La ciencia detrás de cómo los bebés aprenden a hablar; ¿el tuyo ya?

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CIUDAD DE MÉXICO.- Vamosajugarconlapelotarojaminene ¿Lograste entender la frase? Pues así, de corrido y sin espacios claros, es el flujo de palabras que reciben los bebés de los adultos.

Algunas veces, al hablar con bebés, las palabras pueden parecer un flujo continuo y sin pausas. Sin embargo, según expertos en desarrollo infantil, un bebé desde los 8 meses ya puede distinguir palabras en oraciones corridas. Esta habilidad es crucial para su desarrollo lingüístico.

Los primeros balbuceos son signos del inicio de su viaje lingüístico. Si prestamos atención y respondemos a estos sonidos, incentivamos al bebé a producir más. Con el tiempo, comprenden el vocabulario adulto y comienzan a formar sus propias palabras. Elda Alicia Alva, líder del Laboratorio de Infantes de la Facultad de Psicología de la UNAM, comentó a este diario: “La capacidad de expresarse oralmente depende de cómo el niño sincroniza su conocimiento con lo que puede vocalizar. Es un proceso que combina lo aprendido y entendido desde su nacimiento.”

Aunque cada niño tiene su propio ritmo, una exposición constante a estímulos lingüísticos puede acelerar su adquisición del lenguaje. “El lenguaje tiene una función. Se utiliza para expresar sentimientos, pensamientos o conocimientos. A veces, retrasos pueden surgir debido a problemas auditivos, pero en muchos casos, es solo cuestión de tiempo para que el niño empiece a hablar profusamente”, agrega Alva.

Para potenciar el desarrollo lingüístico, es esencial que los adultos interactúen con los niños, les hablen y, crucialmente, les escuchen y respondan a sus preguntas.

El Laboratorio de Infantes de la UNAM, pionero en América Latina, emplea tecnología avanzada para explorar cómo los bebés adquieren el lenguaje. En una cabina especial, el infante, acompañado siempre de su madre, es expuesto a estímulos visuales y auditivos mientras cámaras registran sus reacciones. Estudiando detenidamente sus movimientos oculares, los investigadores han descubierto que, a los 2 años, ya pueden diferenciar entre singular y plural, masculino y femenino, demostrando su asombrosa habilidad para aprender palabras nuevas.

“Si les planteamos una pregunta diferenciando el género del artículo, como ‘¿dónde está la…?’ frente a ‘¿dónde está el…?’, el niño puede anticipar el objeto a nombrar dirigiendo su mirada hacia la imagen adecuada”, concluye Alva, evidenciando su profundo respeto y admiración por las habilidades innatas de los bebés.

La adquisición del lenguaje varía entre un niño y otro. Algunos dicen sus primeras palabras desde los 12 meses de edad, otros tardan. Aunque las razones de estas variaciones no se conocen con exactitud, los psicólogos plantean que si un niño recibe mayores estímulos lingüísticos, podrá organizarlos de manera más eficiente y, en consecuencia, aprenderá más palabras con facilidad.

“El lenguaje es psicofuncional; es decir, si alguien habla es para algo, ya sea expresar lo que siente, piensa o conoce. En algunos casos, el retraso puede deberse a deficiencias auditivas, pero en la mayoría de las veces la sugerencia es esperar la explosión del habla en cualquier momento.”

No obstante, los adultos pueden hacer mucho para estimular el lenguaje en la infancia: interactuar continuamente con el pequeño, hablarle y, sobre todo, escucharlo y responder a sus preguntas.

La exploración de la mente del bebé a través de los ojos es una ventana a la comprensión de la adquisición del lenguaje. Esto es posible gracias a la tecnología con que cuenta el Laboratorio de Infantes de la UNAM, único en su tipo en América Latina.

Ahí el bebé, siempre acompañado de su madre, entra a una cabina equipada con cámaras de video y dos pantallas. Los psicólogos le presentan una serie de estímulos visuales y sonoros (por ejemplo, la palabra “plátano” y al mismo tiempo, la proyección de dos imágenes, el fruto es una de ellas).

Las cámaras graban todas las reacciones del infante. Luego los especialistas analizan de manera especial el movimiento de sus ojitos para reconocer aquello que llama su atención. Así, los estudiosos del lenguaje infantil han identificado que a partir de los 2 años de edad, los niños distinguen entre singular y plural, masculino y femenino, así como su impresionante capacidad de aprender nuevas palabras.

La “parentese” puede mejorar el desarrollo del lenguaje en bebés, según un estudio
En 2012, investigadores de Florida revelaron que los bebés no sólo aprenden a hablar por medio del oído, sino que también leen los labios. Durante una fase crítica de desarrollo, desde los seis meses de edad, los infantes cambian su enfoque de mirada para estudiar las bocas de las personas cuando les hablan, ayudándoles a entender cómo mover sus labios para replicar los sonidos. Este proceso de “lectura de labios” persiste hasta su primer cumpleaños, momento en el cual sólo vuelven a esta técnica si escuchan sonidos desconocidos de un idioma extranjero. Este hallazgo, que destaca la complejidad y adaptabilidad del aprendizaje temprano del lenguaje en bebés, fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Un reciente estudio ha arrojado luz sobre el beneficio del lenguaje infantil, conocido como “parentese”, que se caracteriza por tener un tono agudo y un ritmo lento, en el desarrollo del lenguaje de los bebés. Durante mucho tiempo, se ha establecido una relación entre las interacciones verbales de los padres con los bebés y el desarrollo del lenguaje en estos últimos. Si bien se sabe que los niños hablan y comprenden más palabras cuando interactúan verbalmente con sus cuidadores, el tono y ritmo específicos con los que se les habla no se habían estudiado a fondo.

El estudio, dirigido por Naja Ferjan Ramirez de la Universidad de Washington en Seattle, se centró en el “parentese”, un patrón de habla común en muchos idiomas que se distingue por su tono agudo, ritmo lento y entonación exagerada. Se asignaron aleatoriamente 71 familias con bebés en desarrollo normal para recibir capacitación sobre cómo hablar a los infantes utilizando “parentese”, mientras que otro grupo no recibió tal coaching.

Los resultados fueron notables: las familias que recibieron capacitación hablaron más en “parentese” y tuvieron interacciones más recíprocas con sus bebés, lo que resultó en un desarrollo del lenguaje más avanzado a los 18 meses. Curiosamente, los beneficios asociados con la capacitación fueron consistentes entre diferentes grupos socioeconómicos.

No obstante, una limitación del estudio es la posibilidad de que las familias, al saber que estaban siendo grabadas, pudieran modificar su comportamiento. Sin embargo, los hallazgos recalcan la importancia de la interacción entre padres e hijos en el desarrollo del habla del niño.

El “parentese”, común en muchas culturas, podría ayudar a captar la atención de los bebés y facilitarles la diferenciación entre sonidos. Según Dr. Caroline Kistin, investigadora que no participó en el estudio, este tipo de habla parece involucrar a los bebés de manera distinta, y el ritmo lento podría ofrecer más oportunidades de interacción conversacional entre padres e hijos. Es más, la calidad de esta interacción podría ser incluso más crucial que la cantidad de palabras que escuchan los bebés.

¿Qué otros estudios científicos existen al respecto?
La investigación sobre el desarrollo del lenguaje en los bebés y cómo estos procesan y adquieren el lenguaje ha sido un tema de interés para la comunidad científica durante décadas. Varios estudios e investigaciones han abordado este tema desde diversas perspectivas y metodologías. A continuación, se presentan algunos estudios y descubrimientos relevantes relacionados con el desarrollo del lenguaje en la infancia:

Estudios sobre el efecto del “Habla dirigida al bebé” (Infant-directed speech): Estos estudios han demostrado que el tono agudo y melódico que a menudo usamos al hablar con bebés (conocido como “motherese” en inglés) puede ayudar a los infantes a prestar más atención y facilitar el aprendizaje del lenguaje.

Reconocimiento de palabras antes del habla: Investigaciones han demostrado que los bebés pueden reconocer palabras mucho antes de poder pronunciarlas. Por ejemplo, saben lo que significa “mamá” o “papá” antes de poder decir estas palabras.

Habilidades bilingües desde la infancia: Estudios en bebés criados en hogares bilingües han mostrado que pueden distinguir entre los dos idiomas desde una edad muy temprana y pueden desarrollar habilidades en ambos idiomas simultáneamente.

El efecto de la exposición musical: Algunas investigaciones sugieren que la exposición a la música puede acelerar el proceso de aprendizaje del lenguaje en los bebés, ya que ambos, la música y el lenguaje, tienen ritmos y patrones que el cerebro necesita identificar.

Reconocimiento de patrones gramaticales: Estudios han encontrado que los infantes tan jóvenes como de 7 meses pueden reconocer patrones en el lenguaje, como la estructura gramatical, lo que sugiere que el cerebro está preparado desde muy temprano para aprender las reglas del lenguaje.

Investigaciones sobre la sordera y el lenguaje: Los estudios con bebés sordos han demostrado la importancia de la exposición temprana al lenguaje, incluso si es a través de un lenguaje de señas, para el desarrollo neurológico y cognitivo normal.

Efectos del ambiente lingüístico: Investigaciones han demostrado que los bebés que son expuestos a un ambiente rico en lenguaje, con conversaciones frecuentes y variedad de palabras, suelen desarrollar habilidades lingüísticas más rápidamente que aquellos en ambientes menos verbales.

Estos son solo algunos ejemplos del vasto campo de investigación sobre el desarrollo del lenguaje en la infancia. La ciencia continúa descubriendo y comprendiendo mejor cómo los seres humanos adquieren y procesan el lenguaje desde sus primeros días de vida.

La doctora Elda Alicia Alva Canto es una destacada psicóloga y académica, graduada de la UNAM. Posteriormente, continuó sus estudios de maestría en la Universidad de Texas. Regresando a la UNAM, realizó un doctorado en Psicología General-Experimental y se sumergió en investigaciones sobre la psicología del desarrollo de los infantes, centrándose particularmente en el desarrollo del lenguaje. Con más de dos décadas de experiencia, dirige el único Laboratorio de Infantes en Hispanoamérica, centrado en la vanguardia de la investigación del lenguaje infantil.

Su notable trayectoria la llevó a presidir la Sociedad Mexicana de Psicología. Es autora de libros clave en su área, incluidos “Un diccionario para mí” y “Del universo de los sonidos a la palabra”. La Dra. Alva Canto ha sido una presencia recurrente en congresos alrededor del mundo y ha formado a numerosos estudiantes, supervisando tesis de licenciatura, maestría y doctorado. Actualmente, forma parte del cuerpo académico de la Facultad de Psicología de la UNAM y del Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT.

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