La pluma profana de El Markés

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“El 56”

¿Alguna vez Adolfo imaginó que sería el cincuenta y seis? ¿Por qué no el cincuenta y cinco o el cincuenta y siete? durante muchos años peleó que se hiciera justicia en su queridísimo León Guanajuato. Tenía años viviendo ahí, amaba la ciudad y sentía que era territorio perfecto para cualquiera que desease conocer México; y es que León era una ciudad tan linda, cultural, florida y tan llena de gente hermosa, que simplemente le parecía imposible que de pronto todo hubiera cambiado.

y así nomás de la noche a la mañana, la gente no solamente hablaba del Estado de Guanajuato como algo turístico, sino de un Guanajuato bañado en, ya no el sudor de la gente trabajadora, sino teñida en sangre a causa de cientos de malandros malandrines y malandretes haciendo que el estado ardiera. De pronto talleres mecánicos, fondas, oficinas de protección civil y hasta triciclos de vendedores ambulantes se consumían en llamas. Casi en un santiamén las noticias ya no hablaban de Dolores, San Miguel de Allende y otras ciudades del estado como sitios básicos de la independencia, o de las míticas momias de más de 200 años exhibiéndose en museos; horrorosamente se hablaba de mujeres violentadas y encontradas al día siguiente, una semana después o un mes en cualquier callejón, en el patio de una casa, jardines, en los espacios oscuros de alguna iglesia, etcétera.

Ante esta avasallante invasión de atropellos, Adolfo pensó ¿Qué debo de hacer si aparte de ser abogado, soy ciudadano que siente y al que le duele lo que sucede? ¿Qué puedo hacer desde mi trinchera? ¿Cómo debe ser mi actuar, ya no tanto como habitante de León, ni como ciudadano del Estado de Guanajuato, sino como mexicano!

Adolfo no es ningún brigadier, tampoco capitán en jefe de ningún ejército, de hecho no tiene ni la menor idea de lo que significa jalar el gatillo de un arma de ningún Calibre; ha oído hablar de los cuernos de chivo, de las granadas de fragmentación, de las 4/40, de los chalecos antibalas y de un montón de eso a lo que llaman equipo táctico y de todo ese tipo de cosas que tienen que ver con la milicia, pero eso sí, no tiene ni la menor idea de cómo utilizarlas. De hecho no es que entre en pánico si las usa, de chico le gustaba tirar de balazos ficticios desde el techo de su casa al cartero, al cobrador y hasta a sus vecinos. Simple, no le interesa, no es algo que haya intentado practicar. Con todo y eso él tiene más de 200,000 seguidores en una plataforma de internet. Ese es su ejército y aun cuando no es comandante en jefe, brigadier, capitán o algún llamamiento militar de alto rango, ya lo decimos, tiene más de 200,000 seguidores en sus redes sociales y ese es su ejército, una enorme tropa que se encarga de difundir a diestra y siniestra todo lo que Adolfo cree que es justo compartir: crímenes, violaciones, improperios y todo aquello que tenga que ver con el abuso contra algún ser humano, principalmente de su queridísimo León, Guanajuato. Ahora, que si hablamos del estado, ¿Por qué no? también aplica. ¿Acaso no corre por sus venas sangre roja mineral y sueños de cuarzos?

Adolfo no está dispuesto a permitirlo. Él no es un brigadier, tampoco un coronel ni comandante, pero lo que sí tiene es el valor que tenía Iturbide, Morelos; el que tenía el cura Hidalgo o muchos otros Patriotas que poseían en su momento armas u otros métodos para combatir el crimen de ese entonces. Para Adolfo, los enemigos de ahora son las bandas delictivas denominadas carteles y aun cuando él no atacaba directamente a los carteles él simplemente se encargaba de difundir las noticias o peticiones de los ciudadanos que le llegaban hasta su bandeja de mensajes. 《Adolfo, mi hermana ha desaparecido》《Adolfo, no encontramos a mamá, la última vez que la vimos estaba en Dolores》《Adolfo, mi esposo fue encontrado muerto en el jardín》《Adolfo, mi abuela fue encontrada en su casa abusada y asaltada》. Entonces Adolfo quiso difundir, enterar a todos la noticia y gracias a eso se logró la captura de dos o tres malandrines que acabaron tras las rejas.

─México es un país que ha pasado a la fama desde mucho tiempo como un país sangriento─ piensa, Adolfo al escuchar una nueva balacera en Celaya─ Los mismos españoles se impresionaron de que el territorio Azteca tuviera por costumbre asesinar a sus enemigos cortándoles la cabeza, los brazos o sacándoles el corazón y ofrendarlo al sol. Así España encontró el territorio mesoamericano. Hoy a muchísimos años después no parece haber mucha diferencia con la Guerra de los cárteles.

Adolfo está espantado de ver en televisión los cuerpos colgando de los puentes y videos en páginas prohibidas en los cuales se muestra a cárteles cortándoles la cabeza a sus enemigos.

Hay que parar esto, y aunque no sea un brigadier, Coronel, sargento y ni tenga la capacidad para dar órdenes, sí la libertad y el juicio para ponerle presión al gobierno para que haga algo.

El día que Adolfo expuso a dentalyx, una empresa que ofrecía servicios que no realizaba al 100% y cobraba de manera amenazante a sus clientes, todo cambió. La industria empezó a amenazarlo agresivamente lo que derivó en que los expusiera en redes sociales y lanzase una advertencia sobre que si algo le pasaba, dentalyx era el único responsable.

Una mañana Adolfo posteó que el estado de Guanajuato languidecía a causa de tanto crimen y que sólo en León 55 asesinatos dolosos flotaban en la conciencia de las autoridades.

En la víspera Adolfo sintió hambre y la taquería América, una de sus favoritas lo recibió. Una orden de tacos, un refresco, y una ráfaga de balazos finiquitaron la existencia de un hombre que siempre dijo “Que el que la haga, la pague”, y él apagó su flama de vida convirtiéndose esa noche en estadística mortal llegando a convertirse en el asesinato número 56.

Adolfo quedó tirado encima de la mesa y posteriormente en el suelo. Adolfo, un caudillo silencioso. Adolfo, el 56. Adolfo, el que creyó que desde su trinchera podría hacer lo propio. Adolfo, el que nunca aparecerá en los libros de historia porque tanto él como muchos otros defensores de los bosques, de los niños, de las mujeres, quedarán en el olvido.

¿Qué somos cuando creemos que difundir la verdad es lo correcto? En la antigüedad, si nos remontamos a la cultura griega, los llamaban filósofos, pensadores y aún hasta cronistas. Hoy son prácticamente incomodidad al gobierno, a la delincuencia.

Los activistas son algo muy positivo, algo bueno, algo que intenta salvar algo que está punto de perecer. Sin embargo siempre existirá esa otra parte oscura que desea su aniquilación.

Adolfo nunca imaginó que sería el número 56 en una lista que él mismo reveló… ¿Cómo sabes que eres el que sigue? ¿Cómo sabes que estás en la mira y el cañón de una pistola apunta en tu dirección? Si eres activista tarde o temprano terminarás en una estadística, por lo menos aquí en México sí.

 

EN MEMORIA DE ADOLFO ENRIQUEZ VANDERKAM, ACTIVISTA ASESINADO EN LEON EL 21 DE NOVIEMBRE DEL 2023

Autor:JUAN DE DIOS JASSO AREVALO

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