francesa que vino a dar a tierras mexicanas para dedicarse a vender productos médicos en la Ciudad de México. Con el paso de los días fue relacionándose con personas que terminaron, algunas de ellas, integrándola en una banda delictiva que se dedicaba al secuestro, manejo de armas de fuego y a delinquir. El desenlace de estas relaciones peligrosas tuvo, como ha de verse, un final natural, su captura y prisión.

La justicia como tal y en manos de seres humanos fraudulentos bien podrá malversarse, ser atropellada, tomarse con liviandad, mancillarla. Igual podrán modificarla a placer, negociar con ella en un estira y jala de inocencia o culpabilidad o en el peor de los escenarios, hacer de ella un rompecabezas de mil piezas.

Cuando la apostasía, que no es otra cosa que la pérdida total o parcial de la verdad, aparece, es cuando surgen los problemas reales del ser humano… y es que el hombre podrá destrozar la justicia, comprar magistrados, jueces, licenciados y otros instruidos en materia penal, pero la justicia y su esencia jamás dejarán de ser.

Jugar con el dolor de los hombres es algo inmoral e imperdonable. Desafortunadamente dicha aflicción humana está muy a doc en estos tiempos en los que la verdad como tal no aparece por ningún lado. Son muchos los Estados en los que los secuestrados y desaparecidos suman por cientos.

Según la leyenda un día la Verdad hurtó el altar de Juno. Indignada demandó tal osadía a Júpiter que la castigó despojándole de sus vestiduras. Avergonzada por su desnudez se esconde y muy pocas veces se le puede ver. Una bella alegoría que en ningún modo carece de verdad, más en un México en el que la corrupción y la desvergüenza al violar las leyes y hasta la mismísima constitución, han hecho que esta misma Verdad siga manteniéndose a salto de mata.

Ezequiel fue privado de su libertad mientras laboraba en el billar Elimen, propiedad de su padre. A eso le siguió la negociación por su rescate y un tiempo de tortura psicológica de la que hasta la fecha sigue afectando su vida diaria. Bien es sabido que quien ha sido atacado y secuestrado por una cantidad cualquiera de tiempo, jamás vuelve a recuperar esa libertad pues, aun y cuando pueda caminar libremente por la calle hay algo en su interior que lo mantiene prisionero.

Una de las cosas más vergonzosas que Ezequiel hizo, según él, fue el haberle enviado una misiva al Presidente de la República Enrique Peña Nieto exponiéndole sus inquietudes y su certeza de que Florence era justamente su torturadora y su secuestradora y que por tanto exigía justicia… ahora el ex prisionero sabe que su carta fue a dar a la letrina.

Florence Cassez fue condenada por la justicia mexicana a casi cien años de prisión acusada de secuestro, portación de armas de fuego y otras cosas más. Con el paso del tiempo su sentencia bajó a 60 años y finalmente, cuando la violada y burlada justicia mexicana estuvo harta de soportar el peso del chisme de que todo había sido una sucio plan en el que algunas televisoras habían estado involucradas y aunado a eso el que el país europeo decidiera parar el tradicional evento de El año de México en Francia, se anunció la libertad de la francesa.

Sea como sea, falló la corte y dejaron libre a la famosa plagiaria. Pudo más la presión contra la dudosa e inútil justicia mexicana que todo el dolor y daño infringido contra las victimas que tuvieron que conformarse con unas cuantas disculpas de parte de un presidente que hasta el día de hoy no ha logrado ganarse el corazón y mucho menos la confianza de un pueblo mexicano ya muy mancillado.

La guerra vengativa de Florence contra quien resulte responsable de haberle robado siete años de su vida, como ella misma lo dice, va mucho muy en serio y más al tomar como apoyo a la experta litigante Thonon, una incansable luchadora de los derechos humanos a nivel mundial y que en su labor ha ganado casos muy sonados… sea como fuere queda en el aire la pregunta ¿qué con los afectados? ¿Qué ha hecho el gobierno mexicano para sanar las heridas? Algunas de las víctimas de la banda de los Zodiacos tuvieron que huir del país luego de los terroríficos episodios vividos.

Sin temor a derramar mi tinta sobre el papel expongo que hoy el caso de Florence Cassez es una asunto de mucha vergüenza para el poder judicial en México… vergüenza mundial, revés y bofetada a los mexicanos cuando con esa sonrisa cínica la francesita presumía de su libertad viendo a la cámara casi como diciendo un “Oye Calderón, ahí te dejo con tus estúpidas leyes”, luego de dejar una estela de miedo y horror en el corazón de muchas de las que fueron sus víctimas, víctimas que como nosotros, ya no sabemos si la justicia en nuestro país es real o es una ficticia telenovela, engañadora, sarcástica y al mismo tiempo fantasiosa. Adieu.

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