“LA ENVIDIA”
-Oiga, má, como quea Tori le está yendo bien con eso de las carpetitas de estambre ¿no cree?
-Sí, Mija. Qué bien por ella, la verdad es que me daba mucha lástima verla tan solitaria.
-Pero si hasta piñatas se puso a hacer.Nada más ayer vendió cinco por lo de las fiestas de San José y hoy vinieron de Agujita por otras tres.
-Siempre tuvo talento, pero desde que perdió a su hija no quiso más nada con la vida. Qué bien por Cuca, que la animó a irse a los cursos de manualidades en la parroquia, y mira, cómo ha florecido.
-Deje usted, hasta que nos dimos cuenta que Tori tenía dientes, jamás sonreía.
-No sea así de burlona, Mija. Que no le gane la envidia, que a mis sesenta años la detecto como a las basuritas en el frijol.
-¡Ay, mamá, no se puede hablar bien con usted porque a luego los sermones. Además, mis piñatas son más grandes.
-No se me ofenda mija, yo nomás le advierto. Y sí, sus piñatas son más grandes, pero no se parecen a los personajes. Mire, asómese por la ventana ¿Ya vio el Bugs Bunny?
-Sí, lo estaba viendo hoy por la mañana.
-Pues noes el mismo. Es el tercero que pone. Tiene buena mano. No demerito su talento mija, pero podría mejorar en mucho, y para bien de usted.
-Ay, mamá, váyase a vivir con ella, mejor. Se la pasa diciéndome que todo lo que hago está mal, ah, pero todo lo que hace la mentada Tori es una maravilla, ¡Soy su hija, má, su hija!
-Y ella mi hermana.
-Que hasta donde supe ni la quería a usted.
-No, mija. Yo fui la del error, ya ni preguntemejor. Pero bueno, el caso aquí es que usted mejore y rente un local en la Calle Comercio, y verá cómo le va bien. Sirve que saca todas las piñatas que tiene arrecholadas en la bodeguita.
-¡No!, esta es mi casa y aquí me quedo.
Dos semanas antes de la llegada de Semana Santa, vi un par de niños llegando a casa de Tori, bueno, a casa de tía Tori.Entonces se me ocurrió lo que debí haber hecho hace mucho. Aprovechando que mamá se había ido a Monclova por un mes, fui a casa de tía y le dije que me urgía abandonara la propiedad porque la rentaría.
-Pero, hija, mi casa del barrio 2 está por caerse. Mi hermana me prestó esta casa que era de tu abuela, de mamá.
-Sí, tía, pero todo esto que estaba a nombre de mamá, ya está a nombre mío. Requiero por tanto me desaloje hoy mismo.
-Hija, por favor, tengo pedidos y…
-Ese no es mi problema… y no se me ponga tristona que si le causó líos a mamá en el pasado con esto paga. Si mamá no se atrevió a echarla, yo sí.
Todo el día pasó la mujer acarreando sus cosas y ya para la tarde estaba vacía. Por la noche acondicioné y por la mañana ya hasta había rotulado como “Piñatas el Redentor”. No era católica, ni cristiana, pero es bien sabido que los títulos así siempre conmueven.
Coloqué mis mejores piñatas al frente y me dediqué a elaborar dos enormes Panteras rosas y un huevo de pascua. Los vecinos pasaban y me saludaban. Sentía que había empezado bien porque pasaban a ver mis piñatas y aunque no compraban, sabía que por el puro chisme, sabrían que ya estaba lista para la venta.
Llegada la Semana Santa, bendito Dios, vendí absolutamente todo. Mis manos estaban llenas de ampollas y mi espalda destrozada. Era increíble cómo una esquina que había estado sin provecho, de pronto tía Tori la había vuelto popular. Nadie sabe para quién trabaja, bien dice el dicho, pero el que se apendeja Dios los deja y a que la perdiera tía Tori o yo, mejor ella.
Contados los dineros de esos días de Pascua en los que no sólo había vendido piñatas, también huevos decorados y canastas con gallinas, pensé en invertir en arreglos para graduaciones y claro, de Navidad.
Sintiendo que merecía un descanso me fui a Saltillo con unos amigos de prepa y claro, tenía billetes muchos y me ocupé en divertirme. A eso de las tres de la mañana y estando acostada con un desconocido que me había resultado suculento, atendí una llamada de mamá.
-¿Dónde estás, Rosalba? ¡Donde estás, carajo!
-¡Qué le pasa, mamá, tranquilícese!
-¡¡Tu tía Tori está muerta!! Me acaban de llamar para decirme. Vives enfrente y se enteraron todos ¿menos tú?… Dicen que la encontraron muerta en su vieja casa del barrio 2 y no entiendo qué hacía allá… y te llamo porque me dijeron que los bomberos apagaron el fuego que consumió nuestra casa y la casa de mi hermana. No entiendo nada, ¿Dónde estás?
Fría no le respondí por más de un minuto. Escuchaba a lo lejos sus reclamos entre lloros y exclamaciones de coraje.
-Estoy en Saltillo, mamá- le dije al tiempo que mi desconocido se levantaba al darse cuenta que algo no andaba bien, vestirse e irse en medio de la madrugada.
Cuquío, el cuida chivas había encontrado a tía Tori devorada por las ratas en su vieja casa. Consternados los vecinos, y sabiendo que había sido yo quien la había echado de su antigua casa, se habían enardecido y quemado la mía y mi nuevo negocio.
-¡¡Maldita, tía Tori, maldita por siempre!!- gritaba en el departamento mirando las torres de catedral.
Por puro temor al populacho no acudimos al sepelio, pero conocidos nos dijeron que había estado lleno.
-¿Por qué llora má? Nos quedamos sin casa, pero al menos esa vieja murió tragada por las ratas, mire nomás lo que nos causó, aquí de arrimadas en casa de su amiga.
-Tu tía no nos causó nada, hija, tu lo causaste todo. Tu envidia, tus celos de verla florecer. Te dije que yo estaba feliz de verla feliz y no te importó.
-¿Te pondrás de su lado después de que no te hablaba? Le préstamos esa casa por mientras y…
-¿Le préstamos? Esa casita era de ella, mamá siempre me lo dijo y lo dejó escriturado, yo se lo iba a decir.
-¿Y yo qué?
-¿Ya estabas pensando en que te heredara? Estoy mal, hija. Me duele mucho la muerte de tu tía y…
-¡Hipócrita, má! ¡Ni la ayudabas cuando estaba sola!
-¡No me levantes la voz, hija, por favor!
-Se la levanto porque a mí no me va a traer con paseadas como a ella, o me deja la casa ya firmado y todo o me voy.
-Respeta mi dolor, por favor.
-Me voy, entonces.
– Que le vaya bien, hija. De paso le digo que su tía, esa mujer que tanto maldice, es su mamá.
-¿Qué?
-Quedó embarazada a los catorce y mamá me hizo criarte como mía. En casa de sus suegros aprendió sobre piñatas y demás, pero era rebelde y cuando se arrepintió de todo mamá ya no la recibió ni quiso devolverte aunque ella te peleara… así que si te vas, y me dejas con más dolor, pues váyase. La otra semana regreso al pueblo a enfrentar el tiradero que dejaste.
Y me quedé fuera de la vida de mamá por puro orgullo. Perdí todo nada más por no aceptar que otra persona tenía más talento que yo, que el sol sale para todos y que la familia es primero. Ahora cada que veo una piñata lamento profundamente la muerte de tía en la pobreza por mi culpa, la de mamá hace poco y sin estar yo en su velorio y claro, la mía propia en mi miseria existencial.
AUTOR: JUAN DE DIOS JASSO ARÉVALO
EL VIAJERO VINTAGE
@derechosreservadosindautor
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