La pluma profana: “Bombas sin voz”

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“Bombas sin voz”

Por: El Markés

En el aire flotanconsternadas súplicas multilingües. Desesperanzado, el hombre sabe que es justo, por su perversidad, el que sus clamores sean enviados a buzón, dejados en visto, o simplemente bloqueados. La realidad es que los dioses se hartaron de la vanidad humana y eso ha hecho que por ahora no estén disponibles o sencillo, rechazar cualquier solicitud de amistad.

Era muy joven cuando vi por primera vez la sombra del diablo en mi vida… ¿suena novelesco, no? Desafortunadamente así fue. Me es imposible olvidar ese día cuando agotado de una jornada en la preparatoria llegué a casa, sudoroso dejé mi mochila sobre el sofá y miré a mi madre en la cocina. Aquella era una visión muy cotidiana, por lo menos de lunes a viernes. Enseguida encendía el televisor pues me aguardaba Gloria Calzada con un imperdible programa de videos. Una cápsula informativa que siempre aparecía a mitad de la transmisión me causaba una terrible molestia. Cosa rara, en esa ocasión no abandoné el sillón para hacer otra cosa en lo que pasaba el segmento informativo. Y fue ahí, justo ahí, cuando vi por primera vez a ese hombre que por justicia y no por ninguna otra cosa, un día terminó colgando de una soga pagando los cientos de miles de crímenes que cometió en un afán de exterminio de quienes siempre detestó.

El informe decía que el líder iraquí, Sadam Hussein, había aniquilado un pueblo kurdo con un bombardeo químico. Por primera vez vi en mi televisor Zonda esas terribles imágenes de personas con cuerpos recubiertos de llagas tirados por todos lados. Era un 16 de marzo de 1988. Halabja, hasta su nombre me parece inolvidable. Más de 5000 civiles muertos a base de gases explotándoles el cuerpo. De 1987 a 1989, Sadam Hussein los persiguió con tanta saña que según la historia ha declarado que más de 182,000 civiles perecieron en esas oleadas de terror. Los números suelen ser fríos, sin emociones y parte de una estadística, sin embargo, esto cambia cuando se describe el horror que vivieron cuando los ancianos eran trasladados a campos de concentración donde morían de hambre, los jóvenes en edad militar eran llevados a despoblado y fusilados sin misericordia, las mujeres eran distribuidas por todo el país iraquí como servidoras sexuales u otras actividades domésticas.

Las bombas silenciosas erizan la piel. Algunas son químicas y otras bacteriológicas. No hay escapatoria para ellas. Caen en pleno mediodía y en el silencio de cualquier domingo, de cualquier lunes cotidiano. En un momento empiezan los mareos, la piel a arder y de pronto, quedar los huesos descubiertos y un siguiente reguero de cuerpos por doquier.

Diciembre del 2019. El mundo vivía su día a día despreocupadamente. En oriente se planeaban las olimpiadas y en otros países grandes eventos musicales y culturales. Las familias viajaban de América a Europa y de Asia a Oceanía. Los hombres se iban de safaris a Australia o al África. En México las playas y los Pueblos Mágicos eran visitados y admirados. El narcotráfico y la corrupciónse dedicaban a lo suyo; las feminazis destruían todo y el arte, por su parte, se escandalizaba por ver a un afeminado Zapata medio desnudo montando un caballo… y de pronto, ¡¡¡Boooom!!! Cayó una bomba sin voz, sí, una extraña epidemia comenzó a invadir el corazón de China dejando sin vida a cientos de personas. El resto de los países, sintiéndose ajenos al aprieto chino, lanzaron miradas soslayadas poniendo el asunto en un librero para leerse después. Sin saber ni cómo el virus comenzó a turistear primero por Europa y luego por el resto del mundo causando espantosos estragos. Hoy el virus ha arrodillado hasta al suelo a los países más poderosos del orbe. Cientos de miles de muertos llenan el mundo. Italia, España, Estados Unidos y Ecuador claman a Dios, ese que olvidaron por siglos, a que venga en su ayuda ante la impotencia de la medicina.

Un secreto a voces dice que “alguien” ideó esta ponzoña para beneficio propio. Muchos tienen en su mente, como yo a mis 16 años, a su propio diablo. Hoy en 2020 los satanes siguen existiendo. Los hay rubios y de largo copete, amarillos y de ojos rasgados, chaparros sin poder pero con un pueblo levantándolos en hombros, en fin… Sea como fuere, hoy nos ha caído una nueva bomba sin voz que con el paso de las semanas parece haberla adquirido al gritarnos y al mismo tiempo aturdirnos de que va por más y más.

No hay peor enemigo del hombre que el hombre mismo. Creerse más grande que sus dioses siempre ha sido el talón de Aquiles de la raza humana y hoy comprobado está que no es así. Adieu.