¿Qué hay detrás de las canciones de la Revolución?

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¿Sabías que la famosa canción “La cucaracha” no es ni mexicana y que una Adelita era una mujer empoderada? Hay mucho más detrás las canciones que han formado parte de nuestra identidad como mexicanos, y a continuación te hablaremos de ello.
“La cucaracha”

“La cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar, porque no tiene, porque le falta, una pata para andar”, es la estrofa de “La cucaracha” que desde niños cantamos, sin saber el resto de la letra, debido a que es una de las canciones más célebres para conmemorar las fiestas patrias.

Pero “La cucaracha” es una canción folclórica tradicional de origen español, escrita por el poeta Francisco Rodríguez Marín, quien nació en 1855 y siempre estuvo inspirado en la literatura popular tradicional, los estudios cervantinos y la literatura andaluza del Siglo de Oro español.

Este corrido español originalmente hace alusión al enfrentamiento entre cristianos y moros, en cual triunfaron los cristianos en 1492 por la rendición de sus adversarios. Al ser un tema popular, a través del tiempo ha cambiado la letra y adecuándose a las eventualidades de cada época, se conoce que una de las primeras versiones es la siguiente:

De las patillas de un moro
tengo que hacer una escoba,
para que barra el cuartel
la infantería española.

De las costillas de un moro
me atrevo a formar un puente,
para que pase la España
y su ejército valiente.3​

De las barbas de judíos
tengo que hacer una escoba,
para que barra el cuartel
de la infantería española.

De las costillas de los moros
me atrevo a formar un puente,
para que pase la España
y su ejército valiente

De acuerdo con el escritor mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi, en su novela “La Quijotita y su prima” de 1819, fue un capitán de marina español el que trajo algunos sonetos españoles que fueron adoptados en México.

Así “La cucaracha”, una canción inspirada en la guerra, resurgió durante la Revolución mexicana por algunos soldados villistas que empezaron a entonarla y poco a poco fue espaciándose por todo el ejército de Pancho Villa.

La cucaracha, la cucaracha,
ya no puede caminar,
porque no tiene, porque le falta,
marihuana que fumar.

Ya se van los carrancistas,
ya se van por el alambre,
porque dicen los villistas,
que se estarán muriendo de hambre.

Pobre de la cucaracha,
se queja con decepción,
de no usar ropa planchada,
por la escasez de carbón.

Pobrecito de Madero,
casi todos le han fallado,
Huerta el ebrio bandolero,
es un buey para el arado.

La ropa sin almidón,
se pone todos los días;
y sin esas boberías,
se me figura melón.

¡Todos se pelean la silla
que les deja mucha plata;
en el norte Pancho Villa,
y en el sur Viva Zapata!

Una cosa me da risa:
Pancho Villa sin camisa,
otra cosa me da horror,
al vil Huerta en camisón.

Necesito algún “fortingo”
para hacer la caminata,
al lugar donde mandó
a la convención, Zapata.

Una guacamaya pinta
le dijo a una colorada,
quien se meta con mi patria,
se lo carga la…

Hay unos que roban mucho,
y luego huyen muy lejos,
validos de fuero y mando
y de que nos creen pen…itnetes.

Qué bonitas soldaderas
cuando bailan el fandango.
Viva Pánfilo Natera,
el orgullo de Durango.

Ya murió la cucaracha
ya la llevan a enterrar,
entre cuatro zopilotes
y un ratón de sacristán.
“La Adelita”

Aunque en muchos lugares se ha estigmatizado la figura de una “Adelita”, y hasta se ha llegado a discriminar ese término y calificado como machista, la verdad es todo lo contrario, durante la Revolución mexicana se conocía a las “Adelitas” como aquellas mujeres que participaron en la guerra como soldados, enfermeras, cocineras y más, se podría decir que fueron mujeres empoderadas que también tomaron las armas para defender la patria.

Pero, ¿de dónde viene el término “Adelita”? Se dice que, era el diminutivo de Adela, nombre tomado de una enfermera que prestó sus servicios durante la lucha revolucionaria. Los méritos y esfuerzo al ayudar a los soldados, cargar armas, encargarse de los heridos sin descanso fueron reconocidos por todos y fue así que, Adela Velarde Pérez, como era su nombre completo representó a todas las enfermeras de esa época, más tarde fue reconocida como una veterana de guerra.

A las mujeres que andaban en los contingentes ayudando y luchando junto a los hombres se les llamaba “soldaderas”, pero poco a poco también se les fue conociendo como “Adelitas”.

De acuerdo con algunos biógrafos, Adela Velarde nació en Ciudad Juárez, y al ser nieta de Rafael Velarde, ministro de relaciones exteriores de Perú, se hizo amiga de Benito Juárez, cuando Velarde le dio alojamiento al Benemérito de las Américas en su exilio en Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez.

Se sabe que la canción “Adelita” fue compuesta por un escritor llamado Guadalupe Barajas Romero, originario de Pátzcuaro, Michoacán en la época de la Revolución mexicana.

En lo alto de una abrupta serranía
acampado se encontraba un regimiento
y una moza que valiente lo seguía
locamente enamorada del sargento.

Popular entre la tropa era Adelita,
la mujer que el sargento idolatraba
que además de ser valiente era bonita
que hasta el mismo coronel la respetaba.

Y se oía que decía
aquel que tanto la quería…

Si Adelita se fuera con otro
la seguiría por tierra y por mar,
si por mar en un buque de guerra
si por tierra en un tren militar.

Si Adelita quisiera ser mi esposa,
y si Adelita ya fuera mi mujer,
le compraría un vestido de seda
para llevarla a bailar al cuartel…
“Marieta”

La mujer revolucionaria sirvió de inspiración a muchos compositores y, después de “Adelita”, surgió otro corrido que también musicaliza las fiestas patrias y fue el de “Marieta”, escrito en un tono más pícaro fue compuesto por el llamado padre del corrido mexicano, Samuel Margarito Lozano Blancas.

Este corrido en comparación con “La Adelita”, habla de darle consejos a una soldadera para que no caiga en las tentaciones de los hombres que sólo buscan abusar de alguna manera de ella, para aquella época se veía como una canción para cuidar a la mujer que estaba en los contingentes militares, para la actualidad, quizá se vea como un tema políticamente incorrecto debido a los movimientos feministas.

Marieta no seas coqueta
porque los hombres son muy malos
prometen muchos regalos
y lo que dan son puros palos.

Su mamá dijo a Marieta
deja ya la pretensión
déjate crecer el pelo
y el vestido tan rabón
porque la mujer que tiene
el vestido tan cortito
cuando llega así a agacharse
se le mira muy bonito.
“Guadalajara”

“¡Guadalajara, Guadalajara!” es la única frase que en su mayoría se conoce de una de las canciones típicas mexicanas más famosas, que se escucha cada año en las fiestas patrias; escrita por el compositor Pepe Guízar para ser interpretada por un conjunto de mariachi y dedicada a la ciudad mexicana del mismo nombre.

De acuerdo con la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), Pepe Guízar empezó su labor como compositor en los años 1930 y “Guadalajara” fue su primera composición.1​

Una de las primeras grabaciones de esta canción fue realizada por Tito Guízar, primo del compositor.

Actualmente la canción es una de las más representativas del folclor mexicano, el cual se baila en la danza regional, mientras se usa el traje típico de Guadalajara.

Guadalajara, Guadalajara
Guadalajara, Guadalajara
Tienes el alma de provinciana
Hueles a limpio, a rosa temprana
Ave de jara fresca del río
Son mil palomas tu caserío
Guadalajara, Guadalajara
Sabes a pura tierra mojada

Ay, ja, ja, ay, ja, ja
Aj, ja, ja, ay, ja, ja

Ay colomitos lejanos
Ay ojitos de agua hermanos
Ay colomitos inolvidables
Inolvidables como las tardes
En que la lluvia, des de la loma,
Ir nos hacía hasta Zapopan
Ay mis hermanos ay-ja-ja mexicano
Ay colomitos inolvidables
Inolvidables como las tardes
En que la lluvia, desde la loma,
Ir nos hacía hasta Zapopan

Guadalajara, Guadalajara
Guadalajara, Guadalajara
Guadalajara, Guadalajara
“El son de la negra”

Se dice que “El son de la negra” a fines del siglo XX, superó en el gusto popular al tradicional Jarabe tapatío, y es el himno emblemático de las fiestas patrias; de acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que hizo una investigación de esta canción, se compuso entre 1814 y 1821, inspirada en la guerra de la Independencia de México.

Fue el investigador Jesús Jáuregui del INAH, quien encontró que “El son de La Negra” llegó a la Ciudad de México como parte del repertorio de los músicos de mariachi que emigraron del occidente de México (Jalisco, Nayarit, Colima, Michoacán) y se instalaron en la Plaza de Garibaldi.

La primera grabación data de 1929 por Los Trovadores Tamaulipecos; después vendría la grabación más difundida del Mariachi Tapatío, de Jesús Marmolejo, en 1937. En la década de los 30.

De acuerdo con esta investigación, esta canción fue registrada en la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) bajo la autoría de Rubén Fuentes Gasson y Silvestre Vargas Vázquez, líderes del Mariachi Vargas de Tecalitlán en los años 40 y 50, aunque se sabe “que las coplas son de autoría popular anónima”.

Sin duda esta canción hace que cualquiera se sienta orgulloso de ser mexicano y desee “zapatear” desde que inicia los primeros acordes.