Encuestas de Trump y Kamala ¿confiar en ellas o no?

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WASHINGTON.- Las encuestas políticas en Estados Unidos influyen en mayor o menor medida entre los votantes estadounidenses; la pregunta es, ¿qué tan confiables son? O, en el mejor de los casos, ¿cuáles son las más confiables y cuáles no? La precisión, confiabilidad y transparencia han sido objeto de constantes controversias en los últimos años, especialmente tras eventos electorales que pusieron en duda su capacidad de proyección real.

Las encuestas políticas son herramientas poderosas para el desarrollo, el fortalecimiento o el replanteamiento de estrategias electorales, pero su confiabilidad depende de una variedad de factores. Entre los elementos clave que determinan su precisión están el tamaño y la representatividad de la muestra, la metodología empleada y la formulación de las preguntas. Empresas como Gallup, Pew Research Center e Ipsos se han consolidado como encuestadoras confiables por el uso de métodos científicos rigurosos y su transparencia. Estas encuestadoras ajustan sus modelos para reflejar los cambios demográficos y sociales del electorado de EU, garantizando que sus datos sean lo más precisos posible.

El Pew Research Center no realiza pronósticos electorales, pero su capacidad para identificar y analizar tendencias en la opinión pública ha sido reconocida como un estándar de rigor académico. La transparencia en sus métodos y la diversidad de temas que abordan, desde actitudes políticas hasta cambios en la demografía, le han otorgado una reputación única.

Ipsos, que ha trabajado en colaboración con medios como Reuters para llevar a cabo encuestas políticas nacionales y estudios de opinión pública, se destaca por su capacidad para obtener una representación adecuada de diferentes grupos demográficos y por el uso de tecnología moderna en la recopilación de datos. La combinación de encuestas en línea y telefónicas le permite adaptarse a las realidades del electorado moderno. Según un ejecutivo de Ipsos, “el desafío constante es adaptarse a una población diversa y en constante cambio, pero nuestra prioridad es siempre la representatividad y la precisión”.

YouGov, a pesar de utilizar encuestas en línea, ha ganado confianza al desarrollar modelos predictivos ajustados y sofisticados. Si bien las encuestas en línea han sido criticadas por su falta de representatividad, YouGov ha demostrado que el uso de tecnología avanzada y una metodología transparente pueden superar estas limitaciones. Un informe de YouGov subraya que “el ajuste de nuestros modelos para compensar las disparidades en la participación es crucial para garantizar que nuestros resultados sean precisos”.

Polémica por la precisión
Aun así, los últimos años han sido testigos de varias polémicas relacionadas con la precisión de las encuestas políticas en Estados Unidos. La más destacada fue la elección presidencial de 2016, cuando muchas encuestadoras fallaron en predecir la victoria de Donald Trump. Las encuestas nacionales mostraban a Hillary Clinton como la favorita, lo que resultó cierto en términos del voto popular. Sin embargo, las encuestas estatales no capturaron adecuadamente el apoyo en estados clave del Rust Belt, o cinturón industrial, como Michigan, Wisconsin y Pennsylvania, lo que llevó a un desenlace inesperado en el Colegio Electoral.

Según un análisis posterior, muchas encuestadoras subestimaron el apoyo a Trump en áreas rurales y entre votantes sin educación universitaria. Esto evidenció las limitaciones de algunos modelos de encuestas que no ajustaron adecuadamente sus muestras. Tras esta debacle, encuestadoras como Monmouth University Poll comenzaron a mejorar sus metodologías. Patrick Murray, director de Monmouth Polling Institute, señaló: “Las encuestas son una instantánea, no una predicción; debemos asegurarnos de que esa instantánea sea lo más precisa posible ajustando nuestras muestras y reconociendo las variables emergentes”.

Un país dividido
A medida que el expresidente y candidato presidencial republicano, Trump, y la vicepresidenta y candidata presidencial demócrata, Kamala Harris, avanzan en sus campañas, las encuestas reflejan las profundas divisiones políticas en EU, así como cambios demográficos y regionales clave que pueden influir en el resultado electoral. Por ende, los márgenes de diferencia son ajustados. Aunque Harris cuenta con una base sólida de apoyo entre los demócratas, las encuestas han destacado que el respaldo a Trump sigue siendo fuerte entre los votantes republicanos, especialmente en áreas rurales y en ciertos estados del cinturón industrial, como Ohio y Pennsylvania.

A nivel nacional, Harris aventaja ligeramente a Trump en la mayoría de las encuestas, pero los márgenes son más estrechos en los estados considerados péndulo. Las encuestas sugieren que la elección se definirá en estados clave como Florida, Wisconsin, Georgia, Pennsylvania, Michigan, Nevada y Arizona, donde el margen de diferencia entre ambos candidatos es mínimo. Un analista de FiveThirtyEight comentó que “la polarización ha hecho que los márgenes nacionales sean menos útiles; la verdadera carrera se está dando en estados específicos donde ambos candidatos pueden ganar”.

Desde la pandemia de Covid-19, el voto por correo y el anticipado han adquirido una relevancia considerable en el proceso electoral. En la carrera de Harris contra Trump, las encuestas han reflejado diferencias marcadas en cómo los votantes de ambos partidos planean votar. Según varias encuestas de YouGov e Ipsos, los votantes de Harris están mucho más inclinados a votar por correo o de manera anticipada, mientras que los votantes de Trump tienden a preferir votar en persona el día de la elección.

Este cambio ha llevado a las encuestadoras a ajustar sus modelos para tener en cuenta el momento en que los votantes envían sus boletas y cómo eso puede influir en los resultados que se informen el día de las elecciones. Algunos analistas han señalado que puede haber un “espejismo rojo” (espejismo republicano), donde los votos contados el día de la elección favorezcan a Trump inicialmente, pero los votos por correo, contados después, podrían inclinar el resultado hacia Kamala en varios estados clave, como sucedió con Joe Biden en 2020.

Tras las imprecisiones en las elecciones de 2016 y 2020, donde Trump obtuvo mejores resultados de lo que muchas encuestas predecían, algunos votantes, especialmente republicanos, desconfían de las encuestas. Este escepticismo también se ha reflejado en la negatividad de algunos encuestados a participar, lo que ha generado ajustes metodológicos para las empresas.

Rasmussen Reports y Trafalgar Group, que a menudo muestran mejores resultados para los republicanos, y consideradas poco confiables por su sesgo republicano, argumentan que capturan mejor a los votantes ocultos que otras encuestadoras no logran medir. Robert Cahaly, fundador de Trafalgar, ha defendido su enfoque al afirmar que “hay una parte del electorado que no confía en los encuestadores y es más probable que evite decir su verdadera intención de voto, pero nuestras encuestas detectan esos patrones”. Sin embargo, muchos críticos señalan que la falta de transparencia de estas encuestadoras hace difícil evaluar la validez de sus resultados.

Rasmussen ha sido señalada en repetidas ocasiones por su sesgo hacia los republicanos y por sus márgenes de error inusualmente grandes en comparación con otras encuestadoras.

Aunque no existen leyes federales específicas que regulen las encuestas políticas en Estados Unidos, la American Association for Public Opinion Research (AAPOR) establece estándares éticos y metodológicos para garantizar la precisión y la transparencia en la investigación de opinión pública. Sin embargo, estas directrices no son vinculantes legalmente, lo que deja espacio para que algunas empresas operen con menor rigurosidad.

A esto se añade que en toda elección hay variables, eventos inesperados, como crisis económicas, situaciones internacionales o decisiones judiciales que pueden influir en las encuestas, aunque su impacto a veces puede ser de corta duración.

En última instancia, las encuestas políticas seguirán adelante como una herramienta para medir la opinión pública entre la comunidad votante en la Unión Americana, pero es esencial que tanto los medios como los ciudadanos comprendan las limitaciones de estas encuestas y evalúen cuidadosamente las metodologías ejecutadas antes de aceptar los resultados como predicciones definitivas.

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