Demócratas y republicanos inician primarias en Iowa

Donald Trump deberá demostrar en las primarias de Iowa que sus aspiraciones presidenciales cuentan con el respaldo real del ciudadano de a pie

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Trump

Finalmente. Tras siete meses de espectáculo y de patadas contra el liderazgo del partido republicano y contra aquellas minorías que han cambiado el rostro demográfico de Estados Unidos, Donald Trump deberá demostrar en las primarias de Iowa que sus aspiraciones presidenciales cuentan con el respaldo real del ciudadano de a pie.

Las últimas encuestas le conceden en ese estado una victoria de hasta 5 puntos sobre su más inmediato contendiente, el senador republicano por Texas, Ted Cruz, el mejor posicionado entre la base electoral que comulga con la vena evangelista. A pesar de los esfuerzos de otros como el senador por Florida, Marco Rubio o por el ex gobernador de ese mismo estado, Jeb Bush, nada parece indicar que le podrán arrebatar la victoria a Trump.

El momento de la verdad para el fenómeno Trump pasará así por Iowa, un Estado que sigue pesando demasiado en el inicio de unas primarias para disputar la nominación presidencial.

Desde 1976, cuando el demócrata James Carter convirtió al estado de Iowa en laboratorio de pruebas de un proceso de democracia en directo, cada cuatro años ese estado se transforma en el centro del universo político.

El problema es que, desde entonces, la nación ha cambiado drásticamente. El rostro demográfico de Estados Unidos ya no tiene nada que ver con Iowa, donde más del 90% de su población es blanca y conservadora y donde el temor a Dios sigue obstaculizando una serie de cambios en las políticas de educación y gobierno.

El espectáculo de las primarias en Iowa, que tanto demócratas como republicanos han convertido en centro de peregrinaje para cumplir con el ritual de la unción popular de sus aspirantes a la presidencia, se ha convertido en un problema que sólo ha acentuado la grave crisis de representatividad en Estados Unidos.

A pesar de ello, las grandes cadenas de televisión y las campañas a la presidencia tanto de demócratas como de republicanos, han decidido consolidar al estado de Iowa como ese escenario que marca el pistoletazo de salida para quienes disputan la oficina oval de la Casa Blanca.

Por esta razón, los caucus o asambleas que se celebran hoy en Iowa no sólo ofrecerán espectáculo, con las transmisiones en directo desde las cafeterías o restaurantes de Des Moines, la capital del Estado, donde miles de espectadores, periodistas, voluntarios, curiosos y operadores de campaña pasarán a formar parte de la coreografía ante la perpleja mirada de quienes viven en el resto de 49 estados de la Unión Americana y que no se identifican con la realidad política y social de uno de los estados más conservadores del medio oeste.

Por esta misma regla de tres, quien se alce con la victoria en Iowa será el que más haya entusiasmado a las bases conservadoras con su discurso contra los inmigrantes, contra aquellos que siguen insistiendo en la amenaza del calentamiento global, contra las mujeres que defienden su derecho a la planificación familiar y contra aquellos que están hartos de las cruzadas religiosas en los planes de estudio de sus hijos.

En este sentido, Donald Trump, que no se ha cansado de insultar a los inmigrantes, a la comunidad musulmana, a las mujeres y a todos aquellos que consideran que Barack Obama ha sido un buen presidente, parece tener todas las papeletas para convertirse en el gran ganador de la jornada.

El problema, por supuesto, vendrá después cuando el partido republicano necesita apelar al voto de todos los ciudadanos para tratar de reconquistar la Casa Blanca. Aunque Trump se ha convertido en el candidato inevitable a la nominación del partido republicano, sus esperanzas de llegar a la presidencia se tornan más bien precarias en el contexto de una nación donde las minorías se han convertido en un poderoso fiel de balanza para decidir la victoria en las presidenciales de noviembre próximo.

Estados como Nevada, Nuevo México o Florida, donde el voto hispano pesa y mucho, serán claves para determinar si acaso personajes como Donald Trump son los elegidos de la historia para regir los destinos de la nación o si, por el contrario, se convierten en una mera anécdota en el inicio de unas primarias que verán su ascenso y caída.