La pluma profana de El Markés

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Austin Powers

En el estado de Chihuahua tristemente quedaron en el olvido las bellezas naturaleza que por mucho tiempo fueron una atracción al turismo. Hoy, ese territorio cuna del generalísimo Francisco Villa, maniatado está por la violencia y manchado por personajes que para infortunio de ese territorio histórico, son nacidos ahí.

El buen Milio Lozoya, fue todo un cuarentón con privilegios, como cantara la bellísima Ana Cirré en su tema “Casi perfecto”… y es que el ex director de PEMEX no sólo cautivaba por su convertible y que hacía vibrar la piel y el esqueleto de todo un país que lo veía como todo un personaje muy capaz para hacer de esa empresa “de los mexicanos” todo un emporio que beneficiaría a toda una nación… desafortunadamente y como terminara la canción, el buen Milio terminó siendo casado y no soltero, en otras palabras, deshonesto, ladrón y corrupto.

Al amparo de un gobierno que por muchísimos años había estado dándole de golpes a la piñata nacional, Milio terminó huyendo cuando luego de destripada la nación, se había lanzado al piso, como muchos otros, para pepenar a manos llenas todas las pepitas de oro que cayeron estruendosamente luego del quinto palo. Claro, para poder acaparar todo lo que a borbotones caía al piso, los pobres, también invitados al festín pero separados por una valla de engaños, sólo miraron a las monas vestidas de seda apoderándose de todo.

No hay nada más vergonzoso para un hombre que estar en la cúspide del éxito, y saber que pisa sobre bases lo bastante bofas. Sí, tal cual la historia del enorme y frondoso árbol que tenía años en el parque. Un día simplemente cayó. Tras analizar las extrañas causas de su desplome, se descubrió que hacía muchos años untala montes le había dejado la hoja de un hacha incrustada en su entonces joven cuerpo… pero el tiempo cobra factura y ahí, en el corazón de ese fuerte tronco esa hoja metálica había terminado por derribarlo. Así le pasó a Milio, el buen Milio Lozoya. En el elevado pináculo del triunfo sintió que algo mellaba sus energías, al mirar abajo curioseando lo que pasaba en la tierra mientras su cabeza estaba en los cielos, se dio cuenta de que sus pasos por territorios prohibidos en su pasado, se estaban haciendo presentes. Cuando sintió que su derrumbamiento era ineludible y que sus oscuros pasos por la corrupción estaban siendo presentados en premier y en plano estelar, optó por hacer lo que hace el cobarde cuando la justicia no desea enfrentar, esto es, huir.

Milio no era un cualquiera, bueno, en eso se convirtió después. Antes de que se descubriera su verdadera personalidad, el tipo predicaba con un notable y aparente buen ejemplo. Se presentaba en convenciones y reuniones con altos empresarios con barbilla alzada y peinado de modelo. En su frente brillaban los espectaculares de sus logros personales. Atónitos dejó a todos cuando fue denominado Joven Líder Global, del Foro Económico Mundial; La revista Poder lo nombró como uno de los 100 mexicanos con mayor influencia y uno de los 40 hispanos de mayor influjo en los Estados Unidos de Norteamérica.

Lozoya, pese a ser destacadísimo en su campo de acción, toda su trayectoria terminó siendo sólo un tronco hueco en el que vivían las peores alimañas emocionales. Así, arrastrando un percudido currículo que nadie deseaba leer, el chihuahuense se fue de México a la madre, sí, a la madre patria a ocultarse de un gobierno que ya buscaba sigilosamente a todo aquél que hubiese atentado contra la soberanía dañando sus recursos naturales y otros bienes.

Milio Lozoya Austin corrió como Austin Power en sus mejores películas de acción. Lo diferente de uno al otro es que el primero corría de la justicia mientras que el segundo por hacer justicia. La comparación en sí en indignante, aunque los apellidos los unan vergonzosamente.

No todo hombre que se peine a la Peña Nieto o que vista a la OlegCasinni posee virtudes inconmensurables. Las apariencias engañan. Se sabe que el lomo del mulo está en condiciones de usarse sólo cuando le quitas la montura. Milio Lozoya, como muchos otros políticos mexicanos, poseen un traje de lujo y al interior de sus vidas, toda una experiencia abastecida de una negra corrupción.

La universidad de Harvard y la máxima escuela de estudios en México, es decir, la UNAM, sólo agacharon la cabeza cuando se les cuestionó sobre si el buen Milio había egresado de sus aulas. Avergonzadas de haber abortado un estudiante de pésimas acciones optaron por guardar silencio y ver desde lejos al delincuente huir como un mono entre las ramas de una España cobijándolo.

Ahora México aguarda con impaciencia la extradición de un Milio que sabrá lo que es pernoctar en una fría cama de piedra en prisión, por lo menos es un anhelo que muchos mexicanos tienen, y es que la justicia, por tardada que esta sea, tarde o temprano hace acto de presencia.

Todos poseemos un Austin dentro de nuestra alma. Usted sabe si es un peliculesco Austin Power luchando por la justicia, o un Lozoya Austin huyendo de esta. El que lo orientemos hacia la justicia a favor de los hombres, o a una codicia partidista o a favor propio, eso es cuestión de cada quien, tan personal que ni el mejor rebuzno que lancemos, nos librará de la justicia. Adieu.

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