ESTADOS UNIDOS.- Cuando se estrenó en el 2006, nadie anticipaba que El diablo viste a la moda estaba destinada a convertirse en uno de los grandes fenómenos del año. Desde luego que había muchas expectativas depositadas en esa pieza, pero ni el más optimista de los pronósticos pudo augurar el lugar que ese largometraje ganaría en la cultura popular. A 18 años de su estreno, aún se habla del impacto de Miranda Priestly, del novio Nate como el verdadero villano del relato, y de la admirable tenacidad de Andrea. Y por ese motivo es que para alegría de sus fans, se confirmó que Disney avanza con una segunda parte de la saga.
Según informó el sitio Variety, ya está en marcha la preproducción del nuevo film. La guionista del título original, Aline Brosh McKenna está en pláticas para escribir la continuación, de la que aún se sabe muy poco. Aún no hay novedades confirmadas con respecto al posible regreso del elenco original, compuesto por Meryl Streep como Miranda Priestly, Anne Hathaway como Andrea Sachs, y Emily Blunt como Emily Charlton. Pero teniendo en cuenta el cariño que el trío de actrices ha manifestado por esta película, la buena relación entre ellas y los innumerables homenajes que las tres le rindieron al film, sería llamativo que no formaran parte del proyecto.
Según se adelantó con respecto a la sinopsis de la historia, al menos las participaciones de Streep y de Blunt serían imprescindibles. La trama de la nueva película va a girar alrededor de Miranda, quien intenta encontrar la forma de mantener el negocio de su revista a flote, en medio de una baja de ventas de las publicaciones en forma físico. Por ese motivo, ella deberá pedirle ayuda a Emily Charlton, su exasistente, ahora convertida en una poderosa ejecutiva al frente de un importante grupo de multimedios. De ese modo, ambas mujeres se enfrentarán y Charlton deberá decidir si ayuda o no a su antigua jefa, a la vez que Priestly sabe muy bien que hacer negocios, no significa bajar la cabeza.
El nacimiento de un clásico de culto
Cuando se estrenó El diablo viste a la moda, uno de los tópicos más debatidos estuvo centrado en cuánto había en Miranda de la editora de Vogue, Anna Wintour, a quien muchos han descrito como una jefa impertérrita y compleja para trabajar. Asimismo, el equipo de diseño de producción del film (uno de los aspectos más logrados del largometraje, y quizá no tan reconocido) se tomó el trabajo de replicar la oficina de Wintour. Sin embargo, Lauren Weisberger, autora del libro, nunca confirmó haberse inspirado en Anna, si bien ella fue su asistente en Vogue, y trabajó a su lado por once meses, para luego comenzar a escribir en una revista de lifestyle llamada Departures.
A contramano del mito, Meryl reveló que se inspiró en dos hombres para el personaje de Miranda y que nunca estudió a Wintour. “La voz la tomé de Clint Eastwood (quien dirigió a la actriz y coprotagonizó con ella Los puentes de Madison), porque él jamás levanta el tono de su voz, pero tiene una forma de comunicar las cosas que hace que todo el mundo quiera acercarse y escucharlo. Pero no es gracioso: eso lo tomé de Mike Nichols (el recordado realizador que dirigió a Meryl en Silkwood, Heartburn y Postcards from the Edge). A veces, la observación más cruel, si se dice con un poco de ironía, termina siendo el consejo más efectivo”, explicó Meryl.
En una entrevista con Variety, Hathaway contó que nunca fue “la primera opción” para interpretar a Andy. Sin embargo, el director David Frankel apostaba por ella. “No tuve que hacer casting, tuve que esperar porque no estaba entre las primeras alternativas”, se sinceró la actriz. De hecho, el realizador tenía a 100 intérpretes en carpeta, como el caso de Rachel McAdams, quien rechazó el papel más de una vez. Finalmente, Hathaway obtuvo “el trabajo”, como ella misma relató. “Estaba en casa con unos amigos cuando me llamó mi agente y me dio la noticia. Todavía recuerdo cómo corría por el living gritando: ‘¡Me dieron el trabajo! ¡Me dieron el papel de El diablo viste a la moda!’”.
El caso de Streep fue bien diferente. La triple ganadora del Oscar estaba dubitativa respecto a si era la actriz adecuada para el rol y estuvo a punto de negarse terminantemente cuando los productores del film quisieron bajarle el salario. La negociación fue breve: le duplicaron la oferta según su requerimiento y Meryl pasó a formar parte de la película. Una vez inmersa en ese mundo, la actriz comenzó a tomar decisiones creativas vinculadas al rol de Miranda que elevaron tanto el papel como su actuación. Entre esas decisiones, estuvo la de teñirse el cabello de tono blanco, elección perfecta si las hubo.
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