El juego no importaba nada y lo significaba todo. No tendría una insistencia marcada en la tabla de posiciones, pero sí un simbolismo con aires de toda una vida, la que el mar le había arrebatado a José Fernández y a los Marlins.
Por encima de un dolor que no se iba a ninguna parte, los peces salieron al terreno a ganar para Fernández y lo hicieron de una manera contundente el lunes en la noche, con un marcador 7-3 y una ferocidad agradecida por los 26,933 aficionados.
Después de todo, esta era su apertura y solo la tragedia le impidió venir a su casa, donde era inexpugnable, casi invencible.
“Sé que este era el día de José y que yo estaba utilizando su puesto”, expresó conmovido Adam Conley. “Yo y todos mis compañeros llevamos muchas hora sin dormir. Nunca antes tirar 45 pelotas me había cansado tanto”.
Poco antes de que Conley sacara el primer out sobre José Reyes, el parque de La Pequeña Habana vivió un momento inolvidable, cuando todos los jugadores de Miami alinearon con el jersey de José Fernández y su eterno número 16.
Minutos más tarde, la pantalla gigante del jardín central pasaba imágenes de la vida del chico cubano, desde que firmó su contrato de novato hasta su última apertura, siempre con esa sonrisa que simbolizaba su sed de vida.
Sin previo aviso y sin que estuviera en guión alguno, los peloteros de Miami y Nueva York se abrazaban con una solemnidad que arrancaba aplausos y hacía que los fanáticos gritaran el nombre de José hasta el cansancio.
“Quiero agradecer a los Mets por ese gesto tan desinteresado, esa es una gran organización”, comentó Dee Gordon. “Yo sentí que en este juego José estaba con nosotros, casi podía escuchar su voz, su risa, su alegría”.
Y para cuando los Marlins ponían rodilla en tierra alrededor del montículo y elevaban una plegaria al cielo, pocos podían contener las lágrimas, entre ellos el mismo Gordon, quien conectó un cuadrangular en la misma primera entrada.
A partir de ese momento, Miami desató una ofensiva sostenida sobre los envíos de Bartolo Colón, quien no pudo aguantar más allá de 2.1 entradas de actuación al permitir ocho hits y siete carreras.
El dominicano fue golpeado particularmente en un segundo capítulo de cuatro anotaciones y permitió dos más en el tercero, una de ellas impulsada por un triple de Justin Bour, que al deslizarse de cabeza en tercera arrancó una ovación al público.
Bour tuvo una noche especial al quedarse a un vuelacercas de convertirse en el primer jugador en la historia de Miami en completar un ciclo, mientras que Gordon se iba con cuatro de los 14 imparables locales.
Los Mets pisaron la goma dos veces en el quinto y un en el octavo, cuando hacía ya rato que Conley se había luego de tres episodios, pero al final la victoria de los Marlins quedaba perpetuada en la memoria de todos los que amaron a José Fernández.
“Este triunfo es el principio de un largo proceso de recuperación”, comentó Giancarlo Stanton. “Esto no se va a curar ahora, ni en unos días. Tomará tiempo, pero José va a estar con nosotros por siempre”.
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