Don Bernardo, atrapado en un cuerpo que ya no le responde (VIDEO)

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NUEVO LAREDO.- Postrado en una silla de ruedas, con una venda en la cabeza, la mitad de su cuerpo incontrolable por el párkinson y su rostro entristecido por la soledad, el señor Bernardo Martínez Rodríguez, pide la ayuda de la comunidad para tener algo que comer y ropa usada que le pueda servir, o simplemente alguien que le haga compañía.

Este hombre de 57 años, antes de caer en esta difícil situación se dedicaba a atender personas con fracturas, esguinces o dolores musculares en su casa, componiéndoles los huesos y ayudándolos a retomar la movilidad, sin embargo, de manera absurda y contradictoria, la vida lo colocó en esa pequeña silla de ruedas, su única amiga ante la necesidad, la que lo lleva diariamente hasta el crucero de Perú y Yucatán de doce del medio día a cinco de la tarde, para implorar unas cuantas moneditas y comprar un poco de alimento.

Además de tener poca movilidad en las piernas debido a una fuerte infección que se presento en su pie hace más de un año, tres semanas atrás, al intentar levantarse de la cama cayó fuertemente al suelo, golpeándose la parte trasera de la cabeza, generándose una herida grave y dolorosa, que solo cubre con vendajes y algunos medicamentos. Al descubrirse la herida se observa sangre fresca.

Ubicado en la calle Monterrey No.1926, en la colonia Matamoros, en una casita verde un tanto despintada y con techo de madera, este señor de la tercera edad se despierta a las nueve de la mañana, lentamente se coloca en su andador, va al baño y cuando tiene fuerzas intenta bañarse, aunque con agua helada ya que no la puede calentar.

Dentro de su hogar sólo hay una pequeña televisión que lo entretiene para no darse cuenta del temible silencio que lo impacienta y lo estremece, unos sillones viejos, unas pequeñas cajas de medicina que sanan sus heridas externas, una parrillita, trastes sucios y unas cuantas cobijas y ropa sin lavar, aunque lo más notorio dentro de esta casa es la enorme soledad y tristeza que rige en la mirada y el corazón de Don Bernardo.

Afortunadamente, esta mañana su rostro se iluminó con lágrimas de felicidad por la visita de un gran amigo, Emilio Torres, un hombre grande de edad quien sabiendo la necesidad y la soledad en la que vive su compañero de juventud, acudió a visitarlo desde Colinas del Sur para llevarle un taco, porque sabe que hay días que no tiene nada para comer.

“Nosotros nos estimamos mucho. Quiero decirle a la gente que se compadezcan de él un poco, le traigan algo, comida, ropa limpia o una mano amiga, el está incapacitado y  no puede trabajar. Allá arriba en el cielo está el que se los va a recompensar”, dijo abrazando fuertemente a quien algún día llego a ser su cómplice de aventuras y alegrías.

Sin embargo, la mayor parte del tiempo Don Bernardo se encuentra solo, sin atención a sus heridas, al alimento que requiere, o simplemente alguien que lo cuide, le dé compañía, cariño y el cuidado que necesita para bañarse, ir al baño o subirse a la cama.

“Yo solo agarro el andador y luego ya me siento en la silla. Me la paso solo casi siempre, por eso me voy a la esquina porque si no me muevo yo no como y no almuerzo”, expresó tristemente.

De esta manera, este adulto mayor que vive en completo desamparo, solicita a la ciudadanía un poco de comprensión y sensibilidad ante su estado actual, pidiendo el apoyo de la gente con un poco alimento, ropa o simplemente una monedita que le ayude a comprar su comida del día.

 “Pido ayuda para comer, no tengo comidita, si yo pudiera caminar y tuviera fuerzas seria mucho muy diferente, pero ya no puedo, no me puedo ni parar. Yo vivo solo. La soledad es la que mata a uno moralmente y físicamente”, dijo don Bernardo.

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