Estrés y conatos de peleas, así se vive el desabasto de gasolina en Guanajuato

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LEÓN.- Los gritos, rechiflas y los sonidos del claxon de los autos acompañaron a Jorge Orozco, quien durante dos horas se formó  para llenar de gasolina el tanque de su motocicleta. “¡A la cola!, ¡a la cola!”, vociferaban hombres y mujeres impacientes a los conductores que intentaban meterse a la fila.

Los 27 grados centígrados que marcaba el termómetro se reflejaron en el sudor que corría bajo el casco negro de un cliente. Su andar en las calles comenzó a las 08:00 horas, tuvo que llevar a su hijo a la escuela a pie y no en su vehículo. Jorge, de 30 años, pasó hambre y no abrió su taller eléctrico en la ciudad de León, puesto que necesitaba la gasolina para ir a comprar las refacciones de sus consumidores. Desde el viernes pasado, agregó: “No he podido surtir bien”.

A las 10:00 horas llegó a su taller por su motocicleta   y un galón de 20 litros, y partió en busca del combustible.

Recorrió los bulevares Delta, Timoteo Lozano y Morelos; en este último se detuvo en negocios con al menos 200 automóviles formados.

EL UNIVERSAL siguió su trayecto. Fue a la G500, en Morelos, y a la Shell, entre los bulevares Vértiz Campero y Valtierra. El joven se formó detrás de 80 vehículos, en minutos quedó en medio.

“La gente está muy estresada, hasta se querían pelear”, dijo a unos metros de distancia de motociclistas que retaban con insultos a un conductor de un vehículo que intentó meterse a la fila.

“A todos nos pega un buen. No se sabe quién tiene la culpa del desabasto, si los del gobierno o los huachicoleros, uno no sabe ni quién ni para dónde darle. ¡Imagínese si [el presidente Andrés Manuel López] Obrador hubiera dicho que no iba a haber gas, nadie vota por él!”, comentó.

Después de seis horas de peregrinar, a las 15:41 horas, llegó su turno.

“Ni siquiera he comido nada”, lamentó, al tiempo que una empleada le despachaba la gasolina. Pagó 725.13 pesos, cargó su garrafa llena como si fuera una mochila y arrancó.

Luego siguió el turno de un joven quien llegó en un camión foráneo de Silao, con dos galones. “Allá estamos peor”, aseguró. Comentó que no se vale que se perjudique a la gente que trabaja, “está bien que se ataque el huachicol, pero que no dure tanto. Ahora falta la gasolina, al rato va a ser el agua o la comida”.

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