Hace 35 años murió El Santo

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Rodolfo Guzmán Huerta, se convirtió en “El Enmascarado de Plata” en 1942, desde donde forjó la mayor leyenda de la lucha libre mexicana, murió a los 67 años por un infarto fulminante.

Hoy se cumplen 35 años de la muerte de Rodolfo Guzmán Huerta, aunque su nombre no es tan conocido, ya que su fama la alcanzó arriba del ring desde 1942 bajo el nombre de El Santo, “El Enmascarado de Plata”, una leyenda de la lucha libre mexicana.

Guzmán Huerta nació el 23 de septiembre de 1917 en Tulancingo, Hidalgo, antes de convertirse en luchador, practicó otros deportes como el beisbol y el futbol americano, tiempo que además aprovechó para aprender otras disciplinas de contacto, como Jiu-jitsu y lucha grecorromana.

Inició su carrera como luchador en 1934 en el céntrico barrio de Tepito, en la Ciudad de México, donde adoptó nombres como “Hombre Rojo”, “Enmascarado” “Murciélago II” y el “Demonio Rojo”.

Sin embargo, contrario a los apelativos que había elegido con anterioridad, Jesús Lomelí, su entrenador en aquel entonces, le recomendó a Huerta que peleara bajo el seudónimo de El Santo.

El Santo debutó en la Arena México, cuando la lucha libre empezaba a tomar auge entre el público mexicano, que disfrutaba de otros deportes como el boxeo, el futbol y el beisbol, pero la lucha tomó un lugar importante en la cultura mexicana, que con el tiempo se volvió una pasión que ha dado la vuelta al mundo.

En principio “El Enmascarado de Plata” formó parte del bando de los rudos, pero con el paso del tiempo se cambió a los técnicos, pues su nombre de batalla así lo exigía, por lo que formó parte de los “buenos” en el universo de la lucha libre.

Sus movimientos y grandes lances dentro y fuera de los encordados no fue lo único que lo inmortalizó, su fama despegó cuando José Guadalupe Cruz decidió inmortalizarlo en una tira cómica bajo el homónimo del luchador que se imprimía cada semana y llegó a ser tan popular que vendía cerca del millón de ejemplares.

Fue entonces que la figura de “El Santo” toma tintes históricos y de leyenda, ya que de un momento a otro su figura plateada pasa al mundo del cine con gran éxito en un sinnúmero de películas.

En 1958, José Rodríguez Ruelas produce Santo contra el Cerebro del mal, primera cinta del conocido luchador, que fue filmada en Cuba con poco presupuesto, pero significó el despegué de Huerta en la cinematografía, donde terminó rodando más de 50 cintas de acción y aventura.

Tras 52 filmes, el Santo dejó de filmar, pues los productores estaban más interesados en otros proyectos; además, la edad del luchador se convirtió en un factor importante y Santo en la furia de los karatecas se convirtió en su último trabajo cinematográfico dentro de los foros.

En el cuadrilátero, El Santo jamás perdió su máscara en combate, donde con “La Quebradora”, “La de a Caballo” y “La Plancha” fueron las llaves favoritas del luchador que abarrotaba las arenas y todo recinto en donde se presentaba, el grito de “SANTO, SANTO, SANTO” era ensordecedor, hasta que en 1982 decidió poner fin a su carrera profesional.

Para su despedida, tuvo tres grandes peleas, la primera en el Palacio de los Deportes, la segunda en la Arena México y la tercera el 12 de septiembre en el Toreo de Cuatro Caminos, en una función donde estuvieron “Gori” Guerrero, el Huracán Ramírez y el Solitario frente al Texano, Signo, Negro Navarro y el Perro Aguayo.

Tras haber forjado una gran carrera, convertirse en uno de los grandes ídolos del deporte mexicano, ser conocido internacionalmente por sus hazañas en el ring y en las películas, donde al lado de Blue Demon siempre derrotaban a los monstruos y científicos que amenazaban por apoderarse de la Tierra, vino su inesperado fallecimiento.

La desaparición de El Santo ocurrió un cinco de febrero de 1984, luego de haber actuado en el Teatro Blanquita de la capital del país, el legendario luchador sufrió un infarto al miocardio que le ocasionó la muerte casi de manera instantánea a los 67 años de edad.

Las escenas de las exequias para el más famoso luchador que haya dado México en su historia fueron apoteósicas, con decenas de miles de personas y fanáticos que observaron el paso del féretro que llegó hasta Mausoleos del Ángel al sur de la Ciudad de México, escoltado por la gran familia luchística de nuestro país que le fue a rendir el homenaje que merecía el hombre que proyectó la lucha libre a todo el mundo.

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