“El feminismo en América Latina es imparable”: Claudia Piñeiro

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CDMX.- Claudia Piñeiro asegura que el feminismo en toda América Latina es imparable y no tiene fronteras, que hay un rechazo regional a las situaciones de violencia. La narradora argentina reconoce que el feminismo es un movimiento horizontal que nos ha hermanado. “Todas las mujeres vamos a salir en el país que sea para apoyar a las hermanas de otros países donde sea. Eso ya no tiene vuelta atrás”.

La activista que fue uno de los rostros públicos más visibles en la lucha para lograr la Ley 27.610 por el aborto legal en Argentina, dice que, sin embargo, debemos tener paciencia: “Lamentablemente en ese tener paciencia siguen muriendo mujeres pero esto va a cambiar, no hay vuelta atrás, las mujeres no estamos más dispuestas a soportar cosas que fuimos soportando, que creíamos que eran naturales y que no lo son”.

La escritora acaba de publicar Catedrales una novela que habla de la muerte por aborto ilegal de una adolescente. Está el aborto pero sobre todo está la lucha de un padre que no ha dejado de pedir justicia por la muerte violenta de su hija. Piñeiro cita como ejemplo, el padre de Paulina Lebbos, la joven argentina que este día hace 15 años apareció muerta, y justo hoy se vence el plazo para que el homicidio prescriba.

¿La sociedad y las instituciones son fundamentales para la lucha?

Es sustancial el avance en lo hecho por el movimiento, y lo que se protegen dándose las manos unas mujeres con otras, la posibilidad de ir a centros de asistencia y hacer denuncias que antes no se hacían, pero falta algo muy sustancial y que por eso no cambian todavía los números de muertes de mujeres por violencia de género.

En la Argentina desde qué empezó 2021 hubo más de una muerte por día, de mujeres por situación de violencia de género y la verdad es un número atroz, incluso peor que en años anteriores, y dices: “¿Cómo puede ser, si nos hemos concientizado de esto, si hay campañas y todos hablamos de la violencia contra las mujeres, qué es lo que pasa?” Pues creo que falta que algunos resortes trabajen más rápidamente; resortes que tienen que ver con las instituciones y con la policía, con los gobiernos.

¿Y Argentina con la aprobación de la Ley para el aborto es un impulsa para otros países?

El feminismo es un movimiento sin fronteras, cada vez que pasa  algo en Argentina, sentimos el fue apoyo de otros países y nosotros, a su vez, cuando están peleando por la ley de aborto o por lo que sea en otros países, salimos también, creo que hemos dado un ejemplo de lo que es un movimiento horizontal, sin verticalismo, no tiene un jefe que dice cómo tenemos que actuar sino que es algo absolutamente horizontal, con muchas discusiones en las asambleas donde todos opinan, y sin fronteras.

A nadie se le ocurre no salir a apoyar, ahora está Chile nuevamente tratando de tener una ley de aborto, y Ecuador, y cuando sigan en México, en otros estados además de la Ciudad de México, también; será en México o en Colombia o donde sea, hemos dado muchas muestras de que este movimiento es  latinoamericano.

¿Va fuerte América Latina?

Desde el movimiento feminista lo veo muy bien, con mucha coordinación, apoyo y mucho intercambio, pero también veo  avances de posiciones muy conservadoras, de la mano de las iglesias católica y, evangelista, y eso trae retrocesos en derechos.

Países que habían avanzado mucho en derechos humanos empiezan a tener parlamentos, congresos donde hay muchos diputados que responden a sus iglesias más que al pueblo o a las personas, y empiezan a no aprobar o a retirar leyes de ampliación de derechos humanos, leyes de derechos de las mujeres; opinan mucho sobre la educación sexual integral de los niños, de esas campañas de “Con mis hijos no” que en realidad lo que ocultan es un miedo terrible a ciertas libertades que tienen que ver con el uso del propio cuerpo, con la libertad de elección sexual.

¿Seguir controlando el cuerpo de las mujeres?

Por supuesto, parecería que uno tiene que seguir explicándolo, aunque la ONU manifiesta que es tortura. Una mujer que tiene que seguir adelante por un embarazo no deseado es tortura, y es de alguna manera una esclavitud de su cuerpo. Esta lucha es muy importante porque tiene que ver casi con la esclavitud, alguien que venga y decida lo que una mujer tiene que disponer de su vida y de su cuerpo, era imposible no detenerse en esa lucha hasta conseguirlo.

¿Qué otras batallas se deben dar en América y que ha acentuado la pandemia?

Hay muchas  cuestiones pendientes, entre ellas todo lo que tiene que ver con las leyes de cuidado. En la Argentina los últimos números que vi, es que el 20% del PIB es trabajo gratuito que hace la mujer, evidentemente durante muchísimos siglos nos han convencido de que las mujeres tenemos que hacer un montón de trabajo gratuito porque “eso es amor”. El cuidado de la casa, de la familia, de los adultos mayores, siempre ha recaído en las mujeres; y otro tema en el que está muy metido el feminismo en los últimos tiempos es en las cuestiones del Planeta; parece que las mujeres con el feminismo tan consolidado estamos empezando a intervenir también en cuestiones que tienen que ver con el manejo de los recursos.

¿Y seguir la lucha contra los feminicidios?

En Argentina tenemos un grave problema, sabemos que ustedes también en México, pero es un problema que está en todos los países latinoamericanos con distintas características; es inaceptable que en el siglo XXI siga habiendo un señor que llega a su casa y le pegue a la mujer porque tomó o porque se siente  mal o por lo que sea; es increíble que haya gente que todavía lo tolera, que haya chistes misóginos, que nos sigamos riendo del humor violento.

¿Es fundamental la educación para la toma de conciencia?

Sí. Todo eso hay que irlo moviendo con la educación, pero veo muchos cambios, veo que generaciones más jóvenes que no tienen la misma aceptación a estas cosas, son modificaciones de las sociedades, llega un momento en el  que ya no soportan los crímenes, actitudes que ya no toleran y se empieza a accionar. Creo que estamos todos accionando contra la violencia de género, contra las violencias hacia las mujeres; todavía no vemos  los frutos porque no es una cosa que se va a poder erradicar de un día para otro y porque necesitamos un acompañamiento de las instituciones.

¿Hay menos miedo?

Hay muchas más mujeres dispuestas a ir a denunciar, pero el sistema se tiene que poner en funcionamiento después de la denuncia para protegerla, nos falta aceitar todos esos recursos para que cierre el circuito y ya no haya tantos feminicidios.

¿Veremos esos cambios?

Yo creo que sí, he visto manifestaciones en México cuando han matado a alguna mujer y cómo las mujeres salen a la calle; acá, lo mismo; me parece que de alguna manera el virus nos retrajo un poco y hace que no podamos salir, pero sabemos que también hay algo que nos mata y es la violencia de los hombres hacia las mujeres, entonces creo que eso ya es imparable, el rechazo de esas situaciones. También es imparable que todas las mujeres  vamos a salir en el país que sea para apoyar a las hermanas de otros países donde sea, eso ya no tiene vuelta atrás; de alguna manera, esto va a ir cambiando. Debemos tener paciencia, lamentablemente en ese tener paciencia siguen muriendo mujeres, pero esto va a cambiar, no hay vuelta atrás, las mujeres ya no estamos dispuestas a soportar cosas que fuimos soportando, que creíamos naturales, y que por supuesto no lo son.

¿La violencia es una lucha colectiva?

Una lucha individual hubiera sido imposible, el movimiento feminista y la sociedad toda, hizo que nos sintiéramos acompañadas y que podamos modificar situaciones que se quedaban en crímenes privados y situaciones íntimas. El hecho de hablar, de contar la propia experiencia, también hizo modificaciones a nivel individual y luego social.

¿Pero cada vez hay más muertes en niñas?

Sí, cada que prendes el televisor te enteras que ha desaparecido una niña en determinado lugar y lo único que estamos todos pidiendo, por favor, es que aparezca rápido, porque sabemos que si pasan las horas va a aparecer muerta. La verdad es que es algo horroroso, inaceptable y que ojalá que eso se cambie radicalmente, lo mismo que la situación de muchas niñas violadas y obligadas a ser madres, la situación de las niñas violadas y obligadas a ser madres también es un problema muy marcado en toda Latinoamérica.

Esa situación de que una niña de diez quede embarazada y se le convence incluso, de que eso es bueno, que sea madre, y entonces la violación no tiene tanta importancia porque ahora tiene “un fruto”, todas esas falacias que se dicen con respecto a un hecho criminal que es violar a una niña que no está preparada ni física ni psíquicamente para ser madre y que no quiere ser madre.

¿Qué tanto una familia y una sociedad puede determinar la historia de violencia de una mujer?

Me parece que en nuestras sociedades mucho, porque pelear solas contra determinadas circunstancias es casi imposible, muchas veces se trata de situaciones privadas o crímenes privados pero de los cual sólo se puede salir acompañado por el resto de la sociedad. No hace mucho tiempo, cuando estabas en tu casa y escuchabas que la casa vecina un hombre le estaba pegando a su mujer y escuchabas gritos, se acostumbraba decir: “bueno, es un tema de ellos, es un tema privado, no hay que meterse porque es un tema de esa familia”; hoy, si nosotros escuchamos gritos, ruidos, pelea en la casa de los vecinos llamamos a la policía porque sabemos que hay una mujer que puede estar en peligro de muerte. Me parece que eso lo fue modificando la sociedad, esas mujeres lastimadas, golpeadas, etcétera, solas, ya no lo están.

¿En “Catedrales” hay una novela pero está la realidad?

En realidad yo tengo separada la cuestión del activismo de la literatura, o sea es la misma persona sea activista o sea escritora, pero en general digamos cuando escribo literatura no estoy pensando de la misma manera que cuando estoy haciendo activismo, entonces para mí las novelas son una historia que quiero contar, pero a la escritora le preocupan también las mismas causas que la activista y no hay una voluntad explícita de “voy a escribir esta novela para tocar este tema” pero los temas aparecen.

También están mis preocupaciones y temas que se repiten en muchos de mis libros, que tiene que ver no solamente con el aborto, con la violencia contra la mujer, sino con algo más general, que es ¿cuál es el rol de la mujer en la sociedad, cuál es el rol de la mujer en el mundo?, porque a partir de ahí se definen estos pequeñas o grandes machismos o micro machismos y situaciones de injusticia con respecto a la mujer comparada con el lugar que ocupan los hombres.

Claudia Piñeiro

La narradora argentina es una de las activistas feministas más comprometidas.

Nació en Buenos Aires en 1960.

Es escritora, dramaturga, guionista de televisión y colaboradora de distintos medios gráficos.

Ha publicado novelas como Las viudas de los jueves, Elena sabe, Tuya, Las grietas de Jara, Betibú, Una suerte pequeña y Las maldiciones.

Ha recibido reconocimientos como el Premio Pepe Carvalho del Festival Barcelona Negra y el XII Premio Rosalía de Castro del PEN de Galicia y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz que otorga la FIL Guadalajara.

Varias de sus novelas han sido llevadas al cine.

Es autora de libros de cuentos para niños, así como cuentos y relatos, como Quién no.

El dato

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Catedrales (Alfaguara, 2021) relata la historia de una mujer adolescente que aborta.

Frases

“Debemos tener paciencia, lamentablemente en ese tener paciencia siguen muriendo mujeres, pero esto va a cambiar, no hay vuelta atrás”.

“Es sustancial el avance en lo hecho por el movimiento, y lo que se protegen dándose las manos unas mujeres con otras”.

(EL UNIVERSAL)

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