Primero la cárcel y luego la deportación lo alejaron de sus hijos (VIDEO)

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NUEVO LAREDO.-Los excesos, las malas compañías y otros factores negativos contribuyeron a que la vida de  Miguel Ángel Mondragón se quebrantara, pasando nueve años en una prisión estadounidense, alejado de su familia y hoy deportado a México.

Originario de Toluca en el Estado de México, vivió desde su adolescencia en el país vecino, violando las leyes americanas y contribuyendo a que las autoridades lo encarcelaran.

Poco a poco fue reformándose y recibiendo rehabilitaciones dentro de  la cárcel, sin embargo, nunca logró volver a ver a su familia, sus hijos Briana y Miguel Ángel, quienes permanecen en Estados Unidos.

Al principio la sentencia dictada por el juez de la prisión en Dallas Texas era de diez años, pero al cumplir los nueve años en el reformatorio con una buena conducta y actividades en beneficio de los reclusos con problemas, se le concedió su libertad, sin embargo, fue inmediatamente enviado a Nuevo Laredo Tamaulipas, México.

“Fue muy difícil estar tantos años encerrado con la esperanza de algún día volver a ver a mis hijos, y al salir me deportaron para acá. Ahora no sé a dónde comunicarme, los teléfonos que tenía ya no existen y he enviado cartas desde que estaba preso pero nunca fueron respondidas”, aseguró.

Por su parte comentó que su estancia en la prisión le permitió abrir los ojos a una nueva vida y comprender que existen las segundas oportunidades para ser una persona de bien y contribuir a que los jóvenes de la sociedad no se pierdan en el alcohol, las drogas y las malas compañías, las cuales al final destruyen familias como le sucedió a él.

“En el reclusorio en Dallas me ayudaron mucho, nos trataban bien, sí eran estrictos, pero lo único que querían era apoyarnos a salir de nuestra propia tumba”, dijo.

Por ahora espera tener la oportunidad de ayudar a su compatriotas deportados y específicamente a los jóvenes que pasan por situaciones como las de él: “Tengo fe en Dios y espero que me abra las puertas, quiero ayudar a gente como yo, cada que hay oportunidad hablo con los chavos y les digo que la vida buenas cosas y hay que saber agradecer y vivir sanamente. Se me rompe el corazón ahora no solamente por mi situación sino de ver a mis paisanos con el corazón partido, lo único que les puedo decir es que tengan ánimo y esperanza”.

Finalizó con unas palabras para sus hijos y familiares, los cuales espera tener la oportunidad de volver a ver.

“Si me están viendo quiero hacerles saber que la gente cambia en la prisión, a veces la sociedad piensa que la gente sale igual o peor, pero hay mucha gente que cambia y me gustaría algún día tener una oportunidad de restablecer una relación con mis hijos”.

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