NUEVO LAREDO.- A sus 91 años don Rodolfo Martínez Páez recorre más de diez kilómetros en su carretón jalado por su burrito “El Indio”, juntos pasean en las calles desde la colonia Buena Vista hasta la Viveros a juntar latas de aluminio para reciclar y subsistir.
A las 06:00 de la mañana comienza la vida de “Don Popo”, como también lo conocen, amarra a “El Indio” en el carretón, y emprenden su camino hacia la colonia Viveros donde el recorrido de casi tres horas comienza a juntar latas de aluminio, fierro viejo y cualquier cosa que pueda vender en los negocios donde compran metales para reciclar.
Don Rodolfo platicó que desde muy joven comenzó a trabajar. Muchos años fue leñero como su padre, quien le enseñó el oficio de recorrer las calles de Nuevo Laredo vendiendo leña, pero al paso del tiempo la modernidad los rebasó y la leña dejó de ser el combustible para muchos hogares con la llegada del gas.
Por ese motivo tuvo que adoptar otros oficios como vender pastura, agua, y después le ayudaba a la gente a tirar basura, cosa que tomó por oficio varios años, sin embargo los años no pasaron en vano pues el tiempo le comenzó a cobrar factura hasta ya no poder cargar cosas pesadas debido a su longevidad.
Por ese motivo con sus clientes que tuvo durante esos años, le empezaron ayudar regalándole ropa, comida, utensilios o cualquier artículo que él lo pudiera vender, aunque algunos le daban alguna moneda para que pudiera tomarse un café, logrando recaudar hasta 100 pesos con lo que ya puede pasar el día para comprar comida.
En su vida más privada “Don Popo” comentó que desde hace cinco años vive solo, pues su esposa quien lo acompañaba durante su jornada laboral falleció y tuvieron cinco hijos.
Su hija mayor es quien lo visitaba con frecuencia y lo ayudaba económicamente, sin embargo desde que ella enfermó ya no lo ha visitado, mientras que de sus otros hijos también sigue manteniendo el contacto pero no tan frecuente.
Debido a que circula en las calles con su carretón, hay conductores que le gritan estorbo, lo humillan y hay quienes lo insultan, pero su respuesta es: “que Dios los bendiga, que bueno que ellos están ‘nuevos’ y no son un estorbo, yo voy aquí despacito juntando botecitos”.
Recuerda que desde hace 30 años predica el evangelio, pues cuando joven también pensaba diferente, nunca asimiló llegar a los 91 años, y mencionó que cuando reaccionó ya era demasiado tarde, tenía más de 50 años por lo que su experiencia la deja como ejemplo, pues dice que nunca hizo nada, desde joven se puso a tomar y no frecuentaba ayudar a sus padres.
Sólo cursó hasta el segundo grado de primaria, porque dice que en ese tiempo lo ideal era trabajar y no estudiar, por lo que siempre se mantuvo activo ganando el pan de cada día junto a su padre, lo que ahora son puros recuerdos en su mente, que asimila cuando toma las riendas de su carruaje para seguir adelante en esta última etapa de la vida.
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