Sin actores, a oscuras y con audífonos, “Blindness” propone nueva forma de vivir el teatro

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Cuando se encienden las luces, queda el nervio en el cuerpo, la sensación de ansiedad y angustia mezclada con algo de esperanza, pues lo que acaba de pasar dentro del Teatro de los Insurgentes es muy similar a lo que ha ocurrido durante el último año en el mundo por la pandemia por Covid-19.

A partir de este viernes, México se convierte en el tercer país en estrenar “Blindness”, una experiencia narrativa, sonora y luminosa basada en “Ensayo Sobre la Ceguera”, de José Saramago.

Esta instalación teatral inmersiva es una respuesta a la imposibilidad de los productores de teatro de abrir el telón como era costumbre antes de la pandemia, ofreciendo una experiencia que resulta tan impactante sensorial como catárticamente para aquel que entre a vivirla.

Cada función tiene acceso para cien personas. En la entrada del teatro te toman la temperatura, te dan gel y el programa de mano ya no es un documento impreso sino un código escaneable.

Ya en la sala, personal del teatro te conduce no a las butacas, sino al escenario, donde hay hileras de sillas colocadas de dos en dos y guardando distancia entre ellas. En las sillas hay audífonos que la gente se tiene que poner, pero antes debes cubrirlos con unos protectores.

Arriba se observa una estructura de luces blancas, colocadas de manera vertical y horizontal, sostenidas por alambres. Desde allí puedes ver las butacas del teatro vacías y a los demás asistentes tomando sus lugares en el escenario, así como el silencio obligado al ponerse los audífonos. En una pared se lee con letras blancas “Si puedes ver, mira, si puedes mirar, observa”.

Obviamente, no puedes usar el celular, pero ni falta que hace. Cuando se da la tercera llamada se apagan las luces del teatro y quedan, tenues, las luces de las lámparas sobre los asistentes. El silencio impera hasta que una voz femenina, a través de los audífonos, comienza a contar cómo un día cualquiera, en una ciudad llena de gente, con los semáforos cambiantes y entre el bullicio, un hombre, dentro de un auto, grita que se ha quedado ciego.

No hay actores entre los asistentes, nadie aparece entre las butacas, no se alza ningún telón, es la voz de Marina de Tavira entrando por tus oídos, creando imágenes dentro de la cabeza de cada asistente.

Así como su voz informa a los espectadores del primer caso de ceguera, cuenta cómo el primer hombre llega al consultorio de un oftalmólogo, y cómo al otro día todos los asistentes a ese consultorio se reportan con ceguera, incluso el propio oftalmólogo, del que ella es esposa.

También cuenta de la reacción de las autoridades que primero subestiman los contagios, luego caen en pánico y toman la decisión de encerrar a los ciegos en un manicomio abandonado, vigilados por militares que tienen la orden de matarlos si se acercan a la salida.

Ella es la única que no se ha quedado ciega, que nunca se queda ciega, pero de allí en fuera, todos, incluidos los asistentes a la obra, quedan en completa oscuridad. De pronto, las luces que habían estado en el techo del teatro bajan hacia los asistentes hasta crear celdas entre unos y otros, lo que da la sensación de estar en ese manicomio.

La voz de Marina se convierte en la única guía, en la narradora de todo lo que está pasando, de los gestos que hacen los ciegos al dormir, de la mugre y el desastre que hay alrededor.

Gracias a la tecnología de sonido envolvente, se puede percibir a Marina cuando se acerca a tu oído. La oyes murmurar, llorar y luego alejarse hacia la derecha o izquierda, tratando de detener a alguien o de ayudar a alguien, la oyes gritar, regresar corriendo, llevarte de la mano, camina por el manicomio y hasta salir de él… sin moverte del asiento.

Para la mitad de la función, el cuerpo tiembla. Los destellos momentáneos de luz van y vienen y se intensifican y apagan dependiendo de la voz de Marina, dejando ver a algunos de los asistentes moviendo las piernas como señal de nervio. Algunos más se acomodan en sus asientos, otros están con la mirada fija, quietos.

“Es un diseño muy elaborado y muy complejo, hecho con un micrófono binaural, es un sistema que te permite generar distancias, de modo que tú puedes imaginarte, gracias a como lo estás oyendo, en dónde estás, las profundidades de campo, y por eso sientes que Marina está rodeándote todo el tiempo, que se acerca, se aleja, y de pronto, en la gran oscuridad que implica la ceguera, puedes estar ahí, metido en ese viaje con ella”, dice el director de la obra, Mauricio García Lozano al respecto.

La actriz nominada al Oscar por ROMA grabó la voz en Londres, en octubre pasado, con un gran trabajo previo, pues se dio cuenta que para poder darle la intención necesaria al texto, tenía que aprenderlo de memoria. Una vez listo, se metieron durante una semana en el estudio (ella en Londres y el director en México) para grabar.

Hay varios momentos durante la obra que hacen coincidir lo que dice el libro con la vida real, frases como “aplanar la curva”, “conferencia de prensa”, “guardar a los enfermos en casa”, “caos” y “miedo”. A ello se suma la voz de Marina, la oscuridad y las luces cambiantes enfrente de cada espectador, generando un mar de emociones.

“Nos pareció que un texto como este era lo que en este momento necesitamos, sobre todo si tenemos las condiciones de hacerlo ultra seguro, ultra amigable en el sentido de que la gente se animara a salir, la verdad es que no pudimos encontrar un mejor texto para decir que el teatro sigue vivo en el formato en el que sea, y este es un primer pasito, pero no podemos dejar morir el teatro”, agrega Lozano.

Antes de cada función, una voz advierte de las luces y la experiencia, e invita a que, si alguien llega a sentirse mal durante la misma, alce la mano para ser ayudado a dejar el lugar.

Al preguntarle al director si también están listos para que algunos asistentes se sientan angustiados y alcen la mano para salir de la obra, contestó.

“Totalmente. Completamente listos, lo sabemos, en ese sentido todo el equipo estamos conscientes de que levantar el telón en estos tiempos es un riesgo, y en los riesgos se gana y se pierde y efectivamente puede haber gente a la que la experiencia la sacuda demasiado, y creo que es parte de ese riesgo porque nos parece importante asumirlo y nos parece importante someter a la gente no solamente a un divertimento sino a una reflexión profunda, emocional, que al final tiene esperanza, porque es muy importante entender que al final sí nos curamos, sí se va a acabar esto, porque como lo dice el texto, estas cosas pasan, y pasan”.

En efecto. La esperanza se hace presente al final de la obra, y aunque no hay una lluvia física, cada asistente la siente, la oye caer.

El productor Claudio Carrera refirió que la obra se estrenará en dos semanas en Nueva York, y la voz de Marina también se escuchará allá. Previamente, “Blindness” se estrenó en Londres y Amsterdam.

“México es la tercera ciudad en la que se estrena, me da mucho orgullo decir que le ganamos a Nueva York y con la voz de una nominada al Oscar. Estrenan en inglés y una vez estrenada la temporada van a programar funciones en español con nuestra pieza sonora”.

Después estará en Nueva Zelanda, Washington y Toronto.

A la salida del lugar, los asistentes comentan sobre todas las emociones generadas por blindness, de su similitud con la vida real, del estrés y la maravilla del audio, así como la narración de Marina, que sin hacerse presente físicamente lleva a todos los espectadores por un viaje a oscuras.

Durante 12 semanas habrán funciones de viernes a domingo.

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