La pluma profana de El Markés

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Expresidentes deprimentes

Gobernar en una democracia es tener bien sabido que no se será una monedita de oro para caerles bien a todos. Tan distinto a una tiranía en la que caes bien o caes bien, de lo contrario podrías terminar enjuiciado por hacerle gestos al monarca en turno. México ha pasado por ambas cosas. La opresión de un Porfirio Díaz ordenando a su ejército “Mátenlos en caliente”, en contra de una población que sólo exigía lo básico para subsistir, nos dejó bien en claro que volver a eso no era para nosotros.

Las expresiones adversas en contra de los dirigentes nacionales han existido desde siempre y citarlos bien nos podría hacer pensar que la gloria de un buen líder está en sus acciones a favor de la nación y no por las decisiones que provocan el retroceso. No por nada hace mucho que los mexicanos y otros muchos países de Sudamérica, no lanzan vítores a sus presidentes. Son muy escasos.

Hablando de humillaciones ancestrales me viene a la mente a un Cuitláhuac que, según cuentan algunos cronistas, lanzó rocas a un Moctezuma parado en un balcón intentando calmar a un pueblo embravecido que lo acusaba de ser amigo del conquistador. El mismo Cuitláhuac le gritó ¡Eres mujer del invasor!

Me pregunto si habrá algún expresidente de nuestra distinguida nación que pueda caminar así nomás como cualquier ciudadano desde Bellas Artes hasta Palacio Nacional; de Catedral, ahí en Guadalajara, hasta el teatro Degollado, ¿logrará caminar toda la Plaza Tapatía sin recibir alguna agresión, aunque sea verbal? En Monterrey, ¿caminaría el paseo Santa Lucía como Sócrates, Platón o Aristóteles en momento de meditación?… ¿pueden imaginarlo?… definitivo: No.

Desde niño siempre creí que estos hombres tan importantes merecían todo el respeto, sin embargo, cuando me convertí en hombre y supe que en realidad éramos, ya no solo proveedores de su riqueza, sino también su burla, entendí que respeto para ellos no debía de haberlo nunca…Y es que desde que lo recuerdo, desde que era un niño y Miguel de la Madrid quiso hablar en la copa mundial de México 86, una rechifla colectiva le impidió expresar ni siquiera un  saludo. Nadie quería saber nada de un presidente que tenía sumido al país en una terrible miseria económica. La gente, atizada de la emoción por los encuentros futbolísticos, le cayó de peso la entrada de un hombre que aparentaba ser el salvador de la nación, cuando sus acciones flojas sólo demostraban que la caída del peso sería el sello que lo distinguiría durante toda su administración. El abucheo y esa terrible frase de Culeeeeeeero, culeeeeero, pasaron a la historia como una gran humillación frente al planeta entero. Y es que no hay nada peor para un líder político que ser vilipendiado por sus propios gobernados. El fútbol se había convertido, por decir así, en un suave engaño para despistar sobre lo imposible que era llenar la canasta básica.

Quise buscar en las sendas del internet algún momento incómodo del expresidente Ernesto Zedillo, pero no encontré nada. Entonces recordé que este había sido el presidente invisible, el que anduvo de un sitio a otro sin ser advertido por nadie. El zedillismo fue como la niebla, un tiempo silente.

Todos los expresidentes poseen un porte tan distinguido en las fotos presidenciales, que cualquiera tiende a desear rendirles respeto; sin embargo y para su infortunio, muchos de ellos tenían ciertas debilidades o toma de decisiones que los dejó muy mal parados ante los ciudadanos de su propio país y ante el mundo. Felipe Calderón Hinojosa, por ejemplo, es muy conocido por ordenar desde lo más sagrado de Los Pinos, enfrentar al narco muérase quien se muera, y de pronto, la nación entera estaba tapizada de cuerpos, unos colgados de los puentes y otros miles regados a la vera de todas las carreteras nacionales. Y es que hasta los estados en los que la criminalidad era casi nula, durante el calderonismo se disparó de un modo alarmante… no por nada una pareja que se lo encontró en un vuelo de primera clase Frankfurt, Alemania hacia la Ciudad de México, le increpó por el desastre que había dejado en territorio Azteca luego de su salida. El exmandatario se defendió y les gritó que no tenían por qué decirle tal cosa, que ellos ni mexicanos eran. Lo cierto era que la pareja vivía en Alemania desde hacía más de veinticinco años, pero eran mexicanos. Avergonzado siguió el fin de su vuelo.

Inolvidable es también aquel memorable desencuentro entre una ciudadana mexicana y el expresidente panista Vicente Fox Quezada en un vuelo de avión. La mujer lo llamó “Señor sin pensiones”, cosa que incendió al hombre que sin medir consecuencias de su ira, tomó del brazo a la mujer quien, forcejeando se liberó del iracundo líder. Fox ha sido uno de los mandatarios que más ofensas ha recibido en la calle por parte de ciudadanos.

Hace una tercia de años que Peña Nieto pasó a ser un ciudadano común y corriente, bueno, aunque siendo realistas no es nada común al ser un expresidente con muchos billetes y mucho menos corriente cuando opta por comprar ropas de marca reconocida y se hospeda, con su chica en turno en uno de los hoteles más prestigiosos de Roma. Hace un par de días una mujer le gritó ¡Ratero, ratero! entre otras cosas. El exmandatario se limitó a ocultarse tras uno de los muros de entrada y a la primera oportunidad emprendió la huida en un taxi. Sabiendo entonces que gobernar en una democracia es tener bien sabido que no se será una monedita de oro para caerles bien a todos, estos hombres deberían de aferrase a hacer las cosas bien para que al dejar el poder, sean recordados por sus logros y no por lo que hicieron para hundir al país en la miseria. Adieu.

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