Un territorio contra emociones negativas

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“La isla del unicornio mágico” se presenta todos los lunes en el Foro Lucerna hasta el próximo 29 de agosto. (Agencia El Universal)

CDMX.- ¿Qué pasaría si todos los niños huyeran a una isla secreta teniendo como líder a uno de 14 años y en espera de que la paz reine sobre la Tierra así como que los adultos entren en razón antes de que se destruyan? Esta es la premisa de la puesta en escena “La isla del unicornio mágico”, que se presenta todos los lunes en el Foro Lucerna hasta el próximo 29 de agosto.

En entrevista, Roberto Duarte, uno de los protagonistas, explica un poco sobre el mensaje que la obra busca transmitir, así como el dilema que representan sus personajes y lo que siente al ser parte de la adaptación que se hace por vez primera en la ciudad sobre una de las obras del trabajo del dramaturgo Jayson McDonald.

“El texto el autor originalmente lo escribió como si fuera unipersonal y en el proceso de traducción, que estuvo a cargo de Ignacio Torres, el maestro Ricardo Ramírez Carnero decidió que para el montaje iba a ocupar más de un actor y somos cuatro actores en escena. El Foro Lucerna es un teatro íntimo y que propicia un diálogo con el espectador muy cercano”.

“El espectáculo puede presentarse en cualquier otro teatro y no estaría afectado por ello. La apuesta del director en este caso es más a un trabajo simple en el que la principal razón en escena son las herramientas del actor y un trabajo arduo para llegar al resultado que tenemos”, explica sobre el trabajo que incluyó la adaptación especial hasta llegar a escena.

Para Duarte, que comparte crédito en escena con Mónica Jiménez, Mauricio Pimentel y Miguel Cooper, el trabajo del director y de sus compañeros transmite un mensaje que toca las fibras del público por la pureza del mismo, ya que, de algún modo, lamenta las desgracias que suceden a diario, lo que hace que la propuesta del tema se vuelva atemporal.

“Ya está más allá del bien y del mal —el trabajo del director—, no es un joven que está tratando de innovar ni sorprender a nadie, es alguien laureado y premiado y está en un momento de sabiduría de amor a su trabajo y es muy rico trabajar con él, su quehacer es muy honesto y simplemente pretende plantear en escena un discurso en el que todos coincidimos que es un ejercicio necesario. Tristemente cada semana acontece algo en algún lugar del mundo que provoca que esta obra sea cada vez más vigente y es lamentable.

“El odio está matando gente en todos los lugares del mundo y en nuestro país y frente a nuestras narices. El odio por racismo, por homofobia, por diferencias de ideologías, por ambición desmedida y de intereses capitalistas. La humanidad ha estado inmersa en este odio desde su origen y eso es un poco la anécdota que cuenta la obra. Un niño se percata que la Tierra nunca ha tenido un momento de paz, que no conocemos la paz como humanidad. Y propone una posibilidad y escapa con todos los niños del mundo a una isla secreta y exigir una nueva forma de pensar. Es un cuento que parecería muy sencillo y podría ser hasta infantil, pero las consecuencias que provocan las acciones de este niño son catastróficas”, explica.

Sobre las emociones que experimenta la gente al ver la obra, el histrión apunta que pese a que son variadas, dejan un mensaje de introspección al final. “En ocasionas la gente se conmueve, llora y ríe, hay una serie de emociones tremendas con el espectador porque es algo que sí consigue muy bien el director, porque te habla como si fueras un niño, te habla con globos, con las cosas que nos hablaban cuando éramos niños para hacernos entender las matemáticas, la historia d ella evolución, el universo y demás. Ese lenguaje con el que simboliza la trama en escena, de pronto si te pone en ese lugar de niño y nos damos cuenta eso de que es verdad que todos tenemos un niño dentro. Pensamos en nuestra inocencia y esa melancolía que sentimos al perderla al tener que sobrevivir en este mundo atroz”.