La pluma profana de El Markés

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“A mucho Pride”

Mucho se ha dicho que Prometeo le robó el fuego a los dioses para dárselo a los hombres… en realidad nunca les robó nada, el fuego le pertenecía a la humanidad y los dioses, a sabiendas que el hombre le podría dar un uso posiblemente hasta contra ellos, evitaban a toda costa que lo obtuvieran… la libertad de amar es algo muy semejante. Por muchos años bastantes seres humanos con una tendencia al amor diverso, vivieron ocultos, primeramente del resto de los hombres o las mujeres denominados heterosexuales, luego de sí mismos al hacerles saber, que semejantes sentimientos no podría ser otra cosa que un magma demoniaco diseminado en ellos por extraños demonios mitológicos. Así, en una cruenta lucha contra la sociedad y contra los dioses, toda una comunidad padecía de los peores tormentos jamás existidos.

Sigmund Freud, el máximo representante del psicoanálisis y maestro indispensable de quienes hasta el día de hoy estudian muchos de los comportamientos humanos, en una ocasión dijo que ser homosexual no llevaba consigo ventaja alguna sobra los sexos ya establecidos, pero que tampoco tenía nada de vergonzoso, vicioso, degradante u otra adjetivación despreciativa, y que mucho menos podía clasificarse como una enfermedad.

Desde la existencia del hombre sobre la faz de la tierra, este siempre ha buscado un algo por el cual sentirse orgulloso. Los romanos, por ejemplo, lo mismo que los espartanos, su orgullo radicaban en ser coronados como distinguidos guerreros. Vencer en las batallas y volver a la patria con un buen botín a cuestas, era un orgullo que los convertía en grandes. Hoy conocemos a muchos de estos por su heroísmo. Bien podríamos citar a Alejandro Magno, Julio César y hasta Calígula. Hoy el hombre ha evolucionado en vestimenta. Hoy el varón se viste con ropa de diseñador y expone con orgullo una opulencia que bien pudo haber sido lograda a base de trabajo o a la sombra de la corrupción. Existen líderes políticos de apariencia orgullosa, también damas de la farándula… y así, de un modo u otro el ser humano ha ido buscando el modo se sentirse orgulloso de algo. Muchos dicen que no existe el orgullo bueno, que el orgullo es orgullo en cualquiera de sus expresiones.

Por mucho tiempo el hombre homosexual y la mujer lesbiana han emprendido una lucha innecesaria para obtener un espacio en la sociedad… ¿por qué innecesario? El ser humano como tal ha nacido libre. No por nada los niños son felices. La libertad que se evidencia en sus expresiones desde muy chicos ponen de manifiesto que deberíamos llegar a cada una de nuestras etapas de vida de la misma forma; sin embargo, con el paso del tiempo, las responsabilidades y muchas veces la falta de tino para enfrentarlas, nos vuelven oscos, agresivos, apáticos, apartados y hasta iracundos. Se ha nacido libre y las maneras de amar son tan variadas y así mismo inclasificables. Por muchos años la tortura física fue el destino de muchos seres humanos que poseían cierta tendencia a la homosexualidad o al lesbianismo.

En cierto momento de la denominada civilización, a alguien se le ocurrió exponer que la atracción de un hombre por otro o en el caso de las mujeres, era algo ya no sólo aberrante, sino en contra de cierta voluntad divina que ellos mismos habían creado. Nadie desconoce que los dioses existen como una necesidad del ser humano por creer en algo, por tener fe en algo, por seguir a algo mucho más fuerte que él. Parecería risible, pero el ser humano se ha creado sus propios dolores. Él de sí mismo se formuló una ideología, escribió sus propios libros, de creó un decálogo de acciones y luego se puso de rodillas para ser azotado por su propia creación.

El nazismo y la Santa inquisición, fueron solamente dos de las organizaciones idealistas que hicieron cuanto pudieron para borrar del planeta a estos personajes. Horroriza pensarlo, pero fue algo real. La inquisición era la voz de Dios, bueno, eso decían ellos, una voz que determinaba, como el César, quien vivía o quien moría en el coliseo romano.

A mucho esfuerzo y a mucho orgullo la comunidad que proclama con su bandera multicolor que “amar es amar”, hoy se ha ganado un espacio en la sociedad; un espacio que no debió haber buscado simplemente porque ya le pertenecía, era de ellos por humanidad.

La vida es tan breve, el tiempo se desliza por nuestra vida tan pasivo que no advertimos que envejecemos. Analizando la fugacidad de nuestra existencia, hoy la tolerancia es una virtud que debe buscarse con pasión, con desenfreno.

En realidad no imagino a un ser humano símil, a un hombre que piense igual a otro. Siempre hemos escuchado que cada cabeza es un mundo, yo diría que cada corazón también. Entendamos que la tierra no es de los heterosexuales, tampoco todos los espacios de diversión, estudio u ocio. Todo ha sido creado no para un sexo en sí, sino el ser humano como tal.

Mucho se ha dicho que Prometeo despojó del fuego a los dioses para dárselo a sus hermanos los humanos, y ya lo creo que sí, hasta el día de hoy existen muchos prometeos luchando y buscando oportunidades para sus hermanos. Existen tantos activistas que han logrado tanto en bien de su prójimo y eso, eso es el verdadero Pride, el verdadero orgullo, porque simplemente no hay amor más grande que el que ofrece un hombre por su hermano. Adieu.

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