“Me dijeron que me iban a dejar peor que a Alexis”, narra profesor detenido en protesta de Cancún

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Ciudad de México.- 12 de noviembre/ Cancún, Q. Roo.- Ensangrentado, luego de la golpiza; aturdido por los gritos de las siete jóvenes que, en llanto, exigían a los policías municipales de Cancún quitarles las manos del cuerpo, luego de ser detenidas y ocultadas en los bajos del Palacio de Gobierno. Así es como Julián Ramírez recuerda los momentos posteriores a la disolución, a balazos, de la protesta realizada por centenas de personas para exigir justicia para Bianca Alejandrina, “Alexis”, víctima de feminicidio.

Ramírez, “El profesor”, como es ubicado el director del Colegio Kukulcán, fue uno de los ocho detenidos por agentes municipales, la noche del nueve de noviembre pasado, cuando los oficiales se abalanzaron hacia la multitud, echando tiros con armas de fuego para dispersar una manifestación inicialmente pacífica, que degeneró en ataques a las instalaciones del Palacio Municipal, sustracción y quema de documentación, daños al mobiliario y el ingreso forzado al interior del inmueble.

En las instalaciones de la Fiscalía de Justicia, a donde acudió a presentar una denuncia penal por los delitos de lesiones, abuso de autoridad, privación ilegal de la libertad, tortura, amenazas, homicidio en grado de tentativa o lo que resulte y robo a mano armada, en su agravio, Julián relató que “una gran cantidad” de policías municipales salieron de los costados del Palacio municipal, accionando sus armas de fuego hacia todos lados.

Eran aproximadamente las 19:42 horas, cuando comenzaron las detonaciones de armas de fuego, el desconcierto inicial y en segundos, la estampida de niñas, adolescentes, jóvenes, varones, adultos mayores, corriendo en dirección contraria al Palacio, rumbo a la avenida Tulum, mientras los disparos de arma de fuego se volvieron continuos.

“¡Putas! ¡Pinches viejas! Ahora sí van a aprender, para que no se manifiesten, para que no estén saliendo”, expresó Julián, citando lo que gritaban los agentes municipales durante la persecución a las y los manifestantes, a quienes golpearon con toletes.

En su propia carrera, Ramírez se dio cuenta de que su grabación no se había interrumpido y prosiguió, atestiguando cómo la multitud se atropellaba entre sí y algunos pasaban sobre la gente que había tropezado y caído.

En la escena aparecieron oficiales a bordo de motocicletas, cruzando la explanada que lleva por nombre Plaza de la Reforma, en honor a Benito Juárez, cuyo monumento al pie del Palacio sirvió para que algunas jóvenes intentaran cubrirse de las balas, mientras a unos metros los policías cortaban cartuchos.

De pronto se percató de que a un ex alumno suyo, “gordito a todo dar, le estaban pegue y pegue los policías y él decía ‘¡no, no!’. Estaba en shock, le estaban pegando de macanazos. Fui a decirles, ‘soy su maestro’, y se vinieron sobre mí”.

Los policías le arrebataron el celular con que estaba transmitiendo. Lo mismo intentaron con periodistas y personas que estaban grabando su intervención.

“Me robaron el teléfono, porque la orden era agarrar a quienes grabaron las detonaciones. `¡Agárrenlos, agárrenlos!’, decían, y quienes estén grabando, ‘chingas el teléfono’.

“Hubo policías, quienes al ver que había cámaras, se quitaban las casacas y comenzaron a perseguirnos”, relató.

Julián subraya que todo ocurrió ante los ojos de elementos de la Guardia Nacional, presente en los eventos suscitados en la Fiscalía de Justicia -también atacada por un grupo de jóvenes- y durante la persecución armada, sin que intervinieran para auxiliar a la población.

“Guardia Nacional estaba ahí presente, tiene la obligación, el mandato de hacerse presente cuando hay un ilícito y ahí había un ilícito. Tardaron mucho en aparecer”, señaló, en referencia a que la corporación dilató en entrar a la escena y, cuando lo hizo, fue para resguardar a la policía municipal y al Palacio.

“Yo regresé a la Plaza pensando que con la Guardia Nacional se iba a replegar a la policía y terminaron siendo un canal para que me metieran al Palacio Municipal. Me metieron, me golpearon con palos, macanas; me patearon y me dijeron que me iban a matar, que iba a pagarla por todas.

“Cuando les dije que (Alexis) era mi alumna, me dijeron que me iban a dejar peor que a ella; cuando dije que era un maestro… (le replicaron) ‘para que aprenda’. Que era de Derechos Humanos, que ‘a la verga’ derechos humanos. Esos son los funcionarios públicos de Seguridad Pública que se están formando en el estado de Quintana Roo”, subrayó.

En medio de su propio terror, Julián, quien “nada más veía macanazos”, alcanzaba a escuchar los gritos de las siete jóvenes que, como él, fueron detenidas, esposadas y llevadas al interior del Palacio municipal.

“Escuchaba gritos de compañeras, de mujeres detenidas adentro; que las soltaran, que no les pegaran: ‘Déjame de golpear, sácame los dedos de ahí’”, describe, al señalar que los agentes municipales no permitían el ingreso de los observadores de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDHQROO), que se desplegaron durante toda la protesta.

“No dejaban pasar a los observadores de Derechos Humanos; negaron que hubiera detenidos, pero sí revoltosos. Yo estaba totalmente ensangrentado, me seguían golpeando; en algún momento logra meterse un observador de Derechos Humanos y ahí es cuando los policías se separan y se alejan de las compañeras; las tenían hasta la parte de atrás donde no había una sola luz”, ahondó.

Después de llevarlos a las instalaciones de Seguridad Pública y luego a la Fiscalía, finalmente les soltaron.

A toro pasado, visiblemente golpeado y luego de presentar su denuncia, integrada a la carpeta de investigación 18411/ 2020, Julián comparte varias reflexiones sobre lo sucedido, en donde destaca que la agresión directa de los policías municipales hacia personas desarmadas, va más allá del resguardo de edificios públicos o de meter orden ante “los modos” de una manifestación.

“No pueden salir a una manifestación de civiles desarmados, con toletes, con (armas) R15, con (pistolas) 9 milímetros a dispararle a la población civil, a periodistas; había ahí observadores de Derechos Humanos, maestros, familiares. Había niños.

“Exigimos justicia. No puede quedar entre unos cuantos policías, porque ellos recibían órdenes. Y lo más importante es que exigimos justicia para ‘Alexis’, mi alumna, y para todas las mujeres desaparecidas, violadas, víctimas de trata, en este estado donde el feminicidio es una pandemia. Cancún no es un paraíso; aquí están matando mujeres”, afirmó.

Bianca Alejandrina de 20 años, desapareció el 7 de noviembre y sus restos fueron encontrados al día siguiente en bolsas de plástico. Su feminicidio, sumado al asesinato en agravio de otras 49 mujeres, en lo que va del año, llevaron a más de mil personas a protestar en Cancún y, simultáneamente, en ciudades como Playa del Carmen, Cozumel y Chetumal, el lunes pasado.

(EL UNIVERSAL)

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