Migrantes denuncian robos y amenazas del INM en albergues de Piedras Negras

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COAHUILA.- La celebración de haber aplicado un mecanismo óptimo para albergar a los mil 700 migrantes en la frontera de Coahuila les ha durado poco a las autoridades.

Ahora los centroamericanos reclaman por estar encerrados a base de engaños y ser víctimas de secuestro por parte de empleados del Instituto Nacional de Migración.

El lunes tenían ocho días de haber llegado a Piedras Negras, Coahuila, escoltados y atendidos por distintas dependencias estatales y federales, y observados por las comisiones de Derechos Humanos.

La tarde de ese día transcurrió tranquila, hacía frío, por lo que la mayoría permanecía en el interior de las dos grandes naves industriales que fueron acondicionadas para su estancia.

En el patio central, los ciudadanos procedentes de Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Haití y Venezuela iban y venían a los módulos del Instituto Nacional de Migración, de atención médica y humanitaria, para hacer el trámite de solicitud de permiso en México, y/o recibir ayuda.

Tras el cerco de alambre en color amarillo, de aproximadamente tres metros de altura, afuera, sobre la banqueta y la calle, decenas de aburridos elementos de la Marina, el Ejército y la Policía Federal, resguardaban ante un posible amotinamiento.

Todo transcurría con tranquilidad. El secretario de Seguridad estatal, José Luis Pliego Corona, presumía los resultados del operativo montado desde el día en que los migrantes llegaron a Coahuila.

La amenaza se hizo latente esa noche de martes, después de que un hombre de Honduras denunció haber sido secuestrado y robado por empleados del Instituto Nacional de Migración. Fue la gota que derramó el vaso.

El ciudadano hondureño describió a POSTA que cuando fue llevado en grupo a bordo de una “Combi” a sacar dinero al banco, custodiados por elementos de Fuerza Coahuila, mientras esperaba afuera de la sucursal a que todos hicieran sus movimientos, un hombre con uniforme del Instituto Nacional de Migración (INM), lo llevó a él y a otros migrantes a una camioneta Dodge Ram 2500, doble cabina.

Lo pasaron a la parte trasera, en donde lo insultaron y golpearon; le quitaron su celular y 3 mil 800 pesos.

“Me empezaron a preguntar que quién me mandaba dinero y me quitaron el teléfono y empezaron a llamar. Llamaron a tres personas, pero no contestaron y nos insultaron y me empezaron a golpear. Les pedí que me soltaran y les prometí que no iba a denunciar”, detalló, pidiendo no mencionar su nombre.

Él viaja con su hijo de dos años, a quien había dejado encargado con mujeres de la caravana en el albergue.

Después lo llevaron a una oficina del INM, de donde salió un empleado, a quien sus supuestos “captores”, le pidieron que si “andaba de bocón”, les avisara e irían por él.

Contó que la mujer que registró sus datos le dijo que lo deportaría, pero él pidió que le permitieran ir por su hijo al albergue. Mandaron a un empleado por el niño, pero las mujeres que lo cuidaban no le permitieron llevárselo.

“Le dijeron que me tenían que ver para darles a mi niño. Me trajeron y me daban cinco minutos para recoger las maletas, pero aquí las mujeres cuando me vieron todo golpeado no los dejaron llevarme”, describió.

De las otras personas migrantes que fueron llevadas con él, ya no supo nada, sólo que no han regresado al albergue.

Desde la llegada de la caravana, la alerta se encendió no sólo en México, también en Estados Unidos, cuyo gobierno estaba temeroso imaginando una escena en donde los más de mil 700 centroamericanos intentarían cruzar “en montón”, ya sea por el Río Bravo o por uno de los dos puentes de esa frontera.

El trabajo de las autoridades mexicanas era contener eso y el Estado Norteamericano está contento con el proceso que se ha llevado, ha declarado el secretario de Seguridad de Coahuila, José Luis Pliego Corona.

“Obviamente tiene sorprendidos (el operativo) a más de uno, incluso a los Estados Unidos, que fortalecieron su frontera y que apenas ayer (el lunes) retiraron sus tropas.

“Los propios norteamericanos, autoridades de Estados Unidos, está muy sorprendidas de la forma en que el gobernador trazó la estrategia de contención, desde la humanitaria, desde la seguridad y evidentemente, escuchado ya muchas voces que dicen que este sería el buen modelo”, declaró el martes Pliego Corona.

Mientras que los ciudadanos centroamericanos cumplieron una semana en el albergue, recibiendo tres comidas diarias, colchonetas, área de cine y esparcimiento, atención médica y legal para el trámite migratorio en el país, la línea fronteriza también se mantuvo activa.

Primero se reforzaron las líneas de cruce, peatonal, vial y el área del río.

Soldados norteamericanos colocaron púas en los puentes 1 y 2, mientras que en la Riviera del lado norteamericano se incrementaron considerablemente los patrullajes de distintas fuerzas de seguridad.

Elementos de seguridad estadounidenses a bordo de unidades de todo tipo: automóviles, camionetas pick up, vehículos todo terreno, cuatrimotos, lanchas, y hasta caballos, han estado en guardia para contener cualquier intento de cruce.

En reiteradas ocasiones el funcionario de seguridad del estado ha declarado que la caravana que ahora se alberga en Piedras Negras, es la misma que cruzó violentamente la valla de Chiapas, pero que las acciones de inteligencia y los acuerdos con sus dirigentes, han logrado consensos.

Aunque también ha mencionado, sin decir cantidades ni nombres, que se han repatriado a los rijosos y a quienes sus antecedentes no convenían a los de los gobiernos mexicano y norteamericano.

“Aquí es un espacio digno dónde vivir, donde están en tanto se regularizan sus trámites, y la etapa de beligerancia, de confrontación, prácticamente ya desapareció.

“No tenemos un sólo movimiento, un sólo autor al interior, que tengamos al momento ya detectado. Todos los que estuvieron en su momento detectados, prácticamente han sido desactivados, pero al interior en este momento el ánimo es deportivo, de esparcimiento y de trámite, no hay uno solo que esté tratando de brincarse la valla, de tener una confrontación con absolutamente nadie”, afirmó el funcionario apenas este martes.

Se negó a informar cuántas deportaciones había al momento, argumentando La seguridad interior de México y Estados Unidos, “respecto de perfiles que no podían tener el trámite”.

Según algunos representantes de los medios de comunicación apostados en el lugar, una de las estrategias había sido llevar a los refugiados en grupos a bordo de camionetas, a recorrer la zona fronteriza, para que observaran el operativo migratorio y que de esa forma desistieran de cruzar hacia Estados Unidos.

Pliego Corona aseveró que 80 por ciento de los migrantes ya tenían el trámite de refugio migratorio, que les permitirá residir en México durante un año y laborar en donde ellos decidan.

Precisó que se darán alrededor de mil tarjetas blancas y que a finales de este mes estimaban cerrar el albergue.

A la vez, Nazira Zogbi, sub secretaria de Empleo en el Estado declaró que hasta el martes había un padrón de 90 personas para una posible colocación laboral en alguna de las empresas que se han acercado.

También comentó que hay negociaciones con empresas de Piedras Negras, Monterrey y Sonora, que ofrecen fuentes de trabajo a los refugiados centroamericanos, y que en Saltillo hay una compañía que tiene ha ofrecido darles empleo y vivienda.

En teoría, una vez con el documento de trámite en mano, los migrantes pueden salir al súper, al Oxxo o al banco.

Es común observarlos saliendo a la sucursal de Oxxo móvil que las autoridades gestionaron para que se colocara justo afuera del albergue.

Así también, quien desee acudir a un banco a hacer algún retiro de efectivo, son llevados en grupos, en camionetas.

Fue en uno de esos viajes cuando el ciudadano hondureño fue “secuestrado” y asaltado, hecho que fue enardeciendo los ánimos de los refugiados, quienes ya se quejaban de no poder salir a su antojo, pese a ya tener el trámite para su estadía legal en el país.

La noche del martes se tuvo que presentar el secretario de Seguridad, quien mantuvo un largo diálogo con ellos, que de repente se tornaba perturbado, “el tema no es conmigo, el que les está diciendo, el que les está pidiendo que mantengamos el pacto soy yo, porque yo me he portado ley con ustedes, yo me he portado bien con ustedes, a mí no me pueden decir nada”.

Mientras Pliego Corona intentaba sostener el diálogo para llegar a un acuerdo, era constantemente interrumpido por los inconformes, entre ellos, una mujer que aseguraba que autoridades migratorias se habían llevado a su hija, su yerno y sus nietos del albergue y no los habían regresado.

Entre gritos y bullas, el funcionario les reclamaba que nadie podía poner en tela de juicio su proceder.

“A mí, a mí, a mí, a mí no me vengan con que si llovió, a mí no me vengan con esas mamadas, no me vengan con que si llovió. Llovió, hubo sol. ¿Yo qué chingada culpa tengo, a ver”, gritó el funcionario a los refugiados.

Pidió que a quien él le hubiera hecho algo, se lo fueran a demostrar en ese momento.

Este miércoles la situación se recrudeció, cuando después de mediodía los migrantes se concentraron en la orilla de las vallas del patio central.

Mientras las autoridades trataban de convencerlos de esperar pacíficamente, el grupo destrozaba los toldos en los que estaban colocados los puestos de ayuda y empujaban las cercas metálicas que eran contenidas por elementos de Fuerza Coahuila.

Afuera, decenas de elementos de la Policía Federal, el Ejército y la Marina se colocaron cada vez más cerca de la malla metálica amarilla, al pendiente de reaccionar en caso de ser necesario.

El resguardo de seguridad se mantiene en espera de que las autoridades den una respuesta a las solicitudes de un nutrido grupo de la caravana, que sigue en su deseo de continuar a Estados Unidos.

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