La pluma profana de El Markés

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“Socavón político”

Mientras Luis Miguel cantaba “Por debajo de la mesa”, Luis Miguel Barbosa, gobernador del estado de Puebla de los Ángeles, entonaba a voz en cuello “No se va a resolver nunca”, refiriéndose al asunto del espantoso agujero que afecta actualmente al municipio de Santa María Zacatepec. Expuso abiertamente que intentar solucionar ese problema, que citó como natural y no humano, era imposible. Intentar taparlo con tierra a mano de carretilleros a sueldo sólo haría la escena algo risible.

Los jóvenes muy jóvenes, por vivir en sus actividades escolares y otros gustos, muy poco o casi nada han advertido del socavón tan enorme que se ha ido haciendo en nuestro país a causa de la mala administración de recursos. Políticos inexpertos no tenemos, una gran mayoría de esos hombres que ahora se sientan en los curules gubernamentales, tienen años entrenándose en su papel de administradores. Aquí lo malo radica en el mal uso que dan a sus conocimientos y que en sus facultades, tienen esa carencia de solidaridad y responsabilidad para con ese pueblo que salió un día domingo y muy de mañana a ofrecer confiadamente el voto.

Creo que algunos de nosotros hemos logrado ver a personajes políticos que entran por primera vez a tomar la rienda de una alcaldía. El brillo y esperanza que habita es sus ojos es inigualable. En su corazón no existe otra cosa que gratitud por la gente, esa comunidad que lo apoyó en mítines, pega de calcas y otras actividades proselitistas. Lo desvirtuado de sus ideales se va dando con el tiempo, justo cuando advierte que resulta más sencillo hacerse rico sin hacer mucho, que trabajando mano a mano con el pueblo.

El socavón en el que se encuentra nuestra nación es enorme. La devastación que ha dejado el mal manejo de sus posesiones sólo ha deteriorado, ahora sí, las plaquetas que lo socorrían cuando estaba agonizando. Al día de hoy se encuentra en terapia intensiva, pero con grandes esperanzas de vida. Ha costado mucho hacerle transfusiones efectivas, pero debemos aceptar que se ha avanzado, lento, pero se ha hecho.

No hace mucho y a poco tiempo de que el hundimiento en Puebla tomara dimensiones notables, un par de perritos cayeron al vacío. La sociedad exigía que se hiciera lo posible por rescatarlos, sin embargo, el gobierno dijo que no. Ante la presión social cedieron. Los animalitos fueron puestos a salvo y es aquí donde las alegorías sobran y bien aplicadas resultan ser un claro ejemplo de lo que es una política sensible, una buena administración de bienes, o una genuina recuperación de carpetas vencidas. Actualmente el gobierno ha hecho hasta lo imposible por darle lucha a la corrupción, y no sólo eso, salvar de la quiebra a empresas históricas, mercados que simplemente habían caído al socavóny que viejas administraciones habían dado por perdidas. Porque mientras antiguos gobiernos decían que no valía la pena invertir, hoy los nuevos líderes han hecho lo posible por salvar de la profundidad lo que siempre supieron era rescatable.

El agujero en Santa María Zacatepec ha dejado pérdidas millonarias. Se hundió una casa lo bastante grande, se perdieron sembradíos, se ha invertido en la reubicación de los afectados, etcétera. Son quebrantos que nadie esperaba y se tienen que cubrir, una por solidaridad y otra por necesidad. Con la intentona de echar a andar el elefante reumático que era nuestro país, la inversión por su recuperación ha costado a todos los mexicanos una suma de dinero sin parangón, sin embargo, dicha recuperación tenía que darse y en ello íbamos todos. En ocasiones se tiene que pagar los platos que otros rompieron y ante el deseo de que todo vaya mejor nos echamos ese dolor encima.

La solidaridad es algo inherente al mexicano. No por nada el pueblo apoyó al general y presidente Lázaro Cárdenas cuando puso en acción la expropiación petrolera. El pueblo estuvo dispuesto hasta a vender sus gallinas y colaborar con el llamado presidencial para pagar una deuda que se debía de liquidar. Así, en acciones solidarias gobierno-pueblo, se fueron cerrando socavones de entonces.

¿De qué tamaño es nuestro bache emocional? ¿Podemos parar el desmoronamiento que nos confina día a día en una miseria que nos invita ocasionalmente a mandar todo al traste? Existen cosas contra las cuales no podemos luchar, podemos en verdad hacer nuestra parte como elemento indispensable en una comunidad, en una sociedad, pero sólo eso; sin embargo, existe mucho en nuestra naturaleza que nos empuja a sobrevivir en medio de un caos que pareciera creado especialmente para nosotros. Hoy estamos embutidos en una contante lucha contra una sociedad apática de cuanto sucede a su alrededor. Lo peor del caso es que mucho de la colectividad toma parte activa en tal destrucción. Lo formamos cuando no hacemos equipo con quienes luchan a favor de la justicia. Muchos somos sólo espectadores de lo que los valientes hacen y al final, cuando la batalla se ha logrado, nos acercamos cautelosos, nos ponemos la medalla al cuello y ahora sí gritamos que somos parte de una lucha que nunca dimos.

Hoy lo mejor es dejar a Luis Miguel que siga enamorándonos con sus canciones y a Luis Miguel Barbosa quejarse de todo lo que sucede, pues desconocido no es, que personajes como él pueden dejar ver en sus indignas expresiones las pocas ganas que tienen de parar el enorme socavón que ha dejado su ambiciosa política. Adieu.

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