Mexicanos en EEUU desafían a Trump con fiesta del 5 de mayo

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CHICAGO.- La comunidad mexicana salió a festejar aquí el 5 de Mayo, a pesar de que el presidente estadounidense Donald Trump canceló las festividades en la Casa Blanca.

Mientras anochece, los mexicanos vencen el miedo, la zozobra y la incertidumbre. Salen a la calle, caminan y buscan celebrar, en su afán por ir hacia adelante, por derrotar al racismo y la intolerancia.

La sensación térmica es de cuatro grados cuando el sol comienza a ocultarse. El viento sopla fuerte y el tráfico de esta gran ciudad se hace cada vez más lento.

Las luces de los faros de los autos inundan la avenida Harlem, a punto de llegar al Toyota Park. A lo lejos, en el estacionamiento de este estadio, utilizado por el equipo Chicago Fire, de la MLS, se ve una pequeña feria, como la que hay en los barrios, en las colonias, en los pueblos de México.

El Festival del 5 de Mayo inició a las cinco de la tarde, pero la gente ha comenzado a llegar a las seis, cuando ha terminado la faena del día, cuando algunos han cerrado la semana de trabajo y otros, la mayoría, se aventuran y afirman que no trabajarán los siguientes dos días… pero saben que no será así.

Ahí, sobre una superficie que no va más allá de dos hectáreas, hay una zona de comida, más allá un escenario donde canta entre entonados y desafinados un grupo popular que se llama Amistad Norteña, por allá un par de juegos mecánicos, otros de habilidad.

Comienza a inundarse de paisanos, de afroamericanos, de asiáticos, de sajones… Esta pequeña fiesta con sabor a lo más popular de México agrupa a personas de muchas nacionalidades, sin recelo, sin rencor, juntos, festejan.

“No dejaremos de celebrar nuestra dignidad”. Ahí están Laura Barrientos, poblana de la zona serrana, y David García, originario de la Ciudad de México. Ella tiene 14 años en Chicago y él ya cumplió 18. Se conocieron y se casaron. Son indocumentados, tienen tres hijos que son ciudadanos estadounidenses y no permitirán que los separen.

David lleva un traje blanco, clásico, con sombrero, camisa desabotonada en el pecho que deja ver una enorme medalla de la Virgen de Guadalupe, dorada. Laura usa sombrero, un poncho rosa. Se sienten orgullosos, han puesto un local de sombreros, chalecos de lana y cobijas.

Algunos son de 20 dólares, los más caros a 35. La pareja lamenta que el nuevo gobierno de Estados Unidos bloquee con papeleo la entrada de sus productos para vender a los mexicanos el artículos que vienen de su tierra.

“Somos mexicanos, venimos a trabajar, a hacer nuestro mayor esfuerzo y esperemos que Trump tenga otra expectativa de nosotros. Hoy celebramos aquí, quizá discretamente el 5 de Mayo, pero nunca dejaremos de celebrar nuestra dignidad”, dice David.

Los mexicanos han sido discriminados, afirma. “Venimos a trabajar, a tener una oportunidad más. Somos gente trabajadora. Es triste que Trump nos ataque por cualquier medio, desafortunadamente parece que nadie lo va a parar. Tengo fe en que esto cambie, no todos somos criminales y por ello debemos llevar la frente en alto, con la dignidad”.

Acepta que hay miedo y que al salir a la calle un policía racista puede deportar a cualquier mexicano. Subraya que ya no tiene familia en México y que, si lo deportan, la suya —la que ha formado en Chicago— se rompería. Dice que no lo va a permitir. Festeja el 5 de Mayo trabajando.

Laura advierte que tras el inicio del gobierno de Trump ahora sienten amenazado su futuro. “Tengo tres hijos nacidos aquí. Es difícil, porque no puedes tener libertad como ser humano.

“Vamos a dar la pelea, no nos vamos a dejar, vamos a seguir en las marchas, en las protestas que se hagan. El 1 de mayo, en el centro, estuvimos con 10 mil personas, para hacernos presentes, apoyarnos, estamos de pie, aunque Trump sea fuerte”, señala.

El sol se ha ocultado, las luces de los juegos mecánicos se funden con las de los locales y del escenario donde “Amistad Norteña” concluyó su presentación. A unos metros del escenario hay un puesto con dos banderas de México que flamean en todo su esplendor.

Hace más frío. El puesto de Julio Tapia, quien lleva 15 años en Chicago, presume máscaras de luchadores, ponchos, sarapes de colores, juguetes de plástico —como los que hay en cualquier mercado de México— y algunas artesanías. Hay más música y una pareja baila, es la única.

Pero Julio se esmera en atender. El festival se ve ya muy poblado, son más de las ocho de la noche. “Se me hace injusto que no’más entró Trump y la vida cambió para nosotros de un momento a otro, la vida era más tranquila y hoy vivimos con miedo, tengamos o no papeles”, expresa.

“Aquí El 5 de Mayo lo festejamos así hoy: sin miedo y trabajando. Mis dos hijos son ciudadanos estadounidenses, su vida está aquí, no voy a permitir que nos separen”, añade.

Su esposa, Angélica García, lleva 10 años en Chicago. Su situación migratoria es irregular. Se le pregunta qué le diría al presidente Trump si pudiera hablar con él. Esta michoacana, de Maravatío, no piensa en pedir alguna dádiva, sólo que quieren hacer vida en Estados Unidos, hacer las cosas bien.

La noche hace que las luces de los juegos brillen más. Se lleva el Festival del 5 de Mayo. Los mexicanos no tienen miedo. Seguirán trabajando.

A unos kilómetros la noche del 5 de Mayo ha caído en La Villita. El restaurante más popular, Mi Tierra, está abarrotado. En un salón se escucha el “no rompas más mi pobre corazón” y en otro “amor eterno e inolvidable”.

Los mexicanos se han puesto sus mejores ropas para salir a festejar.

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