“Roy, el ambientalista anfibio”
Cosa curiosa, Roy nació humano con alma de anfibio. Nadó por nueve meses en el vientre de una mujer cuya placenta lo mantuvo a resguardo. Ya en el exterior comenzó a fraguarse una extraña metamorfosis en su alma llevándolo a ser una persona auténtica.
Hoy Oaxaca, México y el mundo entero llora la pérdida de un grandioso biólogo en embrión. Me atrevería a decir que era el único biólogo innato que existía en todo el país, esa clase de estudioso de la naturaleza que lo hace de un modo pasional, entregado, invirtiendo horas y quedar siempre insatisfecho de los nuevos descubrimientos.
Roy nació y creció en la región zapoteca Loxicha, en Oaxaca, y como se ha dicho desde un inicio, nació con una pasión adherida a su espíritu, una pasión, un gusto por el estudio de la naturaleza, en particular por los anfibios y serpientes. Su vida, como la de los anfibios a los cuales estudiaba con entereza, había logrado alcanzar una especie de mito y de magia al mismo tiempo. Aun cuando el folclor ha tomado a los anfibios como algo maligno, muy al contrario, el alma pura de Roy era visto en la comunidad como un personaje especial cargado de mucho carisma. No se le conocían enemigos pues hasta a él mismo le costaba trabajo identificar cuando una persona traía malas intenciones. Era muy apreciado en las comunidades pues nunca se guardaba sus descubrimientos. Le agradaba inyectarles a los niños todo cuanto veía bosque adentro pues uno de sus muchos pensamientos era justamente entregar un mundo en condiciones respirables a las nuevas generaciones.
Desde muy chico Eugui Roy Martínez Pérez, supo de la anfibología que existía en su vida. Por un lado crecer en una comunidad violentada por el crimen organizado y por otra, el salir, escapar, huir, internarse bosque adentro y respirar profundo, ser quien era en realidad, un ser humano adherido a un mundo de animales que los demás no veían como él.
Como ocurre casi siempre con losentes especiales, con esos cuya personalidad brilla mucho más que otras, la comunidad miraba a Roy como a un niño enloquecido que jugaba con ejemplares de víbora chatilla, cuya peligrosidad era conocida por todos.
Su metamorfosis fue truncada a los 21 años mientras guardaba su cuarentena por el Covid-19 en el rancho de su propiedad. Ahí, en ese sitio en el que podía ahora sí que dialogar con sus “semejantes” anfibios a quienes estudiaba en cautiverio, fue alcanzado por una violencia que a base de tiros le arrebataron la vida a una promesa de la biología.
Roy poseía un espíritu muy valorado por propios y extraños. Cuando llegaban a la región estudiosos de la naturaleza, la misma comunidad les aconsejaba ir con Roy, no había mejor persona que los pudiera llevar bosque adentro y sin perderse. No había persona mejor capacitada para hablarles de los cientos de animales extraños que existían ahí dentro. Por eso Roy era como los anfibios, un algo relacionado con la fertilidad, la fortuna y la protección.
Entre las muchas cosas de valor que Roy dejó muy en claro, y que causó una conmoción mundial, fueron sus declaraciones, con pruebas en mano, de que la rana (Charadrahylaaltipotens), anfibio que había sido declarado extinto hace cincuenta años, saltaba tranquilamente en su muy querido Oaxaca. Ante la duda que se manifestara en la expresión de algunos investigadores internaciones, fue él mismo quien los condujo, en medio de duras circunstancias, hasta el lugar en el que esa extraña especie supuestamente desaparecida, vivía a sus anchas.
Antes de que su vena experimental fuera truncada, trabajaba en un proyecto en el que evidenciaría el descubrimiento de una nueva especie de víbora, cosa que le fue imposible hacer. A su corta edad cursaba el segundo semestre de biología en el Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca. Tras su muerte cientos de estudiantes revelaron en redes sociales la injusticia y exigieron la reparación del daño, aunque esto sólo incluyera la detención de los culpables.
México no es el único país cuyos ciudadanos matan a sus defensores ecológicos. Nuestros países hermanos, Guatemala, Honduras, Ecuador y otros más, posen sus propios conflictos en este asunto, la problemática es muy conocida. Comúnmente los causantes de toda esta ola de crímenes están relacionada con la tala de los bosques, la minería y otros intereses. Un ambientalista siempre luchará por mantener en pie un árbol milenario, un talamonte, por ende, lo considerará un enemigo, un estorbo.
Roy no es el único ser humano con alma de anfibio. Existen muchos que luchan apasionadamente por cuidar de nuestro país. Unos lo hacen protegiendo las montañas sagradas en tierras potosinas, otros en la selva chiapaneca y otros en la veracruzana. Por fortuna el espíritu de lucha y de sueños no fue algo que se llevó Roy a la tumba; hoy y aquí, flota un vaho espiritual contagiando a muchos que desean continuar con su noble labor. Adieu.
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