La pluma profana de El Markés

0
134

“Plumas silenciadas”

La criminalidad ha hecho por mucho tiempo todo lo que está en sus manos para silenciar a quienes deseen desenmascararlos. La gente en su diario existir muchas veces ni se entera de los que sucede a su alrededor. La sociedad mira y calla, porque su meta es vivir y ser feliz… por eso nacieron los corresponsales, esas bestias de la palabra y del micrófono que informan sin piedad todo cuanto sucede hasta en los más escondidos rincones de los suburbios más bajos de las ciudades.

Luis Martín Sánchez Iñiguez celebró junto a los colegas el Día de la Libre Expresión de la mejor manera. Era siete de junio y nada podía estar mejor. Hubo premios, bebidas y mucha charla. Se habló y como siempre y cada año, de los mismos temas: Inseguridad en el estado de Nayarit, el narco, los compañeros muertos durante el sexenio a lo largo del periodo de tiempo en el que AMLO, entre otros muchos temas. Ese día, como muchos otros, en los desayunos, comidas o cenas ofrecidos por el municipio y otras organizaciones, la pasaron de lo mejor. Tuvo la oportunidad de conversar con compañeros que hacía mucho tiempo no miraba y sin saberlo siquiera, se despidió de ellos sin saber que sería la última vez que lo haría.

La tarde del cinco de julio y siendo las ocho cuarenta y cinco, la luz simplemente se fue. Todo en casa del periodista había quedado en una oscuridad tal, que al hombre no se le ocurrió otra cosa que llamar a su esposa que se encontraba en otra localidad y decirle entre charla y charla y como novedad, que se había quedado sin luz. La mujer le dio paz y concluida la llamada, se comunicó con uno de sus hijos para que le “echara” una visitadita a su padre para ver que todo estuviera bien. La visita del muchacho se suscitó al día siguiente encontrando la casa sola.

Cuando se levantó el reporte de “desaparecido” se encontraron en la casa todos sus artículos personales, a excepción de su celular, computadora, un disco duro y su gafete de periodista de la Jornada ahí en Tepic.

La terrible sensación que se experimenta cuando se tiene un familiar desaparecido es abrumadora, desquiciante y devastadora. Nadie piensa que se ha ido con los amigos, que se tomó un par de días para escaparse a la playa o que simplemente se fue de parranda. Dado que Sánchez Iñiguez no tenía por costumbre ninguna de estas actitudes, el resultado de la espera fue lo que nadie deseaba, pero que ya se sospechaba: ver a un hombre bueno muerto y encontrado en las peores condiciones.

Las maneras claras y concisas que tenía este periodista de tan prestigiada marca informativa, lo hizo acreedor de una buena cantidad de enemigos, principalmente de aquellos que se veían aludidos con sus notas. Entonces socorrió la sangre. Su cuerpo fue encontrado en un poblado alejado de Tepic con evidentes marcas de tortura. Entonces podríamos imaginarlo maniatado, torturado y tirado en el suelo. Vituperarlo fue parte de la agresión y haciéndolo “tragar” cada una de las notas en las que seguramente había atacado a los aludidos… sobre su cuerpo había una nota vulgarmente clavada.

¿Quién es Nelson Matus? Quizá les suene el nombre, quizá no, sin embargo, era una de las piezas más importantes del portal de noticias LO REAL DE GUERRERO. Un hombre que, como muchos otros periodistas, se habían entregado en cuerpo y alma al oficio del periodismo, y por hacerlo de una manera muy particular, directa y sin miedo, terminó asesinado en el estacionamiento de una tienda Coppel en el estado de Guerrero.

La diferencia de tiempos entre el asesinato de Sánchez Iñiguez y Nelson Matus es sólo de unos cuantos días. Junto a ellos existen algunos desaparecidos que también llevan el oficio de fotógrafos o corresponsales.

Cuarenta y ocho crímenes de corresponsales manchan el expediente de seguridad nacional del actual presidente de la república mexicana. Con estos crímenes México no se convierte como el más violento del planeta, pero sí sigue siendo uno de los más peligrosos para ejercer este noble oficio. Dentro de poco rebasará la cifra que dejara Peña Nieto durante su administración, aunque sigue estando muy debajo de los dejados por los gobiernos panistas de Fox y Calderón con más de setenta asesinatos de periodistas.

Asesinando periodistas no se mata la verdad, esta de un modo u otro surge y la sangre de quienes lucharon por develarla, entonces cobrará sentido. La nobleza del comunicador, del juglar que grita lo que sucede en los pueblos es de admirarse y debe respetarse.

Hoy la tristeza embarga los corazones de las familias de estos hombres, pero también del gremio reporteril que se siente amedrentado, desprotegido y siempre expuesto a quienes asechan y buscan la oportunidad de deshacerse de ellos… y es que ¿qué hacemos sin saber la verdad? ¿Qué hacemos sin esos hombres y mujeres que en verdad son corresponsales y no monigotes televisivos pagados para engañar a toda una nación? Adieu.

Mantente informado las 24 horas, los 7 días de la semana. Da click en el enlace y descarga nuestra App!