La pluma profana de El Markés

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Irmgard Furchner, la última Nazi

Decían los antiguos griegos que ni los dioses podían escapar al fatuo designio de las Moiras, o sea, del Destino. Irmgard Furchner creyó viviría protegida por el buen hado y que hasta estas mismas diosas de la fatalidad del panteón griego, la encubrirían hasta el final de sus días; sin embargo, analizando sus quehaceres, las divinidades advirtieron que esta chica alemana, que ya había gozado mucho en libertad, le había llegado el tiempo de ser capturada y condenada, por nada más la “sencilla” razón de haber colaborado allá por 1943 con el Tercer Reich, y haber enviado a la muerte a más de once mil judíos, polacos, partisanos entre otros.

Esta dama es una de esas mujeres de la tercera edad cuya expresión no causan otra cosa que un liviano sentimiento de compasión, de ternura… con todo y los cargos gravísimos que se le imputan, muchos caen en ese sentimiento cristiano de perdón, sin embargo, una cantidad lo bastante elevada de personas creen y sostienen que no existe edad para hacerse pagar el pecado. Pero la justicia le llega a todos, y este es un caso lo bastante claro. No me canso de cuestionarme en cómo fue que sobrevivió tanto año oculta, y no sólo eso, con un cargo de conciencia mucho más pesada que la piedra que según cuenta la historia cargó el Pípila.

No hace mucho, y no es un caso aislado, pues es algo recurrente, una jovencita fue encontrada culpable de asesinato. Se le acusaba de haber privado de la vida a un par de mujeres. El crimen parecía perfecto, de hecho habían pasado casi diez años desde que se había ejecutado el homicidio; sin embargo, siendo detenida por sospechosa de portar cocaína, es detenida en una de las avenidas principales de Torreón. Apesarada y creyendo que la detenían por los viejos crímenes, terminó confesando lo que había hecho… ¿Cómo se puede sobrevivir con ese sentimiento de culpabilidad torturando desde que amanece hasta que anochece? Irmgard, esta fugitiva nazi es uno de esos casos en los que el criminal cree haber domesticado la culpa, intenta vivir como los demás sin saber que está formada en la fila de los que el destino dice, te toca a ti, basta de querer pasarte de lista… y es que siendo realistas, la dama sí causa ternura, y hasta podríamos comenzar a disculparla, otorgarle un poco de perdón, hacerle sentir que se puede acercar a Dios para que limpie un poco su pesar… pero mire ahí adentro, en la historia. Creo que por más cristiano que usted sea, se doblaría al ver las cruentas escenas en las que los polacos, judíos y otros grupos minoritarios que eran detestados por los nazis, eran literalmente empalados, unos sobre otros, les prendían fuego y el humo iba a dar justamente hasta el olfato de los dioses sin que estos hicieran nada. Así, en una impunidad nefasta, este Adolfo Hitler y otros comunistas, cometieron tantos atropellos, como demonios llevaba dentro ese hombre llamado Legión, en los textos bíblicos. Y así, ante el silencio mundial y de organizaciones que estaban para evitar este tipo de asesinatos, cientos de almas fueron torturadas… bueno ¿y qué con la dama en cuestión? ¿Qué con Irmgard Furchner? A punto de ser enjuiciada simplemente tomó un taxi y huyó, por fortuna fue localizada en Hamburgo en pocas horas y traída de vuelta.

Con todos los años que pasó huyendo, lo más doloroso ha de haber sido no haber podido disfrutar de una vida tranquila. Llegar a la vejez debe ser duro mientras cargas un costal de culpas sobre la espalda, rostros de dolor, voces, miradas pidiendo compasión, familias enteras viendo cómo sus padres e hijos son exterminados, maltratados de una manera cruel. Tal vez a esta hora, ya debe haberle quedado claro que al ser injustos con los demás, terminamos siendo injustos con nosotros mismos. ¿Será que la pena de muerte es un alivio? ya que la señora está en edad avanzada, esa edad en que uno debería estar meditandoen lo bueno que durante la vida se hizo. De algún modo, cualquier cosa que pase, quedará en deuda con aquellos afectados directamente, a menos que en aquel lugar en que vamos después de morir se le dé seguimiento a esta atrocidad, y que no quede impune la memoria de tantas almas quebrantadas.

Huir de las consecuencias de nuestras decisiones es cosa de cobardes. Afirmativo es que nunca es sencillo dar la cara cuando el afectado esta frente a nosotros y ante un tribunal… ¿Qué siente pues un prisionero acusado de ser colaborador en una masacre multitudinaria y sin perder la sonrisa? Si bien es cierto que la dama causa ternura y, como ya se escribió antes, hasta ganas de perdonarle, son miles los que desde su dimensión reclaman justicia y ante eso, ante eso ni las mismas Parcas griegas pueden luchar, pues hasta el dios Destino está atado a ser parte de sí mismo al ser igualmente parte de un todo. Adieu.

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