SINALOA.- El mejor de los regalos del día de las Madres fue para la señora Carmen: volvió abrazar y besar a sus tres hijos mayores, los cuales estuvieron a un paso de ser ahorcados en Malasia, acusados de narcotráfico.
Aunque la pena inicial fue de muerte, la sentencia fue sustituida por 30 años de prisión y finalmente quedó sin efecto al ser indultados.
Luis Alfonso, José Regino y Simón, nacidos en uno de los barrios más pobres de Culiacán, pasaron once años en dos prisiones insalubres y saturadas de internos, quienes en su mayoría eran extranjeros, como ellos.
El retorno a su hogar —el cual dejaron a fines del mes de abril del 2008, atraídos por el espejismo de atractivos trabajos y salarios— fue sorpresivo para el matrimonio formado por Héctor González, de oficio ladrillero y Carmen Villarreal, quien tuvo 15 hijos.
La tarde del viernes 10 de mayo, la señora Carmen, cuyo estado de salud se debilitó por la situación familiar, supo que sus hijos llegarían en un vuelo de la ciudad de México, para reunirse con ella.
En su hogar, ubicado en la colonia Loma de Rodriguera, se colocaron sillas para recibir a familiares, amigos y vecinos, quienes acudieron a darles la bienvenida y desearles suerte.
José Regino, de 41 años, el más chico de los tres, describe como fueron detenidos. Fue un 4 de marzo del 2008, en una redada en la comunidad de Johor Bahru, en donde la Policía Real de Malasia encontró que se procesaban 240 kilos de drogas sintéticas.
A ellos, cuenta, los contrataron para trabajar en una de las naves industriales, en la fabricación de enormes globos, por lo que desconocían qué sucedía en otras secciones. La detención de ellos y dos personas más les cayó por sorpresa.
Sin paradero. Al recordar su historia, los sinaloenses narran que sus padres y familias no conocieron el destino de su viaje a Malasia, siempre pensaron que buscarían cruzar a Estados Unidos en busca de trabajo. Doña Carmen y don Héctor se enteraron de su situación hasta el 2011, cuando se divulgó en México que estaban bajo proceso judicial.
José Regino, quien durante su reclusión se contagio de tuberculosis, por el continuo contacto que tenía con otros internos extranjeros, admite que en el 2012, al conocer que les habían decretado la pena de muerte, se derrumbaron.
Un año antes, conocieron por versiones de otros internos que su caso lo llevaría uno de los jueces con fama de rigorista en cuanto a imposiciones de penas. Su nombre: Muhamed Zawawo.
Entonces, su hermana menor, Alejandrina, con apoyos del hoy exgobernador de Sinaloa, Mario López Valdez y del exalcalde de Culiacán, Héctor Melesio Cuen Ojeda, los visitó dos ocasiones en prisión. Así, sucaso llegó al radar de las autoridades mexicanas.
Fue el embajador mexicano en Malasia, Carlos Félix Corona, quien les brindó asistencia y gestionó con las autoridades de dicho país un mejor trato y atención médica.
Indulto. En el 2015, el Tribunal de Apelaciones de Malasia, ratificó la condena de pena de muerte, en la horca de los tres hermanos.
José Regino, quien tiene una hija, de nombre Bianca Yanet, quien está a punto de cumplir sus quince años recuerda que en el mes de septiembre del 2018,les fue conmutada la pena de muerte, por la de 30 años de prisión.
Sin embargo, en plenos festejos del día del niño se les notificó que el Sultán de Johor Ibrahim Ismail Ibni Sultán Iskandar Al-He les había otorgado el perdón.
Ahora, José Regino, quien pasó más de una década de su vida recluido en otro país y tuvo que aprender ingles y malasio para poder entretenerse “con la lectura de revistas que llegaban a mis manos”, espera rehacer su vida y sacar adelante a su familia.
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