La Gusana Ciega defiende su visión

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El tono contestatario de Molotov, lo provocador de Control Machete y lo socarrón de Plastilina Mosh, todo ello contrastaba con la lírica de La Gusana Ciega. A finales de los años 90, los jóvenes manifestaban su rebeldía de distintas maneras, la de esta agrupación capitalina —surgida en 1993 pero que lanzó su primer álbum, “Merlina”, en 1996— tomaba como base al amor y al desamor.

“Nuestros temas han tenido un enfoque introspectivo, pero a la vez no, algunos pueden ser vistos como un tratado de amor, pero también como crítica social”, reflexiona Lu Martínez (bajo y coros).

A años de distancia, las letras de la agrupación se escuchan cándidas y descriptivas, quizá porque el mundo era así.

El éxito de esta banda, que tuvo una pausa de 2002 a 2005, antecedió a las transformaciones del nuevo milenio, desde la caída de las torres gemelas —La Gusana Ciega canceló su gira por Estados Unidos debido a los atentados—, hasta la llegada de los teléfonos inteligentes.

Las letras de la agrupación, aderezadas con la melodiosa voz de Daniel Giménez, hoy suenan trasgresoras al capturar una visión ingenua y descriptiva del mundo, que parece haberse olvidado entre gadgets e hiperinformación: “No necesito buscar un planeta olvidado, para sentir que tiene sentido ser alguien. Yo quiero decir que la tierra es un sueño”, se escucha en “Invasión estelar”.