Mientras los políticos pelean por la ayuda, los pacientes en Venezuela mueren sin ella

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CARACAS.- Un día, la familia Casique viajaba apretada en una motocicleta hacia la escuela: la madre, un hijo y Nora, la hija de 8 años. En un abrir y cerrar de ojos, un camión los arrolló.

El accidente mandó a la familia al hospital… y condenó al padre, Israel Cacique, a buscar en todas las farmacias y el mercado negro, o viajar a Colombia, en una búsqueda interminable por los medicamentos y suministros necesarios para que ellos puedan sobrevivir, pues en su país el sistema de salud está colapsado en Venezuela y los hospitales carecen hasta de artículos esenciales como jabón y alcohol.

Nora Elicsa Casique, de 8 años, en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Central administrado por el gobierno en San Cristóbal, Venezuela, 15 de febrero de 2019. golpeado por un camión. Su padre ha estado buscando suministros médicos en farmacias, el mercado negro y Colombia. New Tork Times.

La llegada de las donaciones estadounidenses de alimentos y suministros médicos a la frontera entre Colombia y Venezuela a principios de febrero prometía ser un salvavidas para la familia Casique y para decenas de otros pacientes en condiciones críticas o con enfermedades crónicas graves que fueron entrevistados la semana pasada por The New York Times.

No obstante, la entrega de la ayuda ha quedado en el centro de una confrontación política creciente entre el presidente Nicolás Maduro y la oposición del país, y el punto muerto ha mantenido los suministros detenidos en un almacén aduanal en la ciudad fronteriza de Cúcuta, en Colombia, durante casi dos semanas.

Los pacientes con enfermedades crónicas en Venezuela afirman que el teatro político alrededor de la ayuda ha eclipsado sus necesidades con consecuencias catastróficas.

A Samuel Hernández, de 10 años, le amputaron el brazo después de que fue electrocutado al intentar arreglar cables eléctricos en su casa durante un apagón. Los médicos no pueden operarlo porque no cuentan con todos los medicamentos ni los suministros necesarios: “[El gobierno] está tratando de tapar el sol con un dedo al fingir que no necesitamos esa ayuda”, dijo Marycarmen Ochoa, madre de Samuel.

En el ala pediátrica del Hospital Central de San Cristóbal, las madres desesperadas recorren los pasillos con listas de los medicamentos agotados que necesitan para las operaciones de sus hijos. Otras se sientan en un letargo impotente cerca de la sala de cuidados intensivos, donde sus bebés están en soporte vital y batallan contra enfermedades bacterianas evitables.

“Siento mucha angustia y desesperación”, dijo su madre, Irene Marín, de 21 años. “Yo la veo tan inocente”.

Muchas otras familias que no tienen acceso a dinero en efectivo para adquirir suministros importados consideran que la ayuda humanitaria retenida es su última oportunidad para salvar a sus hijos.

“Por favor, que la dejen pasar, en verdad la necesitamos”, dijo Yuritza Montero, abuela de un niño de un mes de nacido que padece una infección bacteriana, mientras contenía las lágrimas. “Sé que esta ayuda puede salvar vidas”.

Sobre el muro, un cartel escrito a mano dice: “La salud no tiene afiliación política”.

El 19 de febrero aseguró que el país está en condiciones para exportar medicamentos. Describió la ayuda estadounidense como un caballo de Troya cuyo propósito es derrocar a su gobierno, y mantiene un bloqueo del puente entre Venezuela y Cúcuta con barricadas y soldados.

Al otro lado del puente, los líderes de la oposición venezolana, junto con sus anfitriones colombianos, han descrito la entrega de esta ayuda como parte de un plan para sacar a Maduro. Ellos buscan eliminar el control de Maduro sobre el reparto de los medicamentos y la comida, una de las herramientas que ha utilizado para garantizar la lealtad. Los opositores también esperan que las fuerzas armadas venezolanas, pilar clave de apoyo a Maduro, se ponga en su contra si se ven obligadas a interferir entre el pueblo y los suministros de emergencia.

Cientos de bolsas de ayuda humanitaria para los venezolanos están sentados en un almacén en el lado colombiano de un puente fronterizo entre los dos países, en Cúcuta, Colombia,

Para ello cuentan con el respaldo firme de Estados Unidos. El presidente de ese país, Donald Trump, advirtió el 19 de febrero a los militares venezolanos que si seguían impidiendo que la ayuda entre a Venezuela “perderían todo”.

Stefanny Villamizar tenía 2 cuando recibió un trasplante de riñón que le salvó la vida, pero el órgano falló por falta de acceso a los medicamentos que necesita para seguir saludable. A los 17, Stefanny necesita hemodiálisis para sobrevivir, pero los suministros para el tratamiento son difíciles de conseguir. “Me emocioné tanto cuando oí lo de la ayuda”, dijo.

Stefanny Villamizar, de 17 años, cuyos riñones se han convertido en un órgano sano, en San Cristóbal, Venezuela. Ahora depende de la diálisis para vivir. “Me emocioné mucho cuando me enteré de la ayuda”.

Juan Guaidó, líder de la oposición que se juramentó presidente encargado y ha sido reconocido por Estados Unidos y aproximadamente cincuenta gobiernos más, ha prometido que los convoyes pasarán a partir de este sábado y ya viajó a la frontera con Cúcuta para supervisar esa situación.

Artistas de pop latino, incluyendo a Maluma y Juanes, se presentaron este viernes en Cúcuta para un concierto en vivo, Venezuela Live Aid, organizado con algo de premura. El gobierno venezolano montará su propio espectáculo al otro lado de la frontera.

Concierto benéfico Venezuela Aid Live, celebrado en un puente que lleva a Venezuela, en Cúcuta, Colombia

A medida que escala el teatro político en la frontera, algunos líderes de la oposición han reconocido que no se está haciendo lo suficiente para garantizar el paso de los suministros y que lleguen a las manos de la gente necesitada.

“El reto es tener en mente las necesidades humanas mientras se da esta lucha política”, dijo Feliciano Reyes, director de Acción Solidaria, una organización sin fines de lucro que importa pequeñas cantidades de medicamentos donados y los distribuye directamente a pacientes y médicos.

Aurelio Galán, funcionario de educación de San Cristóbal, se trasladó el pasado 16 de febrero, en un exhaustivo viaje por caminos sinuosos y montañosos cuando hacía un calor abrasador, hasta Cúcuta para ser parte de una manifestación que exigió el paso de los suministros médicos. Luz Marina, esposa de Aurelio, estaba a su lado, aferrada a una bolsa de plástico de solución para diálisis; tuvo que comprar la bolsa en Colombia, pues la clínica gubernamental a la que acude dejó de proveerla desde enero.

El suministro de una semana equivale a un mes completo del salario de Aurelio. Él aseguró que pronto ya no podrá comprarlos.

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