La pluma profana de El Markés

0
558

El verdugo del neoliberalismo

La política del pillaje a manos de una dualidad partidista tricolor y blanquiazul, fue un golpe bajo a la búsqueda de la felicidad representada en el voto mexicano.

Suena ilógico, pero todavía existe en el México moderno quien desea ser pisoteado, escupido, vituperado y violentado. Lo evidencia en sus ataques al gobierno regente y en sus absurdas quimeras del retorno del poder extinto, sí el retorno de un neoliberalismo perfeccionado a un grado de perfecta cristalización por fusión de partidos.

El primero, el gobierno del “dedazo”, nadó en ríos de dinero y privilegios provenientes de malversaciones y alianzas maquiavélicas en las que los personajes principales lideraban un grupo en el que la rendición de cuentas simplemente no existía. Se elevaban a un llamamiento y a otro con toda la ligereza del mundo. A la aparición de un  partido político que pudiera amenazar su estabilidad, era erradicarlo al momento. Esto último bien lo puede constatar Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, fundador del mítico PRD y candidato a la presidencia de la república por tres ocasiones, mismas en las que fue extrañamente derrotado por el universal tricolor.

El periodo neoliberal fue sin duda un tiempo que bien podría ser un símil de lo que fue toda la trayectoria política de Arturo “el Negro” Durazo.  Lo negro de su administración como comandante de la policía del Distrito Federal es uno de los casos más escandalosos de la historia policial en la república mexicana. Curiosamente todos sus actos delictivos fueron solapados, encubiertos o protegidos por el poder reinante en ese tiempo. Tal cual, el gobierno de medio siglo del tricolor se asemejó a la vida y obra de este “Negro” de vida y conciencia que encubierto por el poder, asesinó, robó y agredió a la población capitalina. A la par de otros muchos políticos de ese tiempo neoliberal,este botijo jefe policiaco vivía mucho mejor que el gubernativo más encumbrado del país. Su Partenón poseía tantos tesoros que como se ha dicho, representó un periodo político enriquecido a costa de un mexicano atado de la testuz y amenazado de muerte si elevaba la cabeza.

De la pugna histórica del liberalismo clásico y el socialismo, se aborta el llamado Neoliberalismo. Este último buscaba un tercer camino de liberación de la opresión de ideas caducas, y al mismo tiempo una nueva opción de recuperación económica y de pensamiento. Como pasa en muchos movimientos sociales, este último terminó por dejarse llevar por lo económico, poniendo en un casillero aparte lo filosófico.

México y la década de los ochenta y noventa, estuvo llena de tecnócratas, neoliberales que gobernaban desde arriba sin poner un pie en el campo. Eran personajes que su pulcritud se admiraba en el podio. Sus ropas siempre fueron de grandes diseñadores pues su llamamiento lo merecía; en pocas palabras eran el faraón que los ciudadanos creían hijos de los dioses.

Con la supuesta derrota del tricolor y la llegada de blanquiazul al poder, muchos soñaron un cambio radical en la política mexicana. Obviamente el poder nunca pierde y eso se vio evidenciado cuando muchos se dieron por enterados que existía una extraña amalgama entre ambos poderes. La rapiña y la privatización en masa de las grandes empresas propiedad de la nación fueron a manos de ambos poderes que como se ha dicho era uno mismo. La succión de la ubre nacional fue de grandes proporciones al privatizar TELMEX para vendérsela a un tal Carlos Slim, ahora uno de los hombres más poderoso del mundo. Salinas, el rey del Priismo actualmente radica en el rincón más bello de Europa gozando de todo un pillaje a manos llenas y a la vista del bobo mexicano enmudecido que curiosamente hoy, hoy quiere su retorno.

Allá por los ochenta Portillo nacionalizó los bancos mexicanos, pero fue por poco tiempo, pues con el arribo de De la Madrid, estos fueron privatizados uno a uno, continuando la tragedia la llegada de Salinas. Fox y Calderón no movieron un dedo para salvarlos y como la comodidad del priismo era tan grande, optaron por seguir explotando y privatizando.

Fox y Calderón entregaron la minería en manos extranjeras. Cedieron permisos y coadyuvaron al deterioro del paisaje natural de nuestro país. Las empresas azucareras y petroleras sufrieron su peor crisis en manos de estos hombres sedientos de posesiones representadas en sus propiedades.

Más de cincuenta años de podredumbre social no parecen ser nada a un enorme grupo de derechistas que ya han volteado a sus santos de cabeza para que el neoliberalismo vuelva al poder. Es curioso el que una sección de la sociedad desee tornar como la puerca al lodazal, y es que en cierto modo es un instinto contra el cual no se puede luchar pues le es natural.

La cabeza del neoliberalismo está en el piso, las hormigas poco a poco lo has consumido. Sus seguidores todavía le lloraran a su antiguo Goliat, ese que era enorme y poderoso, un poder utilizado para pisotear a sus corderos al grado de empobrecerlos a un grado de enflaquecimiento impresionante.

Hoy el verdugo del neoliberalismo no es una persona sentada en una silla presidencial, es cada uno de los que desean un México distinto, más colmado de justicia, más deseosos de salir de ese mundillo color de rojo aterrorizado por el crimen y la corrupción. Solo cuando entendamos que México somos todos y no grupos dándose de topes, es cuando lograremos el cambio. Adieu.