“Los Chavorrucos y la nostalgia del ayer”

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Dice el escritor mexicano Juan Rulfo que nada puede durar tanto y que no existe ningún recuerdo por intenso que sea, que no se apague. Estamos de acuerdo, sin embargo existen diversos grupos y uno en especial que argumentará esto.

Estamos hablando deuna generación a la que se le ha denominado desde hace ya tiempo como “Chavorrucos”. Con todo y que es un término que jamás se encontrará en ningún diccionario de la real academia de la lengua, se ha aceptado como un vocablo, que aunque suena sarcástico y malintencionado, marca a un amplio sector de la humanidad que se niega a dejar de lado un pasado inmediato y convivir con cierta nostalgia emocional a lo largo de su vida.

Por increíble que parezca, los promotores de espectáculos en México han dicho que los eventos musicales que hoy recaudan más entradas, son aquellos en los que los artistas pertenecieron a un ayer. Estamos hablando de estrellas que han encontrado en un reencuentro otra vez la fama. El boom musical de los ochentas y noventas es inexplicablemente muy atractivo a esa generación que parece llevar adherida la tristeza en el alma. Se habla pues de unquebranto que no encaja justamente en el dolor como tal, sino en el recuerdo de lo que se ha ido y pretende no volver jamás.

Los denominados Chavorrucos son una rara especie que lucha por mantenerse joven. Visten en una mezcla de modernidad juvenil que aunquealgunas veces no les encaja del todo bien, los hace sentir plenos. Se niegan a aceptar el presente pues les parece un tanto amañado por los milenials, sus peores enemigos. Poseen un grado de seducción jamás vista. Nadie como ellos para lograr una conquista y la clave está en esa mezcla de romanticismo antiguo y la audacia palabrera de nuestros días. No son enemigos del milenials por su presuntuoso arribo esnobista, sino por su brutal manera de conducirse en una época en la que el amor puede ser posible.

Cuando se es joven y te rompen el corazón, no hay mejor consejo que huir para olvidar; sin embargo, la experiencia siempre ha dicho que no hay sitio donde puedas ocultarte si el amor que se fraguó era demasiado. Pasa lo mismo cuando se exige vivir el hoy echando de lado el pasado, superarlo, vivir el presente y continuar desarrollándonos. Es fácil aconsejar el no sucumbir a la añoranza, que utilicemos cualquier arma para lograrlo, divertirse con los amigos, irte de viaje a otro estado, a otro país y hasta cambiar de hábitos y amistades, pero nada de eso posee la certeza de la sanación.

El fenómeno del chavorruco posee una fuerza descomunal. Vive del pasado con todo y que le duela. Es clarísimo verlos en primera fila gozando de un buen concierto del cantante que fue toda una sensación en su adolescencia. Es por ello que cualquier página creada en redes sociales que exponga los tiempos idos, le cae como argolla al dedo a un hombre que ya no es chavo y que le pisa los talones a los rucos. Es un período difícil de superar para muchos cuando ya en la disco no suenan aquellos temas que lo hacían enloquecer a sus 18. Es por ello que cuando empiezan escucharse los primeros acordes de su canción favorita, no duda ni un momento para saltar a la pista.

Muchos consideran este periodo de tiempo que oscila entre los treinta y los cuarenta como la etapa en la que se consideran emocionalmente maduros. No se cuenta con la imprudencia o la inexperiencia de un joven, pero tampoco la debilidad física del de cincuenta. Eso lo pone en un punto de vanidad que lo hace sentir enteramente preparado para darle guerra al tiempo y revalorarse como ser humano. El chavorruco sabe que no hay día que no valga. Todos cuentan pues es una cruenta lucha contra la edad. Es un tiempo en el que si no se está casado o en un proceso matrimonial, las miradas ya empiezan a incomodar casi como exigiendo el que es tiempo de dejar de comportarse como un jovencito para seguir con el plan establecido por una sociedad lo bastante crítica y exigente.

Lo que si nadie pone en tela de juicio, es el hecho de que es una generación honrada al encontrarse en un punto medio del conocimiento universal. Nunca se le complicará poner un disco de 45 o 36 revoluciones y por otro lado, usar las redes sociales y utilizar cualquier artilugio de esos que los milenials pretenden capitalizar. Se encuentran justamente en el punto medio de la historia, del antes y del después, de un pasado y un futuro del que son dueños, aunque sea el primero, a decir, el pasado, el que más se le clave en el alma. Adieu.

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