BAJA CALIFORNIA.- Pese a las bajas temperaturas y la precariedad en un predio de la Garita del Chaparral, en Tijuana, algunas maestras, como Maribel Alvarado, desde temprano imparten clases a niños migrantes en una escuela improvisada en lo que se resuelve su situación migratoria.
Así, sin inmobiliario mas que sólo una mesa, propiedad de otra profesora, da sesiones educativas a niños provenientes de Guatemala, El Salvador e incluso, a algunos que son nacidos en Estados Unidos.
Esta es la realidad del campamento migrante a 36 días desde que llegaron los primeros pobladores a este predio en donde se instalaron cerca de 300 casas de campaña para así formar una pequeña comunidad en la que hay incluso una pequeña escuela.
“Soy Madre Soltera, soy voluntaria, nadie nos está pagando. Estamos en una situación difícil, porque ellos tienen las ganas de estudiar, necesitamos sillas, mesas, útiles escolares para que ellos puedan seguir estudiando”, dijo la maestra de campamento migrante, Maribel Alvarado.
Los indocumentados, en su mayoría de Centroamérica, tienen un comité para las mil 500 personas que habitan desde mediados de febrero cuando Joe Biden abrió la frontera a solicitantes de asilo.
“Ha sido difícil, ya que ni autoridades federales ni otra autoridad mexicana nos han brindado el apoyo con los baños y regaderas; es difícil luchar nosotros mismos si no tenemos un apoyo. Nos hemos organizado para protegernos y como nunca nos trajeron los baños creo que vamos a buscar la alternativa”, comentó Yaniana, una migrante.
También hay un periódico mural donde leen la información de los medios de comunicación sobre ellos.
“Este periódico es lo que la prensa habla de nosotros, dicen que somos caravana y no lo somos, porque hay muchas personas que vienen y graban a los niños, venimos por persecución, nos miran a través de un medio de comunicación y tenemos miedo, por eso nos hemos organizado y hay seguridad, y ellos hacen la labor de no pasar a ninguna prensa sin autorización”, explicó el Director Atención al Migrante de Tijuana, José Luis Pérez.
El director de atención al migrante de Tijuana, explicó que dentro del campamento hay violencia e inseguridad, misma que afecta a los menores de edad que habitan allí.
Hay una situación lamentable, dolosa, que lastima más que nada a los niños, lo que hemos hecho es atender las necesidades básicas inmediatas lo que personalmente me ha involucrado es el registro de niños, y los casos de violencia que se presentan, robos, amenazas, intento de violación”
Los migrantes siguen llegando, sin agua, sin baños, y sin comida; permanecerán en la Garita, esperando se resuelva su situación migratoria.
“Mientras no nos den una respuesta aquí nos vamos a quedar. Tenemos frio, lluvia, tenemos sol y aquí vamos a estar hasta que nos den una respuesta”, dijo Rosemary, una migrante que busca el sueño americano.
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