Cada ser humano hace la diferencia, dice la primatóloga Jane Goodall   

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La célebre primatóloga, quien esta semana estuvo de visita en México para ofrecer una serie de conferencias dirigidas a los jóvenes y para promover su programa “Roots and Shoots” (“Raíces y Brotes”),. (originmagazine)

  CDMX.- “Cada día, cada uno de los seres humanos puede hacer la diferencia en este planeta; todos tenemos que elegir qué hacer para marcar la diferencia. Unidos así es como podremos conducir al planeta hacia el camino correcto”, sostiene la conservacionista británica Jane Goodall.

La célebre primatóloga, quien esta semana estuvo de visita en México para ofrecer una serie de conferencias dirigidas a los jóvenes y para promover su programa “Roots and Shoots” (“Raíces y Brotes”), está convencida de que cada individuo hace una diferencia en este mundo y de que ese es uno de los caminos para restablecer el equilibrio con nuestro ambiente.

“Hay que pensar en las consecuencias de las pequeñas decisiones que tomas cada día, qué compras, qué comes, qué vistes”, comenta en entrevista la conservacionista de 82 años, una de las figuras más reconocida en el ámbito.

Mensajera de la Paz de las Naciones Unidas, Goodall sostiene que para obtener mejores resultados en la conservación del planeta “ya no hay que dejar que sean los políticos quienes tomen las decisiones, porque ellos no quieren salvar al mundo”.

Este es el mensaje que la también antropóloga busca transmitir en sus viajes alrededor del mundo, tanto a los jóvenes como a los políticos. En esas travesías por el mundo Goodall también lleva consigo a un par de amigos fieles: un chimpancé de peluche llamado Mr. H, regalo de su amigo Gary Haun, un marine de los Estados Unidos que se quedó ciego a los 21 años y decidió convertirse en mago; y una vaca de peluche, que simboliza su campaña contra las granjas industriales.

Vegetariana confesa, la primatóloga insta a los seres humanos a comer poca o nada de carne porque, dice, la agroindustria es uno de los peores horrores que están dañando el medio ambiente actualmente. Por eso, dice, cada día, los seres humanos deben tomar conciencia de sus hábitos de consumo.

Fundadora de un instituto que lleva su nombre, Jane Goodall nació con una fascinación natural para el mundo de los seres vivos. De niña, leía los libros de Tarzán. Fue esa atracción que le brindó la oportunidad de estudiar a los chimpancés, una especie hasta entonces poco conocida.

Cuando conoció al antropólogo Louis Leaky en un safari en África, recuerda, él quedó impresionado de que sin haber ido a la universidad ni tener estudios conociera tanto sobre la fauna africana que me invitó a investigar sobre los chimpancés.

Fue así como, a los 23 años de edad sin ningún estudio universitario, Goodall se sumergió en el Parque Nacional de Gombe Stream en Tanzania y realizó una de sus primeras observaciones que cambió el paradigma científico de la época: que los chimpancés, como los seres humanos, también creaban y usaban herramientas para conseguir comida.

Hoy ese es uno de los trabajos por los que es mundialmente conocida, pero en su momento fue duramente cuestionada por la academia, que la acusó de utilizar una metodología poco objetiva al ponerle nombre a sus objetos de estudio y mantener una cercanía con ellos. “Yo siempre supe que ellos estaban equivocados porque desde que era niña había entendido que los animales, como mi perro Rusty, tenían una personalidad, y era lo mismo que estaba viendo con los chimpancés”, responde la primatóloga al cuestionarle sobre el tema.

“Hoy los jóvenes van a la universidad y estudian la mente, las emociones y sentimientos de los animales. Es algo aceptable. Y, por supuesto, todos los humanos le dan nombres a los animales”, añade, mientras se dibuja una sonrisa en su rostro y abraza a Mr. H.

Acciones para el planeta. Como parte de su campaña mundial para promover la protección de las especies amenazadas y el medio ambiente, Jane Goodall encabeza el programa ambiental y humanitario “Roots and Shoots”, que busca atraer a los jóvenes en más de 130 países para que hagan el cambio en sus comunidades, a través de proyectos ambientales o comunitarios. Ese programa, que tiene presencia en estados del norte y sur de México, nació en 1991 con 12 estudiantes de bachillerato en Tanzania.

Desde su fundación, el programa se ha extendido a varios países, con más de 150 mil participantes desde el nivel preescolar hasta el universitario, con el fin de fomentar el respeto y la empatía por todos los seres vivos.