Virgen llora y lleva más de 80 milagros en Torreón

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TORREÓN.- El domingo 3 de diciembre, Édgar Contreras y su familia estaban limpiando la casa. Era mediodía. Édgar iba a empezar a trapear cuando volteó a ver su figura de la Virgen de Guadalupe de poco más de un metro de altura, y entonces, otra vez, la miró llorando.

“Como si fuera una persona normal”, describe Édgar. Se le empiezan a llenar sus ojos de lágrimas, hasta que empiezan a escurrir en cascada. “Ya está llorando”, le dijo a su mamá que estaba limpiando en otra parte de la casa.

Édgar siempre está volteando para fijarse si la figura está llorando. Ya perdió la cuenta, pero cada que llora, le sorprende como la primera vez. Fue el 26 de marzo de 2016, un sábado de Gloria, cuando con la ayuda de su hermano, destapó la Virgen que había cubierto por la Semana Santa. También era mediodía cuando Édgar miró por primera vez unas pequeñas gotas aceitosas recorrer la mejilla derecha de la imagen. Se percató que la Virgen tenía el cachete como irritado y los ojos movidos. No lo podía creer.

Desde entonces, la Virgen de la Moderna, como algunos la llaman por la colonia donde sucedieron los hechos en Torreón, ha llorado cientos de veces. VANGUARDIA publicó la historia hace más de un año, cuando los fieles que llegaban a su casa, aseguraban que la Virgen lagrimeaba por el pueblo. Édgar todavía no sabe por qué llora la Virgen o qué mensaje representa.

“La gente sigue viniendo, siempre me preguntan que si no ha llorado, y sí ha seguido llorando, le ha tocado a mucha gente, a sacerdotes les ha tocado”, cuenta Édgar.

Antes, la puerta de la casa estaba abierta. La gente llegaba y se metía como a una iglesia, le dejaban una veladora, una carta o una foto al pie de imagen. La familia sigue recibiendo a la gente pero ahora los peregrinos tienen que tocar y Édgar guarda lo que le llevan en una caja.

LÁGRIMAS EN BOTELLAS

Desde que comenzó a llorar en 2016, la familia comenzó a secar las lágrimas con algodón y a exprimirlo en botellas bendecidas. Así empezaron a repartir lágrimas a la gente que llegaba, como si repartieran estampas de algún santo.

Un día un muchacho regresó. “Hizo un milagro”, contó. Su madre había perdido movimiento de sus manos, entonces el hijo decidió untarle las lágrimas que había juntado. La madre, asegura Édgar, logró recuperar el movimiento.

“Fue el que nos hizo famosos”, recuerda Édgar cuando le pregunto por los milagros que ha hecho la Virgen. Desde entonces, asegura el joven de 20 años, las lágrimas de la Virgen han concretado 85 milagros.

“Ahí sí tenemos el control de a cuántas personas ha ayudado la Virgen. Le gente regresa y platica, tenemos los testimonios y en algunos casos los oficios médicos de cuando les diagnosticaron algo y luego cuando ya no lo tenían”, dijo.

En su bitácora hay testimonios de curas de cáncer, ceguera o pérdida de la visión, de cura de diabetes, de males en los riñones o en algún otro órgano o parte del cuerpo.

“Para algunos doctores es sorprendente porque ni con quimioterapia, dejan los medicamentos que tomaban y con las lagrimitas se les quita. Es muy increíble”, refiere.

Pregunto a Édgar si su familia ha experimentado algún milagro y su hermano Edwin de 13 años, que presencia la plática, levanta su mano.

Hace cerca de un mes, su hermano comenzó a ponerse muy malo, con diarrea imparable, vómito, cuerpo débil, fiebre y un dolor terrible en el abdomen. Lo llevaron al hospital y el médico los urgió a operarlo de urgencia: “tiene apendicitis. No se lo lleven a la casa, llévenselo a operar”, diagnosticó.

La familia se movilizó para buscar un doctor. Claudia, la madre, regresó a la casa, miró a la Virgen y le pidió por su hijo. Tomó una botellita donde había lágrimas y se las dio a Edwin. Un día antes, la Virgen había llorado y tenían algodones remojados de lágrimas. En el coche, Edwin comenzó a untarse lágrimas en la zona donde le dolía.

“Gracias a la virgencita se le quitó el dolor. El doctor con el que se iba a operar nos dijo que no tenía nada. Pero a nosotros nos dieron el oficio donde nos marcaban el padecimiento”, narra el joven.

Devoción. La gente hace fila para apreciarla y acariciarla. Mujeres, hombres y jóvenes pasan un algodón por su rostro.

DEVUELVE LA VISTA

María Sandoval, una vecina de la Moderna, cuenta que su hermana Sonia padecía diabetes juvenil desde los 14 años, padecimiento que le había ocasionado una ceguera parcial. “Veía borroso, tenía como una mancha en el ojo, estaba perdiendo la vista. Ya llevaba dos operaciones”, recuerda. María le llevó un algodón con lágrimas, y con mucha fe le pasó el algodón sobre los ojos y le trazó una cruz en la frente. En 24 horas, afirma María con fe espartana, su hermana pudo ver bien. “Parece que me lo limpiaron, veo muy claro”, le dijo su hermana. María asegura que tiene comprobantes médicos para corroborarlo.

Édgar cuenta que los testimonios están documentados y guardados, por si un día la iglesia pregunta. También guarda veladoras, fotos, peticiones que la gente trae. “Mi fe es enorme, bien puesta en ella, no la he perdido”, recalca Édgar.

QUE LA ESTUDIEN; DICE

Édgar estudia ingeniería química metalúrgica, da clases de química y física en una preparatoria pero él, insiste, tiene la intención de convertirse en sacerdote. “Me llama mucho la atención”, dice.

Hace más de un año, cuando se dio a conocer el acontecimiento, la diócesis de Torreón designó al párroco de la iglesia de San Felipe, la más cercana a la casa de la familia, para que atendiera el caso.

Édgar y el párroco no se entendieron. “No se la quise entregar, le dije que se la iba a entregar a una autoridad más alta, me insistía y me dijo que era un desobediente”, relata.

Asegura que a su casa han llegado curas, otros le dicen que no necesitan verla para creer, que han escuchado los testimonios y que están agradecidos. Pero el joven quiere hablar con el nuevo obispo de la diócesis, Luis Martín Beltrán.

“Me interesa que la estudien, no tengo problema. Hay gente que dice que son mentiras. Nosotros sabemos que es verdad”, menciona.