María, mujer que murió tras recibir vacuna anticovid, disfrutaba de la vida en el campo

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HIDALGO.- Como todas las mañanas María Solís Godínez, de 75 años, se levantó temprano. Las labores del campo obligaban a estar de pie desde antes que saliera el sol, aunque por la pandemia de covid-19 la rutina era diferente desde hace casi un año en su natal Las Trojas en el municipio de Metepec, Hidalgo.

La comunidad al norte del inicio de la sierra Otomí-Tepehua en el Valle de Tulancingo, es una zona tranquila, donde el covid-19 nunca hizo acto de presencia de forma masiva como en otros sitos de Hidalgo. Aun así, entre todos se cuidaban para que no se diera un brote.

María y su esposo Aurelio Mendoza, de 82 años, formaron una familia numerosa. Trece hijos, de los cuales ocho son mujeres y el resto hombres, una veintena de nietos y una vida plena y dichosa en la zona despoblada.

Ayer, la vida de María Solís Godínez tomaría un rumbo distinto; ella y su esposo se registraron para recibir la vacuna anticovid, la que tanto habían esperado para poder volver a la normalidad; sin embargo, la mujer murió tras recibirla.

En compañía de una de sus hijas, el matrimonio partió rumbo a la Estación Apulco, la cabecera municipal de Metepec, que a pie toma un tiempo de aproximadamente 30 minutos. Ahí, el gobierno federal instaló uno de los módulos para aplicar la vacuna a la población de la región con apoyo de la Brigada Correcaminos.

María y Aurelio acudieron a la cita puntualmente y esperaron su turno, mostraron sus identificaciones y se sentaron para ser atendidos por el personal médico. Minutos antes del mediodía tocó el turno a María para recibir su primera dosis de la vacuna de Sinovac.

La jornada transcurría de forma habitual y sin contratiempos como en otras sedes de la vacunación; en Pachuca, Huejutla, Villa de Tezontepec miles de dosis que ya habían sido inyectadas a hidalguenses adultos mayores y personal médico sin ninguna consecuencia.

La enfermera pidió a María permanecer sentada unos minutos después de la aplicación, sin embargo, comenzó a sentir mareos y ganas de ir al baño. Su esposo Aurelio la auxilió para que se incorporara y pensaron que se trataba de alguna reacción pasajera.

María se desvaneció en el sitio, por lo que se tuvo que pedir el apoyo de una ambulancia para el traslado a la clínica del IMSS en Metepec, la más cercana. Por desgracia, al llegar al hospital ya no presentaba signos vitales. María y Aurelio siempre convivieron juntos en el campo.

A ella le gustaba trabajar en la hortaliza en donde producía nopal, maíz, lechuga, diversos productos que no sólo servían para el autoconsumo, sino que les permitían tener un ingreso. Una de sus familiares llevaba a la venta la cosecha.

La tarde del jueves 11 de marzo, dos de sus nietos esperaban afuera de la Procuraduría de Hidalgo, a que les fuera entregado el cuerpo de su abuela; llevaban más de 12 horas de peregrinar entre Metepec, Tulancingo y ahora Pachuca para poder retornar al pueblo con los restos de María para que fuera velada conforme a las tradiciones.

Sin embargo, la autopsia de ley para determinar el riesgo biológico retardó el proceso; llegaron tíos y otros parientes, todos unidos en torno al dolor por la pérdida de la jefa de la familia. En su honor, buscan darle digna sepultura y una despedida donde todos puedan buscar consuelo a la tragedia.

Sobre las causas se muestran escépticos, no quieren especular pero tampoco estar más esperando. La vida debe seguir y ellos toman fuerza en sus recuerdos, los más bellos, junto a María, su abuelita.

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