La pluma profana de El Markés

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“Abandonando el barco”

Mientras cientos de millones de mujeres celebran el Día de las Madres en muchas partes del mundo, una muy buena parte de féminas, bendecidas con este don de serlo, padecen la desesperanza de ver a sus hijos privarse de la vida, otros estar prisioneros y otros muchos, maltratándolas. En resumidas cuentas, no todas las madres están pasándola súper en esta fecha tan importante. Abandonar el barco de la vida y tomar el crucero de la muerte, es algo tan doloroso para una madre, que ni una representación literaria o teatral, mucho menos cinematográfica podría revelarla.

La escasez de relaciones familiares y la bravata doméstica es uno de los mecanismos que por crueles llevan a otra buena parte de los chicos a privarse de la existencia. Es extraordinario cómo ni el culto ni la administración gubernamental sabe cómo atender para atajar la eminente ola de defunciones de púberes que se les ha venido encima.

La pantalla chica con su emisión televisiva amarillistas y la falta de juicio en casa acaban por hacerle perder la razón al más sensato… y es que es desventurado que siendo la adolescencia en la que el hombre está en integridad para ser feliz, sea al mismo tiempo en momento en el que decidan dejar de vivir.

Los jóvenes optan por abandonar la vida por tres razones: Desilusiones en el amor, abuso e inmoderación en el empleo de estupefacientes, o problemas caseros.

Los frustraciones del amor son atizados por las redes sociales y la distribución del polvo blanco y otros tipos de droga y se venden como barajitas en colegios. No hay hasta el momento acciones reales que pongan en su sitio a quienes con desvergüenza se dedican a comerciar con las juventudes que, junto a los niños son los más endebles.

Destrocemos esa muralla, por más alta que sea, los tiempos son cortos y los momentos que se tienen para convivir con los que más amamos también. Los chamacos imitan a los grandes, a los mayores, a sus padres, principalmente. A posteriori actúan como si tal o cual delito fueran natural. Hoy nosotros hacemos los que nuestros padres hacían y por ello muchas de esas acciones son buenas. Todavía muchos de nosotros tenemos muy arraigados esos principios que hoy la juventud considera anticuados y obsoletos. ¿Qué harán nuestros hijos en el futuro que hoy ven en nosotros?

Los conflictos empiezan en casa cuando los hermanos contienden por la televisión, el videojuego o hasta por la comida. Con el paso del tiempo y cuando los padres son ancianos o han muerto, las propiedades de los difuntos crean nuevos conflictos. Si se infundiera el amor por la familia y por cada uno de sus integrantes, hoy no existieran las cárceles, ni los disciplinarios, mucho menos los hospicios, sitios de vergüenza en los que en una gran mayoría los humanos de la tercera edad son maltratados y tratados muchas veces como cautivos.

La cosa natural es que los infantes lleguen a una etapa juvenil habiendo gozado de la infancia en tiempo y forma. Solo así se forman los seres humanos normales. Para cuando se es hombre, el que antes fue niño debe poseer todas aquellas cualidades mezcla de lo divino y de lo mortal que lo llevarán en línea recta hacia el éxito. El éxito sin mucho preámbulo es ser un bien a la sociedad que lo educó y lo versó en lo necesario para su felicidad.

Podríamos igualmente pensar en que una de las causas que llevan a las mujeres jóvenes al suicidio, es precisamente el abuso y la violencia que se presenta al interior del hogar. Algunos se cuestionan el ¿por qué lo hacen teniendo hijos? Nos preguntamos el si acaso ¿no existirá suficiente amor como para luchar por ellos con todo y que el abusador esté en casa? No hace muchos días se reveló que el estado de Tamaulipas punteaba como el gran triunfador en la escala más vergonzosa de violencia contra las mujeres. La impotencia, el abuso, la degradación y muchas otras causas pueden llevar a una madre de familia joven e inexperta a tomar el camino fácil del suicidio. Existen casos en los que las madres terminan siendo quienes cuidan de los nietos cuando el padre de los menores termina en la cárcel y la madre en una tumba.

De que seguirá habiendo madres llorando en su día, eso es algo que no parará jamás, pero que no sean en nuestra casa, cuidemos a conciencia el amor de esas mujeres que han dado todo por el todo desde que emergimos de sus vientres. Abandonar el barco de la vida para abordar el crucero de la muerte, es algo que les partiría el alma. Pensemos, no una ni dos, antes de tomar una decisión como tal. Adieu.

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