Washington, Estados Unidos.- Cuando sólo falta una semana para los cauces o asambleas de Iowa, demócratas y republicanos coquetean con la amenaza de una revuelta encabezada por dos aspirantes como Donald Trump y Bernie Sanders, dos candidatos que han llegado para desafiar el pensamiento convencional y para colocarse a la cabeza de las preferencias entre la base de ambos partidos.
En el caso de Trump, los más veteranos analistas ya vislumbran el asalto del magnate sobre la cúpula de un partido que lucha contra reloj para evitar su nominación. La certeza de que Trump será un pésimo candidato del partido republicano en las elecciones generales de noviembre próximo, ha apurado los esfuerzos de quienes buscan la posibilidad de cerrarle el paso.
A la cabeza de este intento por decapitar a Trump, está el sector del partido que insiste en defender la necesidad de postular a un candidato que realmente defienda los valores conservadores. Para ello, han echado mano de sus más respetados operadores e intelectuales para hacer el caso contra Donald Trump, un aspirante que no sólo podría echar a perder la oportunidad de recuperar la Casa Blanca en noviembre próximo, sino además dejar en ruinas al propio partido republicano.
Por si no fuera poco, los rumores ante la una eventual candidatura independiente del magnate y ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, quien podría lanzarse a la contienda presidencial en las próximas semanas, han metido miedo en el cuerpo de quienes ven en una eventual candidatura de Bloomberg el riesgo de fuga de muchos electores independientes que serán claves para conquistar la Casa Blanca.
Ante estos intentos por frenar las aspiraciones de Trump, el propio magnate decidió salir hoy ante los medios para denunciar esta operación en su contra:
“Las élites políticas no van a detenerme”, advirtió este lunes Trump, en alusión a los pronunciamientos de quienes le ven como un “autoritario populista” y como una amenaza para el futuro del partido republicano y la nación.
En el caso del demócrata Bernie Sanders, a pesar de que sus apoyos han crecido sorpresivamente en Iowa y New Hampshire, desde los cuarteles de campaña de Hillary Clinton lo ven como una amenaza pero en el corto plazo, incapaz de aguantar el tirón de una candidata que cuenta con el respaldo del establishment partidista que la coronará como su elegida en la convención de julio próximo en Filadelfia.
A pesar de que Clinton cuenta con el respaldo del partido, algunos analistas han advertido sobre un paralelismo entre lo que ocurrió entre Hillary Clinton y Barack Obama en 2008. En aquel entonces, Clinton era la candidata inevitable, mientras que Obama era un aspirante desconocido.
A pesar de ello, Obama consiguió derrotar a Clinton en Iowa para desafiar así todas las predicciones y hacerse con el control de una campaña que, al final, sepultó las aspiraciones de Hillary.
En esta ocasión, Bernie Sanders intenta repetir la historia. Sin embargo, el propio Barack Obama ya ha dado un paso al frente para declarar en una entrevista con la revista “POLITICO” que lo ocurrido entre él y Clinton difícilmente se volverá a repetir en 2016.
“No creo que eso vaya a ocurrir. Además Clinton es una mujer muy lista que conoce cada política por dentro y fuera”, dijo Obama sin llegar al extremo de respaldar la candidatura de Hillary Clinton.
En cualquier caso, si Hillary Clinton no cuida su flanco izquierdo, Bernie Sanders podría rebasarle no sólo en Iowa, sino también en New Hampshire, donde las encuestas siguen favoreciendo al senador por Vermont y abonando el terreno de un posible asalto contra la maquinaria de los Clinton, al igual que ocurrió en 2008 con Barack Obama.