Llegan 100 africanos y haitianos a Guatemala; buscan llegar a EU

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Migrantes

Elizabeth, congolesa de 6 años de edad, sonríe, brinca y se divierte en la subestación 23-33 de la Policía Nacional Civil (PNC), ubicada en la frontera de Guatemala con Honduras, donde llegó en la madrugada de la mano de sus padres junto con dos grupos de 100 inmigrantes de África y Haití, quienes durante meses han viajado desde Brasil con el objetivo de ingresar a Estados Unidos.

En la oscuridad, un primer grupo de 74 africanos y haitianos descendió de los camiones que llegaron de Tegucigalpa, Honduras, y fue entonces que un oficial de la PNC en ese punto fronterizo, Nelson Ordóñez, encendió la torreta de su patrulla, por si se registrara alguna emergencia, ya que en otras ocasiones, algunas mujeres han caído al suelo por hambre y cansancio.

No hubo ningún problema. Los inmigrantes entregaron en el puesto policial y migratorio el salvaconducto que recibieron para recorrer Honduras por 48 horas luego de dejar Nicaragua, el país más difícil de su travesía.

“No español”, exclamaban los extranjeros al momento que los reporteros se acercaban a ellos para conocer cómo les ha ido en su periplo.

“Nicaragua muchos problemas”, dijo uno de ellos.

Los perros ladraban al escuchar la marcha de los inmigrantes a su paso por las casas asentadas a lo largo de la carretera en el lado hondureño.

– ¿Cómo se encuentran?

– Sí, cansados, desde ayer comimos. Estamos cansados, aseguraban los inmigrantes en la carretera que bordea cerros con cafetales.

Funcionarios de la frontera del lado guatemalteco esperaban que dieran las 6:00 horas para que abrieran sus puertas, cuando los africanos y haitianos se aproximaron al edificio hasta donde llegaron elementos de la PNC de Guatemala para decirles que no podían entrar a este país, por lo que solo les quedaba la opción de “entregarse” a la corporación y que ésta los remitiera a la Dirección de Migración de la capital.

Los gallos anunciaban el amanecer cuando los 74 inmigrantes esperaron para tomar una resolución.

Los hombres que iban al frente del grupo conversaban entre ellos en su idioma, que no era francés ni portugués, y después de una espera de 15 minutos, aceptaron la propuesta de los oficiales de la PNC.

En el grupo entonces caminó por donde iba el oficial Manuel Pérez.

“Por acá”, dijo y extendió la mano derecha para señalar dónde se ubicaba la subestación. “Necesito que todos me acompañen”, pidió.

En la puerta de la corporación, el agente dio nuevas instrucciones.

“Necesito que en esta libreta anoten su nombre, edad y país de origen. Pueden usar el baño”, les dijo.

Una niña tosía y mientras bajaban las mochilas, los africanos y haitianos llenaban sus botellas de agua del grifo.

La madre de Elizabeth que llevaba una mascada azul con tonos amarillo en la cabeza y una niña en brazos dijo que no quería hablar con los reporteros y se tapó el rostro con la cobija que cubría a la niña. Un oficial de aduanas de Guatemala aseguró que este grupo es el más numeroso que se ha visto en los últimos días y agregó que saben que muchos de los inmigrantes han tomado otros pasos clandestinos entre Honduras y Guatemala para tratar de llegar a Chiquimula, que es la cabecera departamental.

A las 6:06 horas, Romel LaGuerre, de 30 años de edad y originario de República del Congo, era uno de los 26 del segundo grupo que llegó frente a la subestación de la PNC.

– ¿Cómo te encuentras?

– Muy cansado. He caminado mucho desde Panamá, caminé siete días. En Nicaragua no nos dejaban pasar. En Honduras no hubo problemas. Ahora estamos en Guatemala y no sé cómo nos va recibir.

– ¿Es crítica la situación en Nicaragua?

– Sí. Hay muchos hermanos de raza detenidos ahí. No puedo estimar cuántos hay varados.

Antes del arribo del segundo grupo, una decena de hombres y mujeres atravesó la frontera, mientras los agentes atendían a los 100 en la subestación.

Más tarde, en una patrulla de la PNC, un africano fue transportado en la patrulla de un oficial apellidado Del Cid con dirección a la subestación.

“Nuestra misión es ayudar a estas personas, porque hay gente que les está cobrando hasta 50 y 60 dólares para llevarlos a la capital. La PNC los está apoyando con trasporte para que sean trasladados a Migración”.

En tres meses, la subestación de Agua Caliente ha puesto a disposición de la Dirección de Migración, ubicada en la zona 5 de la capital del país, a 380 africanos, detalló Del Cid.

En Esquipulas, Ana Ruth Alvarado, una mujer de 48 años de edad y dueña de un restaurante, se había preparado con casi 100 raciones de comida para los africanos y haitianos, pero cuando se dio cuenta de que no llegaron, se trasladó hacia Agua Caliente para llevar los almuerzos hacia ese punto.

Dos haitianos que permanecieron durante tres días en Esquipulas decidieron caminar hacia la frontera con México antes del mediodía.

“Nos vamos para allá. Esperamos que todo salgo bien”, dijo uno de ellos.

Mientras los inmigrantes aguardan en la subestación de la PNC el arribo del camión, Elizabeth juega y sonríe y con los dedos de las manos asegura que tiene 6 años.

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