El misterioso piloto de NASCAR que estafó a todos y jamás se supo quién era

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El misterio y el mundo de las carreras son dos conceptos que, curiosamente, en muchas ocasiones se han juntado. Tal es el caso de Rich Energy, un patrocinador de F1 que nunca existió o Mission Winnow, la campaña publicitaria de Ferrari para mantener vivo, de cierto modo, a Marlboro en sus coches.

No obstante, los conductores misteriosos son menos frecuentes, pero hay historias que, de no ser por los registros, parecerían increíbles. Una de estas historias involucran a una persona supuestamente llamada L.W. Wright quien, en 1982, se hizo pasar por un piloto profesional de NASCAR.

A base de mentiras y mucha habilidad, consiguió un patrocinio, equipo, licencias y dinero en cuestión de dos semanas. Esta es la historia del piloto de NASCAR que nunca existió. L.W. Wright, nombre seguramente inventado por el impostor, se presentó un día en las oficinas de Music Row, una compañía disquera argumentando que había sido enviado por dos de los más grandes artistas en la música country de la época.

Según su discurso, Merle Haggard y T.G. Sheppard lo mandaron a la compañía disquera, de la cual ellos formaban parte, para pedir dinero y financiar su carrera de NASCAR. Lo curioso es que el agente de Music Row jamás investigó con los artistas la historia y entregó 37 mil dólares en efectivo a L.W. Wright.

Con ese dinero, Wright compró un Monte Carlo Cup Car de la leyenda local Sterling Marlin, un corredor retirado que, por problemas financieros, vendía algunos de sus coches. Marlin le ofreció su equipo de mecánicos y camión. Wright aceptó con la promesa de que les pagaría después de la carrera por temas de patrocinadores.

No obstante, para competir, requería de la licencia especial de NASCAR que, por obvias razones, no tenía. La solución de Wright fue presentarse en las oficinas de los directivos y argumentar que, de algún modo, perdió su licencia y requería una reposición. Por increíble que parezca, las autoridades creyeron la historia de Wright y, luego de pagar la cuota correspondiente, se le entregó la licencia de piloto de NASCAR sin cumplir con los requisitos profesionales para estar en dicha categoría.

Llegó el día de la carrera y, de algún modo, Wright clasificó en el lugar 36 de 40. Lo sorprendente, según los testigos, es que el piloto no tenía idea de los elementos básicos de un auto de NASCAR, pero logró alcanzar poco más de 300 km/h en una vuelta.

En la segunda etapa de calificación, Wright chocó el Monte Carlo en la primera vuelta y arruinó toda la parte frontal. Sin embargo, el equipo de mecánicos se encargó de reparar el coche y tenerlo listo para la arrancada al día siguiente. Llegó el momento de la carrera, Wright tomó su parte en la salida y arrancó a toda velocidad. Sus verdaderas credenciales de novato salieron a relucir a los pocos minutos pues, tan solo a 13 vueltas del inicio, el resto de pilotos ya le habían sacado una vuelta de ventaja.

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Por reglas de seguridad, fue descalificado por ir muy lento. El piloto condujo a los pits y, según los testigos del sitio, se bajó del coche para tomar sus cosas y subirse al camión del equipo. A los pocos instantes, el camión ya no estaba, ni tampoco el supuesto piloto L.W. Wright. Nadie supo de su paradero e inmediatamente se dieron cuenta de que los habían estafado. NASCAR decidió no hablar del tema públicamente, pues habría expuesto su muy mala organización en aquellos años.

Se sabe que la disquera contrató a un investigador privado para encontrar al sujeto, pero jamás se resolvió el misterio. Al día de hoy, nadie sabe quién era en realidad el sujeto, por lo que muchos lo clasifican como el piloto de NASCAR que “nunca existió”.

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