5 murales escondidos de la CDMX para ver una vez en la vida

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CD. DE MÉXICO.- Los murales son algo más que piezas de arte asombrosas hechas por los mejores artistas que ha tenido este país. Son también una expresión de nuestra historia, de nuestra esencia y de nuestra extraña (y genial) forma de comprender el tiempo. Son, la posibilidad de viajar a sitios escondidos de la CDMX para descubrir todo el arte del mundo en una pared.

Y a pesar de que ha pasado casi un siglo de que estas obras se realizaron, no pierden vigencia porque son una expresión máxima de la identidad mexicana. Un movimiento artístico hecho después de una guerra sin precedentes para recuperar todos los Méxicos que son México y enseñar de una forma didáctica tanto nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.

En honor a esto, y porque hay pocas experiencias tan interesantes como detenerse para observar todos los detalles que tienen estas obras intensas, hemos seleccionado cinco murales que van más allá del Hombre Controlador del Universo de Diego Rivera.

El muralismo fue un movimiento artístico fundado en México. Se creó para abrirle a diversos artistas la posibilidad de exponer su arte dentro de los recintos públicos de nuestro país. La idea era darle una voz artística a la identidad mexicana; a una poética centrada en nuestras raíces y experiencias.

A pesar de que la iniciativa se gestó a inicios del siglo XX, no se hizo realidad hasta que José Vasconcelos llegara a la Secretaría de Educación Pública en 1921, para literalmente transformarlo todo. Además de promover la lectura de los clásicos como Homero, el secretario buscó a un grupo de artistas para que pintaran murales en la Escuela Nacional Preparatoria, y el resultado fue asombroso.

Las paredes quedaron impregnadas de colores y de imágenes que remitían a la historia verdadera de nuestro país, no a la que se contaba antes de la Revolución Mexicana, sino a esa que involucraba el indigenismo, las luchas de las clases sociales y los nuevos héroes que aparecieron tras años de dictadura.

Tras los primeros murales, los nombres de los artistas mexicanos, de hace un siglo, retumbaron en el mundo, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco. Cada uno aportó algo, pero todas sus obras eran emotivas, dinámicas y hablaban del México profundo, que no necesitaba las influencias europeas para establecerse.

Pero, además de los grandes nombres, hubieron otros pintores destacados que también entraron a este movimiento artístico. Entre ellos, vale la pena destacar a Olga Acosta una alemana que se naturalizó mexicana y se dedicó a cazar la esencia de nuestro país a partir de pequeños poemas como la luz que hay en nuestros mares del pacífico.

También habría que mencionar a José Chávez Morado y a Juan O Gorman. Dos alumnos de Rivera, que a través de sus piezas mostraron los diferentes matices, tanto de la Revolución como de la mexicanidad real, esa que nace de los problemas sociales y de la lucha de las clases bajas.

1. El paisaje de Azcapotzalco
Este mural vive dentro de la Biblioteca Fray Bartolomé, un espacio poco conocido, pero que en sí mismo es asombroso por la cantidad de libros que posee y porque en una de sus paredes hay un mural que dejó Juan O Gorman en 1926.

La importancia de esta pieza es que fue la primera de uno de los artistas más importantes que ha tenido México. O Gorman lo pintó cuando tenía solo 20 años y el resultado es una cohesión de su presente (1920) y del pasado prehispánico de México.

2. Los murales del Mercado Abelardo Rodríguez
En un mercado ubicado al noreste del Zócalo, los alumnos más relevantes de Diego Rivera se unieron para plasmar sus ideas posrevolucionarias tanto en los techos, en las paredes, como en el anexo de este recinto.

Aunque no están debidamente cuidados, en este mercado encontraremos una serie de postales sincréticas que reúnen los pinceles de más de un pintor icónico de la época. Podemos contemplar desde los trazos fuertes y coloridos de Raúl Gamboa, hasta la mirada incisiva de las neoyorquinas Marion y Grace Greenwood.

3. El mural del Templo de Jesús de Nazareno
Esta iglesia es uno de esos sitios en los que uno no repara, pero que sin embargo toda la historia ocurre adentro. Además de albergar los restos de Hernán Cortés y tener una arquitectura que ha evolucionado desde su construcción en 1662, es la casa del mural Apocalipsis de Orozco.

Este mural se pintó en 1942, dentro de la bóveda de la iglesia. El motivo, mostrar la indignación del artista con los sucesos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial. La obra combina el escepticismo de esa época con textos bíblicos que hablan de piedad.

4. La primavera, el mural inacabado en la Colonia del Valle
Dentro del famoso Centro Urbano Miguel Alemán quedaron los que quizá fueron los últimos trazos de Orozco, un mural en una estructura ondulada que celebra el renacimiento y la llegada de la primavera a la capital.

Tristemente este mural quedó inconcluso, ya que comenzó a trabajarlo meses antes de su muerte, el 7 de septiembre de 1949.

5. Mural del Cárcamo de Dolores
En la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec, hay un mural de Diego Rivera que pasó al menos 40 años bajo del agua, se trata del Agua, el origen de la vida, una pieza que fue hecha por el mismísimo Diego Rivera dentro de un túnel que se construyó para inaugurar lo que sería uno de los proyectos hidráulicos más importantes de la ciudad.

El mural quedó rebasado por el agua durante cuatro décadas y no fue hasta inicios del año 2000 cuando la obra de ingeniería dejó de funcionar, que un grupo de expertos tuvo la encomienda de rescatar la obra del estado deplorable en el que se encontraba. En la actualidad, el mural se puede visitar y está más vivo que nunca.

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