OPINIÓN.-La pluma profana de El Markés: “Y tan fácil que era”

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Y tan fácil que era

Lejos de hacer de este texto toda una perorata religiosa, pretendo deliberar sobre la necedad que tienen muchos de querer morir y llevarse entre sus firmes piernas a quienes no desean otra cosa que permanecer en el precioso planeta azul.

Haciendo alarde de que somos una especie civilizada, descaradamente hemos denostado dicho estado con nuestras acciones. Somos iletrados y en tal estado nos hemos dividido en dos bandos los bastante sangrientos. Uno defiende férreamente su derecho a ser inoculado y soportar los embates de una enfermedad, y otros aferrados están en defender una teoría de película que dicta muy plenariamente que si se cede a la vacuna, hemos de convertirnos en zombi, que nuestra esencia será robada por seres interplanetarios o que el dueño de Facebook y Twitter nos despojarán de nuestra identidad.

Y es que si usted que ahora lee es parte de ese segundo grupo, de esa multitud que opina sin pruebas en la mano que el virus del siglo no es más que pura faramalla política y que por su parte no hará otra cosa sino acogerse a las manos de Dios, yo os digo que no es usted más que un indocto que ni sabe lo que el virus significa y al mismo tiempo un bofo impío que ni interpretar el propósito de Dios en su vida, sabe.

Si se las da de cristiano, sabrá de Moisés, un profeta muy famoso del Antiguo Testamento… sí, sí, ese que dividió el mar Rojo y que hizo caer maná del cielo. Aquí viene lo bueno ¿recuerdan cuando el pueblo de Israel tuvo severas discrepancia con las leyes de Jehová, y este les envió una plaga de serpientes que mataban a la primera con su mordedura?…los noto callados… sí, lo sé, son cristianos pero nunca agarran la Biblia, pues bueno, aterrorizados por la calamidad y viéndose obligados a pedirle ayuda a Moisés, estos terminaron clamando al cielo perdón por sus berrinches. Poniendo a prueba su sinceridad, Dios le pidió a Moisés que hiciera una cruz y que en ella colocara una serpiente. Le pidió subiera a un altozano, que elevara el icono recién hecho y que gritara al pueblo a voz en pecho que miraran, que al hacerlo encontrarían su inmediata salvación… ¿qué creen que sucedió? Difícil de creerlo, cientos murieron ese día… ¿pero por qué si era tan fácil mirar arriba y vivir?… excelente pregunta para este tiempo en el que una serpiente disfrazada de virus se arrastra entre nosotros durante el día, por la noche, en la víspera. Anda por todos lados, invisible y amenazadora. Nadie lo ve, mucho menos lo siente, sin embargo navega a sus anchas por nuestro sistema respiratorio luego de apostarse en tus ojos, oídos, labios y hasta orejas… Te han dicho que ese virus es implacable, casi incontrolable y que si no se desea morir, mucho de la solución está en tus manos, eso es, utilizar un cubre bocas, ponerte aunque sea un poco de gel, meterte una careta y en el mejor de los casos, quedarte en casa si no tienes una responsabilidad vital que tenga que ver con la manutención de tu familia… pero tú te crees fuerte, le gritas a Moisés que es un loco, un visionario, que elevar una cruz metálica con una serpiente encima es la peor de las estupideces al creer que aquello puede salvarte de la muerte… muchas veces te has reído de las nuevas reglamentaciones impuestas para salvar la vida.

No, no, no, ya lo dije al inicio, esto no es una guasanga moralista ni mucho menos hacerlos parte de una nueva fe. Lo que sí es verdad es que de haber obedecido un mandato tan sencillo, hubiéramos evitado, si no la muerte de muchos, al menos sí la terrible propagación.

Nuestro dios, cualquiera que este sea podrá ser muy poderoso, sin embargo, si sus creaciones no tienen obras de salvación, por más fe que tengan, esta muere en sí misma. No existe centro comercial o tiendita de la esquina que no está abastecida de un gel antibacterial. Cosas sencillas que por ser tan simples, nos vuelven mucho más ociosos. Nos creemos dueños de la eterna salud sólo porque o somos jóvenes o porque no creemos en eso… y mientras tanto tu ignorancia se va esparciendo de a poco.

No hace mucho salimos enterados de que Donald Trump estuvo contagiado del virus mortal. Tiempo después se recuperó gracias a los estrictos cuidados a los que se sometió. Hace unos días el presidente de México salió igualmente envenenado y hoy se encuentra siendo atendido por especialistas. Fueron muchas las ocasiones en las que ambos mandatarios fueron vistos sin protección en diversos eventos. Y tan fácil que era.

Hoy, casi al finalizar el primer mes del año nuestras pupilas se han dilatado mucho más al ver que esta plaga ha rebasado cualquier proyección fílmica relacionada con pandemias… qué bonito sería decir que aún estamos a tiempo, sin embargo, este se ha terminado. Hoy sólo resta aguardar ser inoculados y preservar la vida y para eso, para eso hay que esperar… caray, y pensar que era tan fácil. Adieu.

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